Fue, el de hace ocho días, viernes del reencuentro afortunado y desencuentros que se antojan de difíciles y tortuosas reconciliaciones.
¿Crisis política en el Senado de la República? Es el juego que se juega en las grandes ligas y, a la breve distancia queda sólo como “Viernes Negro”, para el anecdotario político.
Porque, entre políticos podrán hacerse pedazos pero nunca se harán daño, parafrasean los que saben de esto con la obra teatral.
Pero…
–¿Cómo crees que voy a desairar, a negar, o a rechazar una invitación del Presidente de la República?, si voy con la oposición a reunirme públicamente y me niego a ir a Palacio Nacional y voy con mi cara toda amargada—reflexiona y comparte, al aire, en vivo en la radio, Ricardo Monreal Ávila.
–¡No! Yo estaba feliz –continúa–; a mí me interesaba el reencuentro. Tenía dos años que no veía al Presidente
Ricardo Monreal, a retazos reconstruye aquellas horas del viernes negro que devinieron, incluso, en severas, graves descalificaciones en su contra.
No lo cita pero el estado de ánimo lo delata en el logro político que lo reintegra al grupo del que hace más de dos años debió salir porque el licenciado López Obrador dejó de invitarlo a desayunar, a platicar en Palacio de aquellos temas que se quedan entre dos.
Y, por qué el desencuentro con la oposición senatorial.
–Pensé que podría obtener la mayoría calificada (para elegir a Ricardo Salgado Perrilliat como el quinto comisionado que el INAI requiere para sesionar legalmente). Mis compañeros decidieron lo que en su conciencia correspondía. Y yo no soy dueño de ellos, aunque sea el líder—respondió ayer Ricardo Monreal en entrevista con Ciro Gómez Leyva,
Luego se sinceró sin recovecos:
–Puede ser que sea el momento, para mí, dentro de los cuatro años y medio más débil, más delicado (como coordinador de la bancada senatorial de Morena).
–Todo esto del recuento –abunda–si hubo el procedimiento debido eso la ley lo contempla y lo hicimos correctamente; así es, legalmente, yo defiendo la legalidad de la sesión y lamento mucho la ausencia de la oposición.
Y redondea una máxima:
“En la política lo que no debemos perder es el honor y yo tengo honor”.
En estos tiempos de la sucesión adelantada, la férrea y airada cuanto encabronada y decepcionada oposición senatorial ha convertido a Ricardo Monreal Ávila en el villano de la película.
Gustavo, Xóchitl, Kenia, Clemente, Josefina, Julen, Damián… Manuel, Geovanna, Miguel Ángel, Jorge Carlos, Emilio, Germán y et al se llamaron engañados y no perdonan a Ricardo.
Y en el Bronx de la bancada de Morena, debe decirse, hay sonrisas de triunfo pírrico porque su coordinador salió raspado de esa tormenta de viernes negro cuyo epílogo habrá de bordarse en instancias de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Lo imaginaban fuera de la carrera por la nominación morenista a la Presidencia de la República.
¡Recórcholis, Fantomas!
La maledicencia que repta en casa; aunque, en esa burbuja cuya presencia es pública quizá no se conoce, o no quiere admitirse y mucho menos divulgar siquiera en el corrillo doméstico entre curules que Ricardo es Ricardo y no lo doblan.
¿A poco no?
Porque, mire usted, no se trata de defensa a ultranza de Ricardo Monreal. Él se defiende solo. Lea usted.
–Y llego a Palacio y veo si estoy en la lista—refiere a Joaquín López-Dóriga en entrevista de media tarde.
–Y –prosigue–me preguntan: ¿cuál es su nombre?
–Ricardo Monreal, le digo.
–Y me dice: sí, está en la lista. ¡Pásele! Entonces grito eufórico: ¡Estoy en la lista!
Pero…
Antes, Adán Augusto le dijo que estaba invitado. Él dudó y le respondió que entendía la circunstancia y que no acudiría.
