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NÚMERO CERO/ EXCELSIOR

La primera revocación de mandato se parece a entrar por el espejo del mundo al revés de Alicia en el país de las maravillas: se convoca desde el poder para reafirmar el mandato de López Obrador. La oposición quisiera que se vaya, pero llama a no participar para dejarlo sin efecto, y otras autoridades y medios caen en el activismo con la defensa de la abstención activa para mostrar desacuerdo con la consulta, aunque asistir sea una obligación cívica.

Es un claro ejemplo de distorsión de la polarización. Los polos enfrentados en dos realidades distintas donde todo acaba por funcionar al revés y deja a cada cual fuera del guion que le toca. El gobierno llama a la consulta, pero para revocar su fachada con la mirada en la sucesión de 2024. La oposición, al boicot para dejar solo al Presidente, como parte de su crítica al poder como la única forma de hacer política sin proyecto. Es como si hubiese una consulta delante del espejo y otra atrás, en que la realidad se invierte como en el cuento de Carroll. Con cruzar el espejo, la rendición de cuentas para valorar la permanencia del Presidente se vuelve un acto de reafirmación y lealtad para que siga la 4T.

La extrañeza podría deberse a interpretar el papel por primera vez, aunque todos conocen el guion desde antes. La ley del revocatorio fue aprobada en el Congreso con amplios consensos de partidos, que antes la votaron como un derecho político y ahora quieren desechar porque no ir a votar en una consulta es el derecho a disentir de ella. Desde las culturas más antiguas han encontrado en el espejo la forma de viajar a otra realidad. La oposición quiere encontrar la oportunidad de mostrar al rey desnudo en un momento en que se ve descolocado por los escándalos en torno a su gobierno y familia. Mientras que López Obrador quiere hallar una alta participación para mantener el liderazgo político hacia su propia sucesión.

Por eso llama a participar, aunque voten en contra, como condición para la legitimidad de la consulta. Y los opositores piden a la ciudadanía ceder el derecho a decidir para propinarle daño a su popularidad, que resiste como recubierta de teflón, a pesar del desgaste del mandato. Donde todos coinciden es en el cálculo político de que la consulta fracasará si se profundiza la sangría de 10 millones de votos de Morena en la última elección o se repite un irrelevante 8% de la consulta a expresidentes.

Ese escenario es como la caída libre de Alicia en el agujero que lleva hacia el interior del cuento. Pero cruzar al otro lado de espejo para devolver al mundo al derecho es una salida falsa para la democracia, como el intento de la reina de decapitar un gato que no tiene cuerpo. Ninguna democracia tiene cuerpo sin participación, haya o no un porcentaje para hacerla vinculante como en la consulta. La lucha política no puede combatirla sin dejar otro mal precedente de lo que puede ocurrir en 2024 por las condiciones de polarización, equidad e igualdad de la contienda.

En el mundo al revés de la polarización, el boicot abre riesgos para el 2024 por apelar a la desmovilización política como forma de exhibir a un gobierno, no para sancionarlo. La idea de jugar con los derechos políticos para poner en aprietos al Presidente ya deja precedentes negativos como la respuesta de Morena al boicot con el decretazo contra la veda electoral para que el gobierno pueda hacer campaña. Ante el riesgo de una consulta desairada, Morena y aliados en el Congreso cambiaron las reglas del juego en pleno proceso –no se puede– para liberar a la maquinaria gubernamental de restricciones de promover el revocatorio con una interpretación de dudosa constitucionalidad.

La dinámica de la polarización lleva a cruzar el espejo y agudiza los desencuentros, como el fuerte choque de Morena contra el INE. También en el mundo al revés, el poder trata de neutralizar al árbitro con ataques como servir al “viejo régimen de la oligarquía”, mientras el árbitro acusa “oscuras intenciones” por trampas y noticias falsas. Así, la apuesta por la polarización sólo configura escenarios preocupantes para una democracia que avanza un paso con consultas directas a la ciudadanía y luego retrocede dos en la lucha política entre facciones.