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Después de las elecciones en donde se realizó una inédita y no sospechada coalición de partidos disímbolos, conformada por el Partido Acción Nacional, el Partido Revolucionario Institucional y el Partido de la Revolución Democrática, que fue exitosamente promovida, a su vez, por una coalición de organizaciones empresariales y de la sociedad civil, que se denominó Sí por México, nos encontramos en que, a pesar de que dicha coalición tuvo un gran éxito en el área metropolitana de la Ciudad de México, dejó mucho que desear en el resto del país; sobre todo, por lo que respecta a los perfiles necesarios para haber conformado a una oposición fuerte y estructurada en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, sin menoscabo de las grandes excepciones que hubo, de personajes que cumplieron cabalmente con el perfil requerido.

En esta entrega de mi Columna quiero enfocarme en la problemática del partido al cual pertenezco: el PAN, y el deterioro que ha venido sufriendo respecto a lo que antes fue, el Partido de los ciudadanos libres de México.

El decaimiento del PAN empezó a partir de su éxito en el año 2000. Sin embargo, Don Luís H. Álvarez quien presidió al PAN en la época de la presidencia de Carlos Salinas de Gortari, predijo que había que tener cuidado de “ganar el poder sin perder el Partido”.

En efecto, en los años ochenta del siglo pasado hubo innumerables militantes y simpatizantes del PAN que dejaron oficios y negocios, dedicando su vida entera a la lucha por la democracia en México. Entonces el PAN tenía líderes interesados por el desarrollo democrático del país para lograr el bien común. Al PAN había que dedicarle, tiempo, dinero y esfuerzo, así como sacrificios. Lo menos que se esperaba del Partido es que diera dividendos personales. Pero, cuando se ganó el poder, todo empezó a cambiar. El PAN se llenó de personas que visualizaron al Parido como una oportunidad de crecimiento personal, no para dar bien común, sino para aprovecharse de las mieses del poder. Claro está, con grandes excepciones de personas que entregaron todo su ser al logro de ese anhelado bien común.

Pero, sucedió un fenómeno generalizado, muchos de los servidores públicos panistas le dieron la espalda al PAN, por el prurito dogmático excesivo de que había que distinguir al gobierno del Partido. Y muchos otros, después de grandes sacrificios personales en la construcción de la democracia, regresaron a sus vidas privadas para reconstruir sus oficios y negocios, también dándole la espalda al Partido.

Así, el PAN, con gran presupuesto público, por haber sido el partido de mayor penetración electoral, quedó entregado de pleno a su burocracia interna, que no fue lo mejor de su militancia, la cual, o se fue al gobierno o regresó a sus vidas privadas. Esto generó que el Partido quedó secuestrado por personajes que aprovecharon la coyuntura para manipular los padrones del PAN para promover candidaturas de grupos que lo que menos querían era el bien común, y lo que más deseaban era gozar de las mieses del poder.

De esta forma, poco a poco, la ciudadanía se vino a dar cuenta de esto, dándole la espalda al PAN, ya que no garantizaba buenos gobiernos ni a personas enfocadas a los dignos propósitos de la política.

De igual manera, y por distintos motivos, los demás partidos del país se fueron deteriorando. El sistema de partidos en México ha sufrido por ello un fuerte descrédito, perdiendo el apoyo de la ciudadanía.

Ahora nos encontramos con el peor gobierno democráticamente elegido por el pueblo, que llegó al poder por el desprestigio de los partidos, y por el engaño del ahora presidente que prometió cambiar todo para México, ante una oposición que da pena y ha presentado una pobre opción.

Es por eso, que un grupo de ciudadanos, militantes y simpatizantes con los principios de doctrina del PAN, nos estamos movilizando para reencausar al Partido a su cometido original y principal: dar bien común. Por ello nos hemos manifestado para que el PAN inicie de inmediato un proceso de reestructuración a partir de un padrón de militantes confiable y de procesos deliberativos amplios y libres.