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NÚMERO CERO/ EXCELSIOR

La mayor esperanza global para domar el covid es la inmunización, pero el retraso y acaparamiento de vacunas en el mundo proyecta serias dudas en México sobre la posibilidad del plan de vacunación del gobierno de alcanzar sus objetivos. El país está en uno de los momentos más críticos de la crisis sanitaria, con escenarios muy adversos por el elevado exceso de muertes y el estado de alerta en Palacio Nacional por el confinamiento de López Obrador, cuando la campaña de vacunación es su principal apuesta contra el virus.

La gran inmunización en el mundo no va por buen camino. Muy pronto ha asomado una guerra por el medicamento y el “agandalle” de las potencias para ponerse al principio de la fila de abastecimiento. El efecto de la concentración en unos cuantos países es que pone bajo cuestión la política nacional de vacunación y su reloj en cuenta regresiva. Las críticas a la estrategia oficial se acumulan y crece la presión sobre el gobierno, que cada día cuenta con menos voces que no duden del manejo de la pandemia. ¿Cuáles son las perspectivas para la política de vacunación dentro de la situación tan delicada que rodea la tensión sanitaria?

El objetivo de la política de vacunación es bajar la carga de la enfermedad en el sistema de salud y las muertes por covid, que ya superan las 152,000, esperadas hasta marzo próximo. Incluso la cifra real de muertos sería 38% superior al reporte oficial de la SS, según el conteo del Inegi. Pero el exceso de muertes confirma que el sistema de salud está rebasado y que ello no puede desentenderse de malas decisiones en la gestión de la crisis como haberla minimizado, desdeñar las pruebas y rastrear contagios. Sobre todo, por opacidad en la información y mensajes poco claros, como no promover el uso de cubrebocas o de las sanciones a las medidas de distanciamiento social.

La posibilidad de cumplir las metas de vacunación no sólo parece inexistente, sino más grave aún, de lograr el calendario para vacunar al 70% de la población de la inmunización de rebaño sin claridad sobre el abasto de fármacos y contagios descontrolados. Además de las limitaciones del plan por la exclusión de órganos que involucran a los estados y otros actores sociales, como el Consejo General de Salud, cuando se requiere de una acción colectiva. El aislamiento no sólo del Presidente, sino de la estrategia, juega en contra de la inmunización y fortalece las denuncias de su control con fines político-electorales.

La gestión de la crisis sanitaria ha sido criticada por una planeación inadecuada y poco oportuna, lo que ahora se refuerza por la falta de transparencia, por ejemplo, con la decisión del gobierno de reservar por cinco años la información de los contratos con los laboratorios AstraZeneca, Pfizer y CanSino. La llegada del primer lote de Pfizer, que abrió en diciembre, fue un alivio, pero duró poco, hasta que ese laboratorio anunció la reducción de 50% de embarques y la suspensión de envíos hasta febrero, y probablemente en cantidades menores. La decisión se justificó por la reconversión de su producción y compromisos con la OMS, pero es insuficiente para despejar la opacidad, a pesar de que López Obrador asegurara que no se reserva información sobre manejo y compra de vacunas.

Precisamente, la falta de transparencia da credibilidad a acusaciones sobre el manejo político del plan. Por ejemplo, el canciller Ebrard no sólo contradijo al Presidente sobre la existencia de reservas por problemas de confidencialidad con las empresas, sino que tampoco se despejan las dudas sobre el proceso de compra, distribución y aplicación de la vacuna. Por el contrario, sobrevino el acuerdo para adquirir 24 millones de Sputnik V, sin contar con la autorización de la Cofepris. Su anuncio parece querer enviar el mensaje de que el escollo para el plan está salvado y podrá cumplirse con el calendario previsto, aunque hasta los que la han recibido, como Argentina, acusan retrasos de Rusia.

La falta de transparencia y la centralización son dos de los mayores adversarios del plan anticovid, a los que ahora se suma la guerra por las vacunas en el mundo, en un coctel que anuncia las semanas más difíciles por venir de la pandemia, cuando ya se veía la luz al final del túnel.