Ante la presentación del programa económico de la nueva presidencia para el año 2020, y ante la promesa de AMLO de no aumentar impuestos ni crear nuevos, me atrevo a hacer las siguientes reflexiones:
• La plataforma fiscal a partir de la cual el presidente de la República está gobernando el país es la misma que estableció el presidente Peña Nieto (fue elaborada por el PRI de acuerdo con el PRD), la misma, en su momento, fue acremente criticada por los seguidores de López Obrador, que en ese entonces era representado por los integrantes de Movimiento Ciudadano y algunos disidentes del PRD.
• La principal crítica que el PAN hizo de dicha plataforma fue la del aumento indiscriminado de las tasas impositivas, incluyendo la homologación del IVA en las fronteras, a través de un decreto (por cierto, la famosa disminución al 8 % en las fronteras supuestamente llevada a cabo por López Obrador para cumplir su promesa de campaña ha tenido un alcance mínimo). No me explico por qué no propuso simplemente una reducción de la tasa del impuesto en la frontera a través de una reforma a la ley del IVA.
• Si sumamos el cúmulo de cargas fiscales que el mexicano tiene en comparación con otros países de la OCDE, incluyendo seguro social, Infonavit, así como peajes en carreteras y puentes internacionales, impuestos como el IEPS, tasas de retención, no aceptación de deducciones, nos encontramos con que México es uno de los países que más altos impuestos tiene.
• Por el otro lado, México tiene una muy baja recaudación de impuestos de sus ciudadanos en relación con el PIB, en virtud de los grandes niveles de informalidad de que padecemos, cuestión que hasta la fecha no ha sido resuelta por los gobiernos imperantes, incluyendo el actual, muy probablemente por el impacto político que esto conlleva.
• La más elemental teoría económica dicta que si un país quiere crecer económicamente se tiene que incentivar la inversión privada con niveles de impuestos que permitan a las empresas crecer y las impulse para la inversión y generación de empleos, desarrollando innovación y competitividad. En México pasa todo lo contrario, y el paquete económico presentado no tiene ninguna novedad para revertir esta situación.
Así las cosas, lo que necesitamos es una reforma fiscal buena, que haga que todas las actividades productivas paguen impuestos. Sin pretender que en este breve espacio se incluyan todos los elementos de esta reforma, me atrevo a sugerir pasos de política fiscal como estos:
- Bajar las tasas del Impuesto Sobre la Renta a niveles de entre el 20% al 25%.
- Deducibilidad de todos los gastos propios de los negocios, con una supervisión en línea, con sistemas de detección de defraudaciones con penas severas.
- Establecer un sistema liberal de comprobación de gastos, en donde todo mundo acumule y todo mundo deduzca.
- Reinstalar el sistema de pequeños contribuyentes, regresando a los Estados su imposición, con mecanismos que induzcan a los Estados a cobrarles, reduciendo un porcentaje de sus participaciones federales, a fin de que obtengan ingresos por vía de los REPECOS. Esto debe tener la tendencia de desaparecer la informalidad por completo.
- Establecer el IVA generalizado, sin excepciones, con diferenciales fronterizos.
- Bajar el IVA al 10%, y permitir a los estados tener IVA de hasta 5%, pero que en las fronteras el IVA federal sea del 8% y el estatal de un máximo del 2%.
- Eliminar el IVA a las importaciones temporales y definitivas, estableciendo controles severos en el IVA en ventas de primera mano.
- Subir las penas de contrabando y perseguir a la informalidad como delito.
- Simplificar los requisitos fiscales a los mejores estándares de los países de la OCDE.
- Eliminar el IEPS.
- Eliminar el ISAN (impuesto a automóviles nuevos).
Con esto crecería la economía y el gobierno aumentaría su recaudación, un ganar ganar para todos. En la siguiente entrega mencionaré otros aspectos presupuestales.