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NÚMERO CERO/ EXCELSIOR
La propuesta de empatar la revocación de mandato que impulsa la presidenta Claudia Sheinbaum con la macroelección de 2027 es un arma de dos filos para el gobierno. Depositar la confianza en la fuerza de la mandataria en las encuestas no deja de ser un juego de apuestas que entraña riesgos por su volatilidad y el riesgo de contaminar su imagen con negativos de su partido.
Las bazas para obtener una ventaja electoral son difíciles de establecer en tiempos inciertos, con una reforma electoral en ciernes y un panorama económico de pronósticos reservados hasta 2027. Sheinbaum apoya la iniciativa, pero acepta aplazar su discusión con la justificación de no legislar al vapor.
Es moneda en el aire. Nadie duda de la capacidad de la maquinaria electoral morenista para que caiga de su lado con la fuerza de sus gobiernos. Pero tampoco de cambios de expectativas sobre la marcha del país desde septiembre, cuando se presentó la iniciativa, tras el verano caliente de escándalos de corrupción de los liderazgos más ostentosos y visibles de Morena y el aumento de sus negativos demoscópicos; las amenazas de voto de castigo en Michoacán por la crisis de violencia en el estado o el impacto del deterioro de perspectivas económicas.
Por eso el resultado de la jugada de meter a Sheinbaum en la boleta parar arrastrar el voto de su partido es complicado de predecir; aunque la oposición fue la que pidió diferir su discusión. También ponderan el beneficio de elevar el grado de dificultad de una superelección en que se elegirán 500 diputados federales y 31 congresos locales, 17 gubernaturas y la otra mitad de juzgadores. Y todo ello sin claridad sobre la organización y reglas de la competencia con una nueva reforma electoral. ¿Conviene a la oposición empatar el revocatorio?
Un agravante de esta clase de consultas es que desde la primera con López Obrador, en 2021, funcionan más como ratificación que revocatorio de mandato, dado que, en ningún caso, las impulsan opositores al gobierno. Una convocatoria de simpatizantes para refrendar su apoyo o activar la movilización de estructuras electorales, aunque la primera tuvo poca participación (7%) en contraste con la fortaleza del expresidente en los sondeos. Desde la anterior, la oposición exigió no coincidir con otra elección, y así quedó en la ley para abril de 2028, por creer que sería una trampa para ellos. Pero esta vez el gobierno, además, corre el riesgo de colisionar con su propia reforma electoral o confundir a los votantes que recibirían más de 10 boletas en algunos estados luego del escándalo de los “acordeones” en los pasados comicios judiciales.
La iniciativa se justifica en el ahorro de recursos de un sistema tan caro que supera los 20 mil millones de pesos anuales. Si eso puede pesar, también factores políticos como la claridad del marco legal para la competencia; y el riesgo de que el proceso supere las capacidades de los órganos electorales si la reforma, a la vez, propone recortar su estructura nacional y estatales. La mayoría de Morena podría aprobar la iniciativa en el Congreso, pero no deja de meter ruido interno a la consulta electoral ya en marcha; y mayores suspicacias de pretender cargar dados a su favor. Otros dos factores que pueden perjudicar la imagen de la mandataria.
Si en septiembre poner los reflectores sobre la fuerza de Sheinbaum era una buena idea para remontar el deterioro de la imagen de Morena, el cálculo hoy pasa también por la temperatura social de protestas sindicales, de campesinos y movilizaciones contra la violencia, hacia un año difícil en lo económico por el bajo crecimiento. Quizá por todas esas ponderaciones, la Presidenta haya deslizado que podría irse al siguiente periodo en el Congreso el año que viene, que es cuando se planea aprobar la reforma electoral; y tener tiempo para calibrar también el impacto de factores externos, como la larga y dura negociación que viene del T-MEC. ¿Cómo podría afectar la elección? La otra cara de la navaja es que resultara perjudicial para Sheinbaum si, al contrario de sus pretensiones, los negativos que acumula Morena se proyectaran sobre la valoración de su gestión. Un argumento similar convenció a López Obrador de acceder a la exigencia opositora de realizarla en fechas distintas a otros procesos electorales; y es el argumento que otra vez está en la mesa de Sheinbaum porque, al final, será ella quien decida su suerte.
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