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NÚMERO CERO/ EXCELSIOR

El gobierno de la a 4T ha sido un terremoto político desde que llegó hace cuatro años. Cada vez es más extendido el diagnóstico de que su orientación rupturista y rijosa es una de las consecuencias de las irregularidades del terreno de una transición democrática capturada por una clase política corrupta y desconectada de la gente. En lo que hay menos consenso es en el futuro, en qué hacer de ahora en adelante con la amenaza de que la sacudida desestabilice al Estado y la gobernabilidad.

El próximo 2023 será, sobre todo, de desafíos políticos, que se acumulan en el horizonte de la sucesión presidencial. López Obrador arranca el quinto año con un liderazgo fuerte, que se refleja en encuestas y en el control de la coalición que lo encumbró con un amplio apoyo popular. Pero se equivocaría si confiara en la concentración personal de poder sobre el funcionamiento de las instituciones o en el respaldo militar para la transición pacífica en 2024. En el sismo de la 4T lo que está en juego es la estabilidad de la República, que socava el conflicto político y la acción perturbadora del crimen dentro y fuera del Estado.

La política social ha sido exitosa para contener la conflictividad social, no así el encono y la vendetta de la confrontación política. El salario subirá en enero otro 20% para beneficiar a 6.4 millones de trabajadores, aunque es insuficiente para remontar el empobrecimiento que dejó la pandemia. Eso explica la reducción de desigualdad, que se presume como si las familias más pobres ganaran más. López Obrador ha sabido compensar malos resultados de la economía con un discurso redistributivo de la riqueza y apoyos que enciende la esperanza a mayorías marginadas.

A los grandes empresarios y bancos tampoco les ha ido mal, a pesar del discurso de confrontación con la élite económica. No obstante, la perspectiva para 2023 es pesimista por la desaceleración en EU, donde están puestos los huevos de la canasta del crecimiento. La percepción de México en el exterior es buena por el cambio geopolítico mundial. El nearshoring representa una oportunidad única que, sin embargo, podría desperdiciarse si la 4T se desentiende del riesgo de socavar las instituciones y profundizar su captura, como la vieja clase política del PRI y el PAN. La economía no se ha derrumbado, pero el conflicto la frena.

En la política está el nudo del futuro: cómo corregir deficiencias de la democratización, por ejemplo, en los órganos o poderes autónomos, sin desembocar en el mero reemplazo de una nueva clase política que, además, apuesta a los caudillos sobre la estabilidad de las instituciones. Por esa razón, dos de los temas más críticos de 2023 serán la renovación de la presidencia de la Corte y la batalla jurídica por la reforma electoral y el INE. Garantizar su autonomía y del sistema electoral es capital para contener el conflicto político, que prende luces rojas hacia la elección de 2024.

El INE es imprescindible para elecciones limpias y aceptadas por todos, mientras que la Corte es crucial para el equilibrio de poderes. En otras experiencias de sismos políticos y atrofia institucional, el Poder Judicial ha sido última red para garantizar un Estado en funciones y, a la vez, enmendar sus disfunciones. Por eso, la gravedad de la denuncia de plagio de la tesis de la ministra Yasmín Esquivel, que aspira a ser la primera mujer en ocuparla. Su defensa por el Presidente y la 4T implica solapar una farsa que entierra la credibilidad de la institución.

Las perspectivas en la Corte y en el INE en 2023 son de pronóstico reservado porque no hay signos claros de que estén al margen del enfrentamiento y la polarización. La inmoderación y la desaparición del centro político juegan en contra de que ambas instituciones se desmarquen del abordaje político.

La captura tanto en la sucesión en la Corte como en la renovación del INE puede desatar al tigre que el Presidente tanto ha invocado para contener abusos y excesos del poder económico o de la vieja clase política. Ahora convendría que también viera sus fauces en la conflictividad y la violencia que representaría desestabilizar esas instituciones.

El 2023 ya está a la vuelta de la esquina, lo veremos, aunque, antes, esta columna tomará unos días para regresar en enero. Feliz Navidad a todos los lectores y buenas vibras.