Un concepto que destacó en el discurso de toma de protesta de nuestro nuevo presidente fue su rechazo, denostación y hasta odio al llamado “neoliberalismo”. Parece ser que AMLO ha encontrado al enemigo invisible, maléfico que todo lo devora como Leviatán, eso es el Neoliberalismo, al que le debemos todos los males del país.
Sin embargo, no estamos seguros con qué lo quiere substituir. La definición del vocablo neoliberalismo según la Real Academia Española es:
“Teoría política y económica que tiende a reducir al mínimo la intervención del Estado.”
Con esto infiero que a AMLO le gusta pregonar que la intervención del Estado en la economía es la salvación. En su discurso, deseó regresar a las políticas del Secretario de Hacienda Antonio Ortiz Mena, quien fungió como tal en las administraciones de los presidentes Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz.
En estos períodos presidenciales tuvo su culminación la época llamada del “Desarrollo Estabilizador, en donde el Estado intervenía en todos los aspectos de la economía nacional, controlando los precios internos, tanto los de producción agrícola como industrial, los de los servicios públicos, de los alimentos y medicinas, dejando al libre mercado muy poquitas cosas.
En cuanto al comercio exterior, en esta época existía la política de substitución de importaciones, en donde el Estado controlaba casi todo lo que se importaba, a través de un sistema de permisos previos de importación. También el Estado impulsaba la generación de monopolios públicos y privados, impidiendo la competencia en muchos mercados, principalmente los de importación, impulsando a productores de toda clase de bienes, como los automóviles, electrodomésticos, radios, televisiones, línea blanca, etc., cerrando la frontera a los insumos de producción, dejándolos únicamente a los productores autorizados para dejarles el mercado libre de competencia.
Sin embargo, el Desarrollo Estabilizador fue el más grande aliciente para generar lo que AMLO llama la “mafia del poder”, entrelazando al poder económico con el poder político. Con esta gran intervención del Estado en la economía, fue fácil para los empresarios asociarse con los políticos, ya que los primeros sabían hacer negocios y los segundos, con el poder del gobierno, lo aderezaban protegiéndolos en aras del “interés nacional”, para hacer crecer la economía.
En efecto, en la época del desarrollo estabilizador creció la economía, pero no para el pueblo, que se mantuvo en altos niveles de pobreza, porque el gobierno también brindó protección a sus socios, creándoles sindicatos a modo con la CTM y otras centrales obreras auspiciadas por el gobierno, manteniendo a raya a los trabajadores de México para que los empresarios crecieran en un ambiente de laboratorio; protegidos de la competencia nacional e internacional y manteniendo los costos laborales a los niveles más bajos posibles.
Lo que es verdaderamente contradictorio del discurso y visión del presidente en contra del neoliberalismo, es el querer regresar al sistema que creo ese terrible maridaje del poder político y económico en México y mantuvo al pueblo en la pobreza, a pesar de los altos niveles de crecimiento de la economía.
Además, tenemos que considerar que una economía y decrépita crece más rápido que una economía grande y robusta como la que ahora tenemos.
¿Entonces porqué con las políticas neoliberales no hemos crecido y los pobres se mantienen en ese deplorable estado? Mi respuesta al respecto es, porque nunca en México hemos tenido una verdadera política neoliberal. Porque en nuestro país persisten los monopolios y el gobierno los ha protegido, no con los métodos usados en la época del Desarrollo Estabilizador, pero sí con el obsoleto, injusto y anquilosado sistema que fija los salarios mínimos; con el control sindical en base a una tardía reforma laboral a fondo; no respetando las leyes de competencia económica, impulsando las feroces intermediaciones en el agro, permitiendo las colusiones y carteles en los bancos, generando obstáculos burocráticos al libre mercado en el interior de nuestra economía, manteniendo un sistema fiscal que estrangula a los emprendedores e impulsa a los oligopolios, y muchas razones más.
Creo que AMLO sí actúa con intención de mejorar al país, pero creo que se equivoca en el diagnóstico. Veo visos de que quizás comprenda esto, al impulsar un claro sistema neoliberal en la Frontera Norte al proponer una Zona Libre, bajar el ISR y el IVA a niveles de competencia internacional, homologar el precio de los combustibles y el de la electricidad con los imperantes en la Frontera Sur de Estados Unidos, e impulsando el incremento de salarios, en base al aumento del mínimo. Todo ello es una clara política neoliberal, pero no le digan a AMLO porque lo podemos sorprender.
Si AMLO nada más usa como retórica política el demonio del “neoliberalismo” que así sea, pero que no haga cosas que generen otra “mafia del poder”.