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NÚMERO CERO/ EXCELSIOR

A Irma Eréndira Sandoval la persiguió hasta el final el escándalo de Salgado Macedonio por el daño electoral para la 4T no en Guerrero, sino en la CDMX. Hace meses se anticipaba su salida no por su gestión en anticorrupción, sino porque la conflictividad la convirtió en un problema dentro del gobierno. Pero nada de eso había llevado a la decisión hasta que el Presidente volvió a encontrarse con los estragos de su defensa del Toro en una ciudad moderna, diversa, cosmopolita y “clasemediera” que escenificó y amplificó la protesta contra su deseo de que un acusado por violación llegara al gobierno de un estado.

La alguna vez llamada zar anticorrupción dejó mucho a deber de su gestión, a pesar de la menor percepción de corrupción en el gobierno, como ella defiende. Pero difícil atribuírselo cuando la SFP ocupa un papel secundario en esa estrategia que orquesta la UIF, el SAT y la FGR; además del traspié en transparentar su patrimonio o investigar a funcionarios de casa, como las denuncias contra Bartlett. Pero ése no es el punto.

Su remoción de la SFP no sólo parece el apretón de tuercas que pueda venir a otros del gabinete, sino el aviso más fuerte al interior para quien quebranta la lealtad hacia el Presidente y cause daño a su proyecto de la 4T. La actitud y gestos de la fotografía del adiós con López Obrador deja poco lugar a dudas de que el mayor pecado es llegar a creer que se puede jugar con la cadena de intereses políticos que bajan de la pirámide del poder presidencial o desorganizar la operación política con jaloneos de facciones, como los que frustraron la candidatura de Macedonio, y que atribuyen al impulso de Sandoval a su hermano en Guerrero.

El cese, apenas pasar la elección, revela hasta dónde López Obrador tuvo que encajar el golpe de su defensa de Macedonio en la caída electoral en la CDMX, que vota por la izquierda desde hace 24 años y que ahora lo despoja del halo de imbatible en las urnas. Ésa es parte de la lectura en Palacio Nacional de los malos resultados, más allá de acusar de blandengue a una clase media que ven manipulable por campañas negativas. Una visión que, en cambio, deslinda a Sheinbaum, a pesar del impacto de su política de alianzas y operación política. A lo más, la reprimenda presidencial para trabajar más cerca de la gente.

La protección a Sheinbaum y el castigo a Sandoval resulta paradigmático de lo admisible o no en el gobierno. En el círculo presidencial no hay perdón para la falta de fidelidad, como sí lo puede haber para batallas internas entre grupos recargados en la 4T y los moderados, aunque también dañen el proyecto y arriesguen el poder; ni para malas decisiones estratégicas, como la alianza de Sheinbaum con Bejarano para sacar de la ciudad a Monreal, que dejó muchos heridos y fracturas en el camino.

Sheinbaum no ha rendido cuentas de los malos resultados en la CDMX, que atribuyó a campañas negras de la oposición. Ningún cambio en su gabinete, ni siquiera el cese inmediato de la directora del Metro, Florencia Serranía, por el colapso de la Línea 12 tras una larga lista de percances. La diferencia con Sandoval es que el “daño” para la 4T no se ve como producto de una aspiración personal ni contraviene la línea presidencial. Sus resultados en la SFP o de Sheinbaum en la ciudad, como puede apreciarse, no son definitivos para caer de la gracia del Presidente, aunque sí fallarle con un juego distinto al suyo.

Como prueba, López Obrador dejó la llave del peritaje del Metro a Sheinbaum en muestra de total apoyo y se metió de cuerpo completo al rescate de la CDMX con programas sociales de Bienestar y su gestión con Slim para rehabilitar la Línea 12. El Presidente está decidido a rearmar su proyecto en la CDMX para 2024 con la línea de confrontación con grupos sociales, como la distanciada clase media y la oposición política, que Sheinbaum parece secundar con su rechazo al diálogo con los nuevos alcaldes de oposición o el apoyo a liderazgos en el Congreso, que dividen a su partido y obstaculizarán acuerdos con otros partidos fortalecidos en la ciudad. A pesar de todo, la disciplina paga mejores dividendos, pensará hoy Sandoval.