Yo no soy de los que creen que debemos de hacer a un lado a los partidos políticos. Sin partidos políticos no puede haber democracia. Pero la principal falla política que tenemos en México es que, a partir de haber expulsado al PRI del poder federal, los ciudadanos, militantes y no militantes de partido, creímos que el solo juego democrático durante las elecciones iba a solucionar los problemas del país. ¡Que equivocados estábamos!
Las consecuencias de esa equivocación están a la vista. Dejamos que las burocracias internas de los partidos tomaran posesión absoluta de ellos, cayendo en la falsa esperanza de que un regreso del PRI supuestamente renovado iba a solucionar el problema, pero resultó peor que el viejo PRI.
Creímos que con el “Pacto por México” se solucionarían los problemas, lo que no dimensionamos fue el hecho de que con las mejores leyes del mundo siendo aplicadas por un mal gobierno, todo cae al abismo.
Hasta que México cayó en el pantano del populismo con nuestro actual presidente y Morena, su partido.
¿Por qué nos fuimos tan bajo? Porque la ciudadanía dejó que los partidos políticos hicieran todo, quedando rezagada a ser simple espectadora y votante con una falsa esperanza.
La oposición partidista al gobierno da vergüenza por su flaqueza. Se nota de a leguas que primero protegen sus cotos de poder interno y luego hacen como que se oponen al gobierno de una forma timorata.
Lo peor que nos puede pasar es dejar el statu quo de las cosas. ¡Los ciudadanos, militantes de partido y no militantes, tenemos que actuar hoy!
Pero ¿qué hacer?
Debemos los ciudadanos de tomar la política en nuestras manos, dentro y fuera de los partidos políticos, estructurando una movilización nacional en contra del populismo autoritario que nos ahoga. Con propuesta y llamando a la unión de los mexicanos, no a la confrontación. En el momento electoral se contrastarán las posiciones y el pueblo decidirá qué ruta seguir.
Debemos primero actuar a niveles municipales en los estados y de alcaldías en CDMX. Capacitando políticamente a los ciudadanos respecto a sus derechos esenciales, enseñándoles a exigir, como mandantes que son, a los legisladores y autoridades administrativas lo que ellas deben de hacer, y a que nos rindan cuentas. Manifestándonos, denunciando jurídicamente sus fallas, poniéndoles marcación personal a los servidores públicos y legisladores locales y federales.
Debemos presionar a los legisladores a que cambien las leyes electorales para obligar a los partidos políticos a abrirse a los ciudadanos para la postulación de sus candidaturas, a través de elecciones primarias bien estructuradas.
Si las dirigencias de los partidos políticos quieren seguir a la presión ciudadana que acontezca dentro y fuera de sus partidos será cosa de ellos. Si no nos siguen, los partidos que lo hagan serán los ganadores. Eso abrirá el interés de las dirigencias en seguir a los ciudadanos.
Debemos los ciudadanos, con y sin partido, elaborar una auténtica agenda legislativa al margen de los partidos y exigir a los legisladores que la sigan. Primero debemos concentrarnos en cambiar los presupuestos para que los dineros públicos no continúen tirándose en proyectos faraónicos inútiles, y desviar dichos fondos a las entidades para que se nos brinde seguridad y justicia a partir del nivel municipal y de alcaldías; que se apliquen fondos a la salud y a la educación; que se enfoque el presupuesto a infraestructura que de buenos servicios públicos a los habitantes, con buenas calles, alumbrado, agua y saneamiento, y transporte público eficiente; que se controlen eficientemente los programas sociales, creando reglas de operación y evitar en ellos la manipulación electoral.
A partir de una agenda enfocada hacia el bien común, a través de la presión ciudadana estructurada, podremos romper el secuestro al actuar ciudadano libre en que nos tienen los partidos políticos, incluyendo al partido oficial Morena.
Pero actuemos ya, ¡aquí y ahora! Organicémonos de inmediato, olivándonos de los partidos políticos. Ellos eventualmente comprenderán que los ciudadanos somos los que mandamos en este país.