La presidenta niega de nuevo los señalamientos de Gustavo Petro y rechaza debatir con él sobre una supuesta militancia guerrillera
En su conferencia matutina, la presidenta mexicana reiteró en Palacio Nacional: “Nunca fui miembro del M-19”. Su deslinde ocurre en medio de la crisis por los colombianos asesinados en la Ciudad de México, caso que ha requerido coordinación binacional y que trajo a flote la insistencia del presidente Gustavo Petro en vincularla con la guerrilla de ese país. Exfundadores del M-19 han negado esa versión, y el asunto se ubica ya en el terreno de las narrativas políticas, más que en los hechos documentados. Aunque el tema genera titulares, la relación entre ambos países se mantiene por ahora en el ámbito institucional y la controversia se interpreta más como un gesto político que como un hecho histórico
La conferencia matutina de este martes volvió a colocar a Claudia Sheinbaum frente a un tema que no deja la atención mediática: la insistencia del presidente colombiano Gustavo Petro en atribuirle un pasado guerrillero ligado al M-19.
La escena ocurrió cuando la reportera Mara Rivera, de Enfoque Noticias, tomó el micrófono y, tras preguntar sobre el caso de los colombianos asesinados en la Ciudad de México, dio un giro directo al tema político.
Rivera formuló así su cuestionamiento: “Bueno, también comentarle o preguntarle si esto afectaría la relación con Colombia, en el sentido de que el presidente, por ejemplo, ha insistido en referirse a usted como exintegrante del M-19”.
Sheinbaum no dudó en contestar: “Nunca fui miembro del M-19”.
La periodista insistió: “Ah, bueno, pues él insiste en llamarla y también, por otra parte, en donde se dice que ha hecho un uso político para utilizar esto”.
La respuesta presidencial fue todavía más clara: “No, no voy a entrar a debate con el presidente Petro, yo creo que es un lamentable episodio, tiene que hacerse la investigación a fondo y, por supuesto, la relación diplomática que tiene que ver con Colombia”.
Petro y la construcción de un relato
Esa declaración, breve y contundente, es el deslinde más reciente de Sheinbaum frente a una acusación que persigue su imagen desde hace más de un año.
El origen de todo está en junio de 2024, cuando Gustavo Petro celebró la victoria electoral de Sheinbaum en México con un mensaje en redes sociales. Aseguró que ella había “ayudado en la clandestinidad al M-19 en México”.
No fue una declaración casual. Petro habló desde su propia biografía, la de un exmilitante del M-19 que logró transformarse en presidente de Colombia.
En septiembre de 2024, el mandatario colombiano dio un paso más allá. En un acto público en la UNAM, afirmó que Sheinbaum había sido “miembro” del M-19.
El señalamiento encendió alarmas. La sola idea de que una candidata presidencial hubiera pertenecido a una guerrilla extranjera levantó suspicacias y abrió flancos de crítica política.
Desde entonces, Sheinbaum ha respondido que nunca fue parte del M-19. Su negativa más categórica ocurrió este martes —en su propio foro: la conferencia de Palacio Nacional—, cuando afirmó: “Nunca fui miembro del M-19; no voy a entrar en debate con el presidente Petro”.
El contraste es claro: él insiste en inscribir a Sheinbaum dentro de la épica de la guerrilla colombiana; mientras Sheinbaum insiste en negarlo y cerrar la discusión.
Conviene recordar que el M-19, una de las principales organizaciones armadas de Colombia, nació tras la denuncia de fraude electoral en 1970. Entre sus acciones más conocidas se encuentran el robo de la espada de Bolívar, numerosos secuestros y la sangrienta toma del Palacio de Justicia en 1985. El grupo se desmovilizó en 1990 tras un proceso de paz, y varios de sus exdirigentes se incorporaron a la política legal, incluido Gustavo Petro.
En ese contexto, el supuesto vínculo de Sheinbaum con el M-19 tendría que ubicarse en los años ochenta, cuando ella estudiaba Física en la UNAM.
Muchos desconocen que México fue refugio de centenares de exiliados latinoamericanos durante esa década, y la universidad era un centro de encuentro. Sin embargo, no existe un solo documento, registro o testimonio verificable que la ubique como militante de la guerrilla. Los únicos señalamientos provienen del propio mandatario colombiano. Y, por el contrario, exfundadores del M-19 han desmentido públicamente que Sheinbaum formara parte del grupo.
Esa contradicción es central. Si quienes integraron la estructura clandestina niegan la militancia de la mandataria mexicana, las palabras de Petro se convierten más en un acto político que en memoria histórica. Varias coberturas periodísticas en Colombia y México apuntan a que la insistencia de Petro responde en todo caso a la construcción de un relato compartido entre las nuevas izquierdas latinoamericanas.
La trayectoria de Sheinbaum, en cambio, arranca en los movimientos estudiantiles y en la investigación académica, no en la clandestinidad armada.
Diplomacia bajo tensión
La insistencia de Petro, además, ha coincidido con momentos clave: la campaña presidencial de 2024, el triunfo de Sheinbaum, su toma de posesión y, ahora, la crisis por los colombianos asesinados en la capital mexicana.
Cada episodio reaviva un fantasma: el de la supuesta militancia de la presidenta mexicana en un grupo armado extranjero. Pero su respuesta ha sido siempre la misma: negar, cortar en seco y rehusarse a debatir con Petro. Su estrategia busca desactivar la polémica y evitar que la agenda de Palacio Nacional se contamine con un tema que pertenece a la historia colombiana, no a la mexicana.
La pregunta de Mara Rivera y la respuesta textual de Sheinbaum son, hasta ahora, la muestra más clara de que ella no piensa prolongar la controversia. Al contrario, busca trasladar la discusión hacia lo que considera central: la investigación del crimen en la Ciudad de México y el mantenimiento de una relación diplomática institucional con Colombia.
En el plano diplomático, la Cancillería mexicana ha mantenido comunicación con Bogotá. La crisis de los cuerpos hallados en la capital obligó a coordinación binacional, pero no ha derivado en un choque abierto.
Lo que sí se advierte es un enfriamiento en el trato personal entre ambos presidentes. Petro insiste en un vínculo simbólico; Sheinbaum responde con su negativa a polemizar y ha puesto distancia. Para la presidenta, resulta prioritario mantener la cooperación en seguridad y migración con Colombia. Para el gobierno colombiano, mantener el respaldo político de México en foros multilaterales. El costo de romper sería alto para ambos.
Por eso, más allá de las narrativas cruzadas, el discurso oficial mexicano se centra en deslindar a Sheinbaum de cualquier militancia extranjera y, al mismo tiempo, en cuidar el equilibrio diplomático.
Tras la conferencia de este martes, lo único verificable es la palabra de Petro frente a la negación rotunda de Sheinbaum y los desmentidos públicos de algunos exfundadores del M-19. Todo lo demás queda en el terreno de la política simbólica, no de la historia documentada.