Pero…
Adán le comentó que de los invitados a la reunión del viernes, había preguntado al licenciado presidente: ¿también Ricardo?
–Sí, también Ricardo—respondió López Obrador.
Y después del encuentro en Palacio Nacional y de la foto de rigor, ésa que despertó comentarios de toda naturaleza, incluidos aquellos de la frustración porque la presencia de Ricardo a la izquierda del licenciado López Obrador atizó y reavivó la llama que parpadeaba rumbo a la extinción de una amistad que se exhibía en los desayunos con atole y tamales de chipilín, vino la breve plática como en esos días de hace más de dos años; luego Monreal se convirtió en el hijo desobediente de la sui generis cofradía Morena.
–Cómo está tu familia–preguntó el licenciado presidente a Ricardo.
–Bien, todo bien, señor presidente—respondió el coordinador de los senadores de Morena, en esas horas que atisbaban hacia una noche de viernes negro, noche de desencuentros y pírricas victorias frente a frustradas oposiciones.
Así, en el recuento de los daños y de la vista puesta, ahora con otra realidad de apariencia inclusiva, el senador Ricardo Monreal atiende la demanda de precisiones, de declaraciones a los reporteros que la noche del viernes negro velaron frente a la entrada principal de la vieja pero remodelada casona de Xicoténcatl en el Centro Histórico de la Ciudad de México.
“Vengo de una crisis provocada por la elección de un comisionado del INAI”, refiere y recuerda que, cuatro de 60 senadores morenistas votaron, él entre ellos, a favor del propuesto Ricardo Salgado a comisionado del INAI
–Hay escenario B; la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, la reelección como senador…
–Eso lo vamos a platicar—responde Ricardo y recuerda que “en la política no hay que desdeñar. Soy de los que no se retira nunca. Quizá pueda dejar de ser funcionario pero nunca dejar de ser político—redondea y que cada quien saque sus conclusiones.
Por eso, cuando en el desayuno-conferencia de ayer jueves la colega Claudia Flores Barreto le preguntó cómo describe el estado de la relación que guarda con el Presidente de la República después del reencuentro, Monreal sintetizó:
–Creo que fue un reencuentro afortunado. Estoy muy tranquilo conmigo mismo y, claro, estoy muy satisfecho con el reencuentro con el Presidente que, después de dos años, no tenía comunicación con él.
Y aleja suspicacias:
–Nunca he querido confrontarme con él. Aunque tengo mis opiniones, sobre todo basadas en la Constitución y en la ley, en la racionalidad jurídica y política, me parece que lo que sucedió el fin de semana fue afortunado para mí (…).platicamos en corto y me pareció un reencuentro benéfico para el movimiento.
¡Ah!, y en un mentís a esa corriente del Bronx moreno que le apuesta a la ruptura de Monreal con el licenciado López Obrador, el senador presidente de la Junta de Coordinación Política frena especulaciones.
–He dicho y sostengo que, como fundador y como militante de Morena, nunca voy a traicionar al Presidente, al licenciado López Obrador. Prefiero no ser nada; prefiero no participar en nada antes de traicionar al Presidente de la República, a quien reconozco y con quien he caminado una larga travesía de 26 años–, puntualiza y…
Además, sostiene que está enterrada la posibilidad de ser candidato presidencial de la oposición. “(…) tengo respeto por ellos. Ellos tienen bastantes aspirantes a presidentes de la República que pueden cubrir su expectativa.
A la distancia del Viernes Negro, viernes de encuentro y desencuentros.
Ricardo Monreal Ávila con elemental desgaste como coordinador de la bancada de Morena y presidente de la Jucopo, ahora elevado al nivel de villano, el muchacho chicho de la película gacha.
¿Oootra vez tamales de chipilín? ¿O chilaquiles y frijoles acompañados con el jugo de los secretos del poder, del futuro inmediato? Digo.
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