Qué lejos está José Gerardo Rodolfo Fernández Noroña del aguerrido, estridente y hasta bravucón luchador social que encabezó la creación de la Asamblea Ciudadana en Defensa de los Deudores de la Banca y llamó incluso a la desobediencia civil.
En el año 1996 obtuvo gran notoriedad tras lanzarse al piso para frenar el convoy del presidente Ernesto Zedillo al salir de Palacio Nacional.
En medio de un caos, el mandatario bajó de una camioneta, lo tomó del hombro sin que Noroña lo viera y éste le dio un manazo. “Me dijo: ‘soy Zedillo’; y sí era”, relata el entonces activista. El presidente lo ayudó a levantarse y caminaron juntos hacia el edificio de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Vinieron años de activismo social y político que llevó a José Gerardo Rodolfo al Congreso de la Unión. Pero poco a poco esa figura de luchador social se desdibujó. En 2018, durante una acalorada sesión en el salón de plenos de la Cámara de Diputados, Porfirio Muñoz Ledo le soltó en su cara: “usted es un golpeador”.
Defensor y promotor del proyecto político e ideológico del ex presidente Andrés Manuel López Obrador, Noroña recibió en agosto de 2024 el apoyo de Morena para ocupar la presidencia de la Mesa Directiva del Senado de la República. Y de la lucha social en las calles brincó a la alfombra roja.
Convertido en presidente de la Cámara Alta –cargo que dejará a partir del 1 de septiembre próximo- Noroña gusta de estar permanentemente en el debate público. No por su productividad legislativa, que es nula, si no por su arrogancia, su confrontación con opositores y la prensa y por pisotear, con sus acciones, las banderas de “austeridad republicana” y la “pobreza franciscana” que tanto pregonó el “compañero presidente” AMLO.
Le gustan los viajes aéreos en primera clase. Tener camionetas de alta gama y pese al insistente llamado de la presidenta Claudia Sheinbaum de que los políticos deben vivir en la justa medianía, el senador morenista justifica viajes, fiestas y compras de lujo de sus correligionarios que han sido sorprendidos en países europeos durante este verano.
“Lo que tú puedas pagar con tu ingreso es correcto”, dice, y hoy, Noroña es motivo de una nueva polémica por presumir, sin pudor, una casa de descanso con una extensión de mil 200 metros cuadrados en Tepoztlán, con un costo de 12 millones de pesos que adquirió mediante un préstamo.
Enfurecido con quienes lo cuestionan, soltó otra de sus frases que lo pintan de cuerpo entero: “Yo no tengo ninguna obligación personal de ser austero. Yo era franciscano porque como hijo del pueblo estábamos bien fregados de ingreso económico. Y éramos franciscanos, no porque quisiéramos, sino porque esa era nuestra condición, éramos pobres».
¿Ya no? ¿Ya se olvidó de la vecindad de Santo Domingo? ¿Es otro político que se ha vuelto rico? ¿Se volvió fifí o ya se convirtió en el primer franciscano rico que vive en la justa hipocresía?