Entre 2006 y 2022, el gasto real de las familias mexicanas en alimentos procesados creció 30 por ciento, mientras el destinado a ultraprocesados lo hizo 20.5 por ciento, reveló el Banco de México (BdeM). Se trata de productos con altos contenidos calóricos que tienen repercusiones en la salud.
En contraste, destacó el banco central en un estudio reciente, el gasto en alimentos no procesados apenas registró un incremento de 0.5 por ciento en el mismo periodo.
El BdeM destacó que la incorporación de más productos ultraprocesados en los hábitos alimenticios tiene implicaciones importantes en la salud: problemas de obesidad, hipertensión, enfermedades cardiovasculares, cáncer y un mayor riesgo de mortalidad.
Además, el mayor consumo de alimentos ultra procesados tiene implicaciones que van más allá de la salud individual.
Entre otras consecuencias, se encuentran la disminución de la productividad laboral y la reducción del capital humano del país, así como una mayor presión sobre el sistema público de salud.
Los alimentos ultraprocesados son productos que han sido fabricados mediante el uso de múltiples técnicas industriales, que incluyen hidrogenación, extrusión, fritura previa y/o adición de colorantes, emulsionantes y conservantes, como por ejemplo los refrescos, cereales para desayuno, pasteles, botanas y embutidos.
De acuerdo con el análisis del BdeM, la tendencia de la proporción del gasto en alimentos no procesados respecto del gasto total en alimentos se ubicaba en 60.2 por ciento para 2006, hacia 2010 experimentó un leve aumento y posteriormente disminuyó constantemente hasta ubicarse en 55.8 por ciento en 2022.
En contraste, las proporciones del gasto de las familias en alimentos procesados y ultraprocesados aumentaron de 9.6 y 26.5 por ciento respectivamente en 2006 a 11.6 y 29.5 por ciento respectivamente en 2022,
Estas cifras confirman una tendencia en los hogares a destinar cada vez una menor proporción del gasto en alimentos considerados más saludables, señaló el banco central.
Se consume más en el norte
A nivel regional, en 2022 el centro destinó la mayor proporción del gasto en alimentos no procesados, seguida por el sur y el centro norte. En ese mismo año, el norte mostró la menor proporción del gasto en este tipo de alimentos y, por tanto, destinó la mayor proporción del gasto en alimentos procesados y ultra procesados.
Según el BdeM, el cambio en el gasto en alimentos hacia aquellos más procesados, puede atribuirse a variaciones en los precios, dado que suelen ser más baratos.
Destacó que de 2006 a 2022 el consumo calórico en los hogares mexicanos ha tenido una tendencia hacia una dieta menos saludable. A escala nacional el consumo calórico total ha aumentado 12.1 por ciento, con un incremento del consumo de alimentos ultraprocesados de 33.8 por ciento y 4.8 por ciento en no procesados.
Como proporción del consumo calórico total, el consumo en alimentos no procesados disminuyó en este periodo, mientras la participación de los ultraprocesados avanzó de 23.6 a 28.2 por ciento.
Una dieta saludable es esencial no sólo para el bienestar de los hogares, sino también para el potencial de crecimiento del país. Una alimentación balanceada reduce la incidencia de enfermedades crónicas, disminuyendo así los costos de atención médica y aumentando la productividad laboral. Además, mejora la calidad de vida de los individuos, lo que se traduce en un mayor capital humano y un desarrollo socioeconómico más robusto, concluyó.
Con información del periódico La Jornada