Número cero/ EXCELSIOR
¿Cómo resolver una crisis en el sistema de Salud con relatos de posverdad? El desabasto de medicinas es un problema de política pública sobre el uso eficiente de recursos estratégicos para aliviar males y responder a demandas sociales. Éstas pueden ser resultado de competencias y conflictos, de coaliciones y transacciones, pero de nada sirve justificar sus tropiezos con narrativas golpistas o conspiraciones de las víctimas para desacreditar o invisibilizar el reclamo. Aquí, la politización del incumplimiento de compromisos del gobierno asoma como forma de cambiar la conversación para no rendir cuentas, corregir y rectificar abiertamente.
La pregunta deriva de las reacciones en el discurso oficial al expirar otro plazo convenido para regularizar el suministro de fármacos en el país. No es la primera vez que a un incumplimiento le suceden palabras de desdén o descalificación hacia los afectados, por ejemplo, los padres de niños con cáncer que reclaman los oncológicos para su tratamiento. Ahora pedir o exigir con derecho hace de ellos personas usadas para configurar tentativas golpistas, al decir del subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, aunque luego se dice malinterpretado. Es decir, que clamar contra la falta de medicinas u oponerse a su administración irregular convierte a la crítica o la protesta en el tipo de conductas graves contra la gobernabilidad o la seguridad nacional, como la sedición o desestabilización social.
Afortunadamente, el Presidente metió freno a ese discurso de distorsión deliberada de una realidad. Reconoció las dificultades para obtener los fármacos que se demandan en el sistema de salud. Así de sencillo. Aceptó que la política pública enfrenta fallas u obstáculos, sin lugar para ocultarlos en relatos para manipular creencias y emociones con qué influir en la opinión pública y hacer de los perjudicados enemigos del país. No dejó de señalar, sin embargo, el uso de la protesta para compañas políticas contra el gobierno; por lo demás, común con cualquier demanda insatisfecha o de pacto incumplido con la ciudadanía, ¿o qué, no? Si la política pública es un medio para la resolución de problemas sociales, difícil creer que no los habrá si no hay resultados. Tampoco que la oposición trate de abanderarlos, como con la propuesta de discutir el problema en el Congreso, a lo que Morena y sus aliados se negaron.
La cuestión no es nueva, desde hace dos años hay reclamos por la política para adquirir y distribuir medicinas, como los que esta semana llevaron, otra vez, a grupos de afectados a bloquear el aeropuerto de la CDMX. Pero no discutimos las fallas u obstáculos del conjunto de acciones que tomó este gobierno para combatir la corrupción o el abuso de las farmacéuticas, sino la amenaza que puede representar para el gobierno la demanda insatisfecha o el mensaje de criminalización que lee la oposición de la demagogia de la posverdad. A pesar de que, valga la redundancia, una política pública, por definición, es pública y, por tanto, sujeta al respaldo de afines y la crítica de los opositores.
El Congreso, en 2018, modificó la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal para concentrar las compras de salud en la Oficialía Mayor de la SHCP, con el argumento de generar ahorros a través de adquisiciones consolidadas, de acuerdo con la política de austeridad de López Obrador y, sobre todo, combatir la corrupción en el sector salud. No obstante, el gobierno se comprometió a asegurar el suministro y evitar el desabasto que, en su diagnóstico, se debe al acaparamiento de un cártel de empresas distribuidoras, lo que generaba “influyentismo y corrupción”. Hasta ahora, no se ha regularizado, ha habido retraso en las licitaciones e incluso demora en las compras de medicinas que encargó la ONU.
Detrás del desabasto hay problemas de planeación y ejecución de políticas, falta de conocimiento del mercado y hasta boicot de las farmacéuticas, pero es difícil entender y resolver una crisis con relatos que tergiversen los problemas con narrativas políticas. A casi tres años de la nueva política de adquisiciones, el gobierno parece contener el desabasto de medicinas en vez de administrarlo, a pesar de tener dinero para comprar y garantizar que llegue a los enfermos con oportunidad. ¿Cuántas muertes de niños se podrían haber evitado? Por lo pronto, la protesta sirvió para arrancar una respuesta y disolver los bloqueos con pruebas de la entrega de los pedidos en los hospitales.