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Todos hemos escuchado aquello del “efecto mariposa”. Sintéticamente es una expresión de cómo cosas aparentemente inconexas una con otra tiene en el fondo un encadenamiento generador de causalidades imprevistas. Dicen: un papaloteo de mariposa en el Amazonas intervienen en la danza torcida de un tornado en Texas.
Obviamente el efecto ya dicho, con todo y sus parpadeos de mariposa tiene mucho de simbólico, al menos en su enunciado. Ya en el lejano 1972, en una conferencia de la American Association for the Advancement of Science (AAAS), en el MIT, con el título: Predictability; Does the Flap of a Butterfly’s wings in Brazil Set Off a Tornado in Texas?, (Predictibilidad, ¿El aleteo de una mariposa en Brasil hace aparecer un tornado en Texas?), Edward Norton Lorenz usó la imagen para explicar el comportamiento caótico de los sistemas inestables (WKP).
Quien mejor ha explicado estas cosas –más allá de lo político, como pretendo hacer posteriormente–, ha sido Ray Bradbury, el gran cronista de Marte, quien nos dijo en su hermoso y visionario cuento “El ruido del trueno” sobre las cadenas del caos y el tiempo:
“…Con la muerte de ese hombre de las cavernas, un billón de otros hombres no saldrá nunca de la matriz. Quizá Roma no se alce nunca sobre las siete colinas. Quizá Europa sea para siempre un bosque oscuro, y sólo crezca Asia saludable y prolífica. Pise usted un ratón y dejará su huella, como un abismo en la eternidad. La reina Isabel no nacerá nunca, Washington no cruzará el Delaware, nunca habrá un país llamado Estados Unidos. Tenga cuidado. No se salga del Sendero. ¡Nunca pise afuera! -Ya veo –dijo Eckels-. Ni siquiera debemos pisar la hierba. -Correcto. Al aplastar ciertas plantas quizá sólo sumemos factores infinitesimales. Pero un pequeño error aquí se multiplicará en sesenta millones de años hasta alcanzar proporciones extraordinarias. Por supuesto, quizá nuestra teoría está equivocada. Quizá nosotros no podamos cambiar el tiempo. O tal vez sólo pueda cambiarse de modos muy sutiles…”
Pero todo esto nada más me sirve para reflexionar en un tema grave: la propagación de los cárteles mexicanos de la delincuencia organizada y el narcotráfico a otros países del mundo.
Si ya hace unos días la DEA nos advirtió cómo se han expandió las redes mexicanas del crimen, apenas anteayer en Ecuador fue asesinado un candidato presidencial en campaña: el señor Fernando Villavicencio cuyo asesinato nos toca de manera directa a los mexicanos, o nos debería al menos mover a preocupación, porque casualmente el caballero hoy muerto, había denunciado amenazas de los cárteles mexicanos cuyo asentamiento en la mitad del mundo (literalmente), ha ampliado su mercado y su influencia, en parte gracias a una política ajena a la contención criminal, denominada en la fórmula de mercadotecnia populista, “Abrazos; no balazos”.
Obviamente esta inferencia no es cosa del difunto; nunca lo dijo él (lo de los abrazos, etc.; lo otro, las amenazas y su origen, sí), pero los mexicanos, al menos este mexicano, advierte algo muy simple: si las bandas criminales de este país no son exterminadas las bandas; no las personas, estas deben ser procesadas y penalizadas), seguirán creciendo, como describe Marx la expansión del capitalismo, hasta su fase superior, el imperialismo.
“…(El país).- El candidato presidencial de Ecuador asesinado a balazos, Fernando Villavicencio, había denunciado las amenazas de un grupo criminal unas semanas antes. El político ecuatoriano dijo ante los medios que Los Choneros, un brazo armado local del Cártel de Sinaloa, le había avisado de que atentaría contra él y su grupo de campaña si seguían refiriéndose a ellos.
Área del asesinato de Fernando Villavicencio
Área del asesinato de Fernando Villavicencio EFE
“Esto lo que hace es confirmar que, efectivamente, nuestra propuesta de campaña afecta gravemente a estas estructuras criminales. Y aquí estoy yo, dando la cara. No les tengo miedo. 20 años me he jugado en este país en contra de estas estructuras delictivas, y les reitero: no les tengo miedo”, afirmó en las imágenes difundidas en internet…”
Y es cierto, ahora –como nunca—ya no puede tenerles miedo.
Hoy vivimos la etapa mayor de la criminalidad mexicana, mientras el gobierno se alza de hombros y el presidente prefiere seguir en su papel pendenciero contra jueces, periodistas, fiscales incómodos, delincuentes de cuello blanco, intelectuales, científicos y todo aquel cuya opinión o conducta resulte adversa a sus fines papales de pastoral demagogia y catequesis evangélica de su muy personal doctrina mientras conduce una campaña presidencial para reelegirse por interpósita persona, como ya le ha quedado claro hasta a los más idiotas de la comarca.
Por eso vale la pena leer el editorial de uno de los principales diarios ecuatorianos. “El universo”:
“Tres balas no solo apagaron la vida de un candidato presidencial. Ecuador quedó impávido, impotente, impactado, indignado.
“Fernando Villavicencio fue asesinado al caer la noche del 9 de agosto de 2023. Sin importar la custodia policial los sicarios se acercaron a él y descargaron sus armas. En este momento de indignación ¿qué puede decir el Estado?, ¿qué va a pasar en el país?, ¿quién responde por este nuevo crimen que es noticia internacional? Demasiadas preguntas sin respuesta.
“En Carondelet, el Gobierno se mantiene reunido a la hora en que subimos este editorial. En las calles hay impotencia y dolor, más allá de las tendencias, de las simpatías políticas o las preferencias. Es inaudito que a once días de las elecciones presidenciales uno de los postulantes del que se sabía estaba amenazado haya sido asesinado.
“Las mafias que mataron a Fernando Villavicencio buscan sembrar el terror en el país. Las respuestas no pueden ser tibias, los ciudadanos no están pidiendo contundencia, la exigen, la gritan.
“En su discurso, Villavicencio –que no es el primer político asesinado en medio del actual periodo electoral– no se limitó en hacer denuncias.
Ya el político no está, su familia, sus amigos, sus seguidores cargan con el dolor. El Ecuador carga con la indignación y también con el miedo de salir a las calles. El país carga con la rabia de no poder confiar en que esta vez habrá justicia, pero no hay derecho a perder la esperanza de que podemos tener mejores días, como ciudadanos reiteramos la exigencia de vivir en paz. La sombra de la noche no puede ser el destino de Ecuador, no hay cabida para el odio, la delincuencia ni la inoperancia”.
Abrazos; no balazos.
Gracias.