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Quizá por mantenernos permanentemente ocupados con otros temas nacionales, acuciantes, angustiantes, preocupante y constantes, los cuales –dicho sea de paso– no tienen solución favorable, nos hemos olvidado de atender otros asuntos o al menos enterarnos cómo avanzan otras respuestas y remedios a los asuntos heredados de la anterior administración cuya limpieza operativa y financiera en cuestiones energéticas, como sucede en la relación con Estados Unidos, para volver al principio, tampoco tienen remedio definitivo alguno en el aspecto global, lo cual no debería impedir la solución de temas específicos y de mayor sencillez.
Un caso de esa naturaleza e importancia, si no de urgencia absoluta como lo anteriormente dicho, es el caso de la posible adquisición de la Terminal de Monterra por Petróleos Mexicanos (operada por Servicios y Terminales de Tuxpan) la cual — en el primer semestre del sexenio de Claudia Sheinbaum sigue siendo un riesgo financiero evitable.
Como es público, en septiembre de 2024, la Comisión Reguladora de Energía (CRE) aprobó un cambio de control accionario para que Pemex Logística y PMI Servicios Portuarios Transoceánicos adquirieron la terminal de Monterra por 320 millones de dólares.
Esa planta está destinada al almacenamiento de petrolíferos y biocombustibles en el Golfo de México.
Sin embargo, datos recientes y análisis técnicos muestran riesgos de inviabilidad para Pemex en su estado actual.
El proceso se complicó cuando, en 2024, la filial de Monterra Energy no justificó un retraso en la transmisión de acciones, lo cual empujó a la CRE a suspender la modificación del permiso, dejando la operación en un impasse o punto muerto.
Este sólo incidente bastaría como evidencia de los problemas operativos y de coordinación y las consecuentes afectaciones a la pertinencia del proyecto.
Además, informes técnicos de febrero de 2025 señalan riesgos estructurales en la terminal, incluyendo deterioro en sus instalaciones de almacenamiento, para cuya solución harían falta inversiones adicionales por lo menos de 50 millones de dólares para garantizar su operatividad.
Por otra parte está la compleja situación financiera de Petróleos Mexicanos. La compañía nacional, por su parte, enfrenta una situación financiera crítica: sus pérdidas acumuladas suman 620 mil 605 millones de pesos (2024); su deuda asciende a 99 mil millones de dólares (a partir de mañana multiplque por quién sabe cuanto), y la producción de hidrocarburos se vino abajo 6.3% en el mismo año.
Además, el gobierno destinó 136 mil millones de pesos (6,700 millones de dólares con la cotización de hace unos días) en 2025 para cubrir pagos de deuda, pero no para proyectos de inversión.
Como si no fuera suficiente este complicado panorama, la calidad del crudo mexicano también es un obstáculo: refinerías extranjeras, (algunas en Texas y Luisiana), han rechazado el crudo por exceso de salinidad y agua, lo que reduce la capacidad de Pemex para generar ingresos y financiar nuevas adquisiciones.
Las reformas energéticas secundarias de febrero de 2025, para fortalecer el control de la Secretaría de Energía sobre permisos de todo tipo, ofrecen una oportunidad para reevaluar este proyecto.
Con una capacidad de almacenamiento de 1.2 millones de barriles en la terminal de Tuxpan, pero con costos operativos proyectados de 15 millones de dólares anuales y riesgos de obsolescencia, la inversión de 320 millones de dólares representa un riesgo innecesario para una empresa que apenas sostiene sus operaciones actuales.
Estos datos deberían convencer a cualquiera –si la lógica sirviera para algo–, de algo simple: la terminal no es un activo estratégico, sino un pasivo potencial para Pemex, cuya prioridad debería ser la estabilidad financiera, no la expansión en proyectos riesgosos. Olvidar esa compra sería la decisión más prudente.
VATICANO
A la hora de entregar esta columna ya se barajaban nombres para la sucesión del Papa Francisco, quien fiel a su argentinismo podría recordar el tango de Discépolo:
“…Cuando manyés* que a tu lado
Se prueban la ropa que vas a dejar…”
*Manyar. //Percibir, conocer o comprender una cosa… (Nuevo diccionario lunfardo, José Gobello).
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