Por José Santos Navarro
A sus 73 años de edad, el cardenal Norberto Rivera Carrera, pidió perdón a todos aquellos –dijo-: a quienes ha ofendido, decepcionado y a quienes no ha sabido entender, esto, durante la misa dominical en la Catedral Metropolitana al cumplir 20 años al frente de la Arquidiócesis Primada de México, pero, en dos años más, cuando cumpla 75, habrá de jubilarse de acuerdo a la legislación de la iglesia católica.
El 26 de julio de 1995 el arzobispo Norberto Rivera Carrera tomó posesión del cargo en la Basílica de Guadalupe. En veinte años ha visto el paso de cuatro presidencias de la República en un trato cercano, a veces cortés y otras de tensión con las autoridades principalmente de la Ciudad de México. En todos esos años, la pobreza en México se mantiene como tema inevitable y reclamo a los gobiernos en turno.
Rivera Carrera pidió a sacerdotes, religiosas y laicos continuar trabajando para que “la iglesia tenga vida”; agradeció a todos los católicos su apoyo. “Gracias por su amor a la iglesia, por su colaboración, cariño y oraciones”; consideró escandaloso que en la ciudad de México se desperdicien miles de toneladas de alimentos mientras “una multitud vaga hambrienta por las calles porque no hay quien les reparta la riqueza que no es sólo para unos cuantos”, dijo el representante de Cristo.
El purpurado apuntó que en México no se pueden levantar los hombros ante el hambre y la pobreza, criticó a quienes desperdician el agua y, a las autoridades que usan malas tuberías y dejan sin tratar y sin inyectar los mantos acuíferos para un mejor abasto. Durante la misa, la Arquidiócesis hizo un reconocimiento al cardenal Rivera Carrera, pues recordaron que el 18 de junio de 1985 fue designado sucesor del cardenal Ernesto Corripio Ahumado.
Al término del oficio religioso, el cardenal inauguró una exposición fotográfica de vida como sacerdote, en la que se destacan los encuentros que sostuvo con los Papas: Juan Pablo VI; Juan Pablo II; Bendicto XVI y Francisco.