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Se entiende que, en una democracia las mayorías son las que mandan y en México, en la más reciente elección presidencial Claudia Sheinbaum gano los comicios, según las cuentas de Morena, con 36 millones de votos. ¿Esto podría llamarse una mayoría, cuando el Padrón electoral cuenta cerca de 100 millones de personas?

Se podrá argumentar infinidad de cosas, empezando por qué no salieron a votar o que esos votos están distribuidos en los otros partidos políticos y por ello, la oposición, no alcanzó esa mayoría y quizás sean acertados esos argumentos. Pero no puede permitirse que utilizar el argumento de una mayoría para destruir lo que muchos años ha costado al país para construir no solo Instituciones fuerte en el ámbito electoral, sino organismos autónomos que fueron, durante su existencia, un contrapeso ante las decisiones de gobiernos que pensaron que gobernar es ser dueño de todo.

Los mexicanos que votaron y lo que no votaron, saben que su voto no es un cheque en blanco, que puede utilizar el gobernante para no obedecer las leyes o para modificar leyes a modo que le permitan perpetuarse por años.

Todos entendemos que el gobierno debe rendir cuentas a la población y si no lo hace estaremos frente a un autoritarismo que hará lo que le venga en gana, gastara los recursos públicos, que son de todos los que pagamos impuestos, para beneficiar a familiares y amigos, argumentando obras que salen muy caras y que el tiempo para concluir estos proyectos va más allá de seis años.

Ahora que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, amenaza al gobierno mexicano de imponer un incremento en los aranceles de los productos mexicanos que entran a su país, si el gobierno federal mexicano no cumple con sus peticiones, es el momento justo para que nosotros pidamos cuentas al gobierno federal, a todos los servidores públicos a quienes con el voto popular se le otorgo la confianza suficiente para encontrar las soluciones precisas y erradicar los problemas que durante años azotan a nuestra país.

No puede ser valido que las excusas para evitar resolver los problemas se cubran bajo los conceptos de soberanía, libertad e independencia. Porque no existe la soberanía, cuando un gobierno no hace su trabajo para todos y solo lo hace para unos cuantos. No existe la libertad cuando coartan las oportunidades de escoger y la población se siente casi rehén de los grupos criminales y no existe la independencia cuando es una sola persona o un grupo de personas quienes deciden el rumbo del país.

Porque la destrucción de un país nunca será meritoria de aplauso o de continuidad. Necesitamos una verdadera democracia donde el gobierno decida junto con la gente, que se aplique un estado de derecho donde la certidumbre de que las cosas se dirimirán con dialogo y apegadas a derecho, y donde la justicia se aplique con base en las leyes, pero que estas no sean modificadas para favorecer al gobierno en turno, sino que las leyes sean precisas claras y permanentes.

No permitamos más que la regresión hacia el autoritarismo se instale, porque ahora es más voraz. Este autoritarismo, donde busca que una pequeña oligarquía política sean la dueña del país, de sus recursos de las voluntades de la gente no tiene cabida en México.

No podemos ser cómplices de la invisibilidad y ahora sometimiento de uno de los tres poderes de la república, el Judicial, porque no camina en el mismo riel que los otros dos poderes. Porque de hacerlo así, estaremos dando todas las facilidades para que este autoritarismo disfrazado de humanismo simplemente siga dando migajas a la población, mientras que ellos se hartan con millones de pesos, lujos e impunidad.

Estos gobiernos de la 4T que han criticado a los gobiernos del PRI porque los problemas se iniciaron en ellos. Ahora que tiene la oportunidad de resolverlos, pero no lo hacen y pareciera que quieren que estos se prolonguen porque de ahí sacan más provecho. Para seguir haciendo que la gente mire lo pasado y no lo presente. Un presente que es mucho más voraz.