NÚMERO CERO/ EXCELSIOR
El mayor ganador de las últimas partidas del ajedrez político sucesorio y la configuración del próximo gobierno es el presidente López Obrador, a pesar de decirse al margen del proceso. Pero los astros se alinearon y propiciaron resultados de las candidaturas en las gubernaturas de Morena bien vistos en Palacio Nacional, aunque puedan restar fuerza al liderazgo de Claudia Sheinbaum.
Una interrogante clave sobre el relevo en la CDMX se despejó con la elección de Clara Brugada, como en un alineamiento planetario con la órbita de la paridad de género, pese a finalizar muy atrás de García Harfuch en las encuestas. El desenlace es una victoria para los núcleos duros del movimiento obradorista, que se rebelaron contra el favorito de las encuestas y del aparato partidista para volcarse con la exdelegada de Iztapalapa, con quien han caminado hace más de dos décadas junto con López Obrador.
La cuadratura al círculo en CDMX y otros ocho estados ha sido la primera gran prueba para Sheinbaum por asechanzas de división interna y respeto a su liderazgo. La polémica sobre el “super policía” sin militancia que sirvió a su gobierno, condujo al dilema del prisionero en que, finalmente, optó por ceder y cooperar para eludir el efecto Ebrard o brazos caídos de las bases morenistas en la capital. Una lección del sacrificio de Harfuch es que el bastón de mando no es vara mágica para crear la percepción de triunfo de un candidato sin operación política con otros jugadores en la toma de decisiones. Su mayor preocupación ahora es que Brugada pueda alcanzar el voto de clases medias que buscaba con Harfuch ante el temor de repetir su mayor descalabro político en la capital en 2021.
Pierde ganando o gana perdiendo al saber cooperar y transigir para resolver el dilema. La contención y negociación es lo más revelador del sello propio que puede tener su futuro gobierno, desde una posición menos confrontativa y polarizante que la presidencia de López Obrador. Aunque también con un liderazgo más precario, que requiere de las urnas para afianzarse y de la conclusión del mandato de su líder y mentor político.
Para lograrlo sabe que necesita a López Obrador como principal activo de Morena. El Presidente recibió más que satisfecho los resultados hasta elevar su pronóstico de votos de 2024 por arriba de su marca de 2018. También fue un gesto para arropar a Sheinbaum tras perder el alfil con el que dio más resultados en seguridad en la capital. Pero el optimismo y la seguridad del Presidente parece deberse sobre todo a su propia marca de bateo en el tablero político de la sucesión. De las últimas jugadas hacia 2024 no solo encuentra motivo para sentirse contento con el resultado de las candidaturas morenistas, también por el alineamiento de los astros para retener a Marcelo Ebrard de su huida a MC y de ver en su lugar a Samuel García con el que tanto simpatiza.
Por supuesto no podría negar que ve bien el triunfo Brugada, tampoco el impacto de su reprimenda en la indecisión de su excanciller, y menos las aspiraciones en MC de uno de los pocos opositores que cuida y habla bien. Todo consecuencia de las órbitas de los planetas que se cruzan con la del sol desde una perspectiva terrestre como la de Palacio Nacional; la destreza de un toletero político acostumbrado a hacer que las cosas pasen con la fuerza presidencial, y al que se le ve poca gana de dejar la partida, ni abandonar el estadio, al menos hasta consolidar el resultado en las urnas y el escenario del gobierno que saldría de ellas.
El Presidente ganó tres entradas clave para 2024 y sobre la dirección del próximo gobierno si, como dicen las encuestas, la 4T refrenda la presidencia. Los barruntos de división que se visibilizaron en el acto de Sheinbaum en la Arena México fueron acallados por los resultados, aunque no desaparezcan en todos los estados; se atempera la amenaza de la mayor ruptura de Ebrard hasta nuevo aviso y el gobernador de Nuevo León en la contienda fragmenta el voto opositor.
Mucha reflexión dejará la sacudida del tablero sucesorio tanto a los planes de campaña y la construcción del gobierno de Sheinbaum, como a los que temen que el actual no tenga planes de irse como dice en 2024.