La verdad, la pura verdad, no pudimos remontar la herencia. Se nos hizo bolas el engrudo.
¡Caray!
Así se entiende la respuesta del dueño del poder sexenal en el corte de caja de los muertos por violencia, en cuatro años y medio del sexenio de la 4T, que supera a los registrados en toda la gestión del culto Enrique Peña Nieto y la del villano favorito Felipe Calderón.
Sí, el licenciado presidente implícitamente admitió que no pudo cumplir su oferta de que el clima de violencia y el actuar del crimen organizado, cambiaría al día siguiente de asumir la Presidencia de la República. Aunque fue domingo, día de descanso.
Pero…
Usted lo sabe.
Las cifras son de pánico porque la alarma sonó desde el mismo momento en que se recurrió a la militarización del sistema de seguridad pública y se hicieron virales las imágenes de soldados y elementos de la Guardia Nacional abofeteados, pateados, agredidos por sospechosos ciudadanos que los quieren fuera de zonas bajo control de células de los cárteles que se disputan plazas, territorio libre para delinquir.
La ñoña política de abrazos, no balazos para combatir al crimen organizado ha sido eso, en cuatro años del gobierno de la 4T: mojigata y melindrosa, cuanto pueril juego de policías y ladrones, que acarrearía aplausos del pueblo bueno, cuando precisamente la víctima es el pueblo bueno, al que asaltan, matan y secuestran, violentan y someten al clima de terror.
Recurrentemente, organizaciones civiles, defensoras de los derechos humanos, las madres buscadoras de hijas e hijos desaparecidos, e incluso el senador morenista Ricardo Monreal, han pedido, planteado y exigido la revisión de la política de seguridad pública porque ha fracasado.
Igual, usted ha escuchado, desde el máximo púlpito del poder público en México, el principal oligarca ha rechazado cambiar la estrategia.
Y sí, en efecto, para él, para el licenciado presidente no hay razón para revisar y cambiar la estrategia. No importa el número de homicidios dolosos, ¡total!, aduce, ya no hay tantos secuestros ni extorsiones ni feminicidios.
Y cierra los ojos frente a la insultante y aterradora realidad en la que vivimos los mexicanos porque nos cuidamos del que, en el transporte público, por ejemplo, viaja a nuestro lado, por quien nos mira desde el vehículo que se emparejó al nuestro, ordenado por el semáforo en rojo.
¿Qué se ha hecho en cuatro años y medio?
Simple, aplicar la fórmula de culpar a gobiernos anteriores o la foxiana “¿y yo por qué?, para evadir la responsabilidad de cumplir con esa oferta de cambiar el clima de inseguridad en todo el país.
Lea usted la confesión del licenciado Andrés Manuel López Obrador, hecha ayer jueves en Tampico, Tamaulipas, durante su ilustrativa conferencia conocida por el alias de “la mañanera”.
Y es que ya no lo quedó de otra y aceptó sin aceptar literalmente, pos ya qué, que eso de abrazos y no balazos ha valido lo que se le unta al queso.
Lea, porfis, y no se ría.
“Entonces -declaró sin rubor Su Alteza Serenísima– tenemos que seguir avanzando. Porque ahora nos dicen: ‘¡Qué barbaridad! ¡El gobierno de ahora es el gobierno que tiene más homicidios!’
“Sí, pero…
“¿Por qué no pones la lámina de homicidios para que vean cómo nos dejaron el país? –pidió a su ujier, el culto escritor y argumentista Chucho Ramírez–.
“Porque este es una mala herencia en seguridad, pero así nos dejaron salud, y así nos dejaron educación, y así nos dejaron todo.
“El país estaba en bancarrota, el país estaba inmerso en una decadencia. Ni siquiera era una crisis, era una decadencia y por eso frente a una decadencia lo único que debía hacerse era llevar a cabo un proceso de transformación, arrancar de raíz la corrupción. Y eso no les ha gustado a los que antes se sentían los dueños de México y son los responsables de la tragedia nacional; deberían de estar ofreciendo disculpas”.
En serio, lo dijo el licenciado Andrés Manuel I. en la mañanera, previa al acto que se celebraría en Ciudad Madero en ocasión del Día de la Marina.
¿Y?
Pues, he ahí que la maldita herencia le vino como anillo al dedo para justificar el fracaso en la oferta de devolver la tranquilidad a más de 130 millones de mexicanos, no sólo a quienes votaron por él para cumplirle ese cuasi capricho de ser Presidente, aunque cuando se sentó en la silla del águila no atinó a saber cómo se gobierna a un país, sí, a un país…
Lo que sí se instaló en su expediente de rencores, fue eso que la senadora y ministra en situación de retiro y ex secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, llamó “su historia personal”, que se enraizó cuando fue desaforado y luego perdonado por el entonces presidente Vicente Fox Quesada.
Y esa historia personal, de acuerdo con doña Olga, justifica el proceder misógino y rencoroso del licenciado presidente contra todo lo que tiene aroma de tiempos idos, del partidazo y el panismo y eso que llama neoliberales, conservadores y traidores a la patria, pero especialmente hacia la ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Norma Lucía Piña Hernández.
Sí, se han cometido más homicidios dolosos en cuatro y medio años de su gestión que en toda la del aspiracionista Peña Nieto.
Acusa haber recibido, ¡en 2018!, “una mala herencia en seguridad, pero así nos dejaron salud, y así nos dejaron educación, y así nos dejaron todo”.
¿Y?
De acuerdo con el informe del Instituto de Nacional de Estadística y Geografía, del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública y del reporte diario de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana del gobierno federal, en el periodo de diciembre de 2018 al 24 de mayo de 2023, se cometieron 156 mil 136 asesinatos en México.
Este informe implica que el sexenio de López Obrador es el más violento registrado en la historia contemporánea de México.
Nada más para que no me acusen de amarillista al servicio de los conservadores y neoliberales, las cifras oficiales refiere que, en todo el gobierno de Peña Nieto, es decir, en seis años, se cometieron 156 mil 66
Y al gobierno de la 4T le falta año y medio de gestión para bordar finamente el escenario del fracaso de la política de seguridad pública nacional, de la tarea encomendada a la Guardia Nacional y a las Fuerzas Armadas cuyos altos mandos, la burocracia dorada militar, hoy como nunca está inmersa en actos de corrupción.
¿A poco?
Pero, además, he ahí que el licenciado Andrés Manuel dice que, hace cuatro años y medio, “el país estaba en bancarrota, inmerso en una decadencia (…)”.
Pues señor, resulta que Espergencia 15 años cumplió y hasta hoy, que va a cumplir los 30, se le festejó, cantaría el maestro Chava Flores y le queda al licenciado presidente en la justificación de no haber hecho nada por revertir esa canija herencia maldita.
Porque, total, primo hermano, la apuesta es que quien lo releve el lunes 30 de septiembre de 2024 será de la misma Mafia del Joder, cuyo compromiso es continuar con la 4T en busca de su consolidación.
Aunque no guste “a los que antes se sentían los dueños de México”, sí, sí, esos que, asegura Su Alteza Serenísima, “son los responsables de la tragedia nacional” y que, a hueso, “deberían de estar ofreciendo disculpas”.
¿Y por qué ofrece justificaciones mas no disculpas por el enorme cementerio en que ha convertido al país, consecuencia de su pésima visión respecto de la seguridad pública y del manejo de la epidemia del Covid-19? ¡Qué barbaridad, Drakko! Digo.
sanchezlimon@gmail.com @sanchezlimon1