NÚNERO CERO/ EXCELSIOR
Los términos del “acuerdo” en seguridad con EU son desconocidos o simplemente responden a la nueva estabilidad de la política del ataque discrecional del gobierno de Trump. La nueva estandarización que trata de aclimatar del combate al narco fuera de su territorio, sin más justificación que el poder de la fuerza contra lo que considere amenaza a su seguridad nacional y de sus aliados. La visita del secretario de Estado, Marco Rubio, se puede explicar por el objetivo de Trump de naturalizar la guerra contra las “organizaciones narcoterroristas” en su zona de influencia en AL. La declaró desde designar a cárteles mexicanos, venezolanos y otros latinoamericanos como terroristas, para asumir su eliminación como un derecho a la defensa, por encima de reglas y territorios nacionales.
Por eso la ambigüedad del comunicado conjunto tras la reunión de Rubio con Sheinbaum; y las interpretaciones a que da lugar sobre el contenido y alcance del “entendimiento”, como ha tenido que descafeinar Sheinbaum. Casi dos meses después de anunciar su firma inminente, reducir ahora las expectativas originales significa, para unos, acotarlo a la competencia estratégica feroz que sustituye las relaciones globales; y, para otros, concesiones inconfesables o del desacuerdo sobre los límites de la cooperación con la agenda antiinmigrante, del fentanilo y los negocios criminales. Pero lo cierto es que lo que sustituiría al Entendimiento Bicentenario de López Obrador quedó en una mera forma de ver y asimilar el peso de los hechos en el mundo de pactos informales y sin reglas del trumpismo con que pretende reestructurar la relación bilateral en función de las narrativas y métodos de su nuevo orden, donde lo importante no son tanto los principios que defiende México sobre respeto a la soberanía, sino la normalización de su discurso como nueva realidad que impone, y que será más severo a medida que siga cayendo su popularidad.
Por eso es más fácil saber qué se “cocina” en la relación bilateral a través de declaraciones y hechos que dicen más que “entendimientos” sobre la implicación de la nueva ruta de cooperación que enunciaron para “desmantelar” a los cárteles, acabar el tráfico de drogas y armas, y acotar la migración. Poner el foco de atención en las acciones unilaterales y ataques con que presiona, bajo amenazas militares y sanciones arancelarias para alumbrar su nuevo mundo; por ejemplo, la advertencia sobre el temor de Sheinbaum a enfrentar a los cárteles con que Trump galvanizó su encuentro con Rubio. El secretario fue portador de la narrativa trumpista también cuando aseveró con la mayor soltura que el ataque letal a una embarcación venezolana podría pasar “de nuevo mañana o en una semana”; se trata de verlo como un hecho normal que se justifica por el derecho a conjurar una amenaza, no una agresión a la soberanía de nadie. En el discurso de la guerra contra el “narcoterrorismo” no hay frontera fuera del alcance de su ejército y su justicia, como demuestra el enjuiciamiento de capos mexicanos en EU y la acusación de narcopolítica al gobierno de México o de Venezuela; aunque al mismo tiempo exalte la “cooperación histórica” con México.
La geopolítica mundial se mueve contra el viejo mundo unipolar, como indican las imágenes estratégicas del desfile militar chino. En México y AL, EU hace un difícil equilibrismo político entre normalizar la presión de la revuelta de las políticas trumpistas y el temor de estar ante la reedición del viejo intervencionismo estadunidense; aunque hoy necesita estabilidad en su zona de influencia ante el avance de Asia.
El discurso formal y ambiguo de México sobre los límites en la colaboración con EU expresan esa tensión. La presión insistente de EU de apoyar militarmente a México para tomar medidas drásticas contra los cárteles pone a Sheinbaum en serios aprietos ¿Son fronteras entendidas o sobreentendidas? ¿Qué implica coordinación en operaciones y acciones concretas? No lo sabemos. Pero su afán por aclarar que su disposición a coordinarse no se confunda con sumisión expresa la severa tirantez a que está sometida dentro y fuera del país. Desde el exterior por la presión y el fuego verbal de Trump, y al interior con oposiciones que abrazan la beligerancia de EU para ganar espacio político en un país harto por la violencia, pero que rechaza una intervención, así fuera contra los cárteles.
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