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NÚMERO CERO/ EXCELSIOR

La tormenta financiera que azotó al peso anticipa el temor a una temporada de ciclones en los mercados globales en el segundo semestre de 2024. Igual que las perturbaciones atmosféricas, irrumpen con fuerza irracional a cualquier síntoma de debilitamiento de la economía o reformas que consideren peligrosas, como las que se debaten en México a la justicia o a los órganos autónomos. ¿Cuánto incidirán sus vientos huracanados en ellas? Para nadie es un secreto que el poder financiero internacional, en muchos casos, es superior al de gobiernos y organismos internacionales. Como se llega a llamar “el poder sobre el poder”, con fuerza para sancionar con corridas de capital políticas nacionales y reformas que no les gustan o estrategias de inversión, como esta semana, cuando abrieron una tromba de 20 billones de dólares para desactivar el carry trade en Japón por mejores rendimientos de tasas de interés.

La pregunta obligada es qué puede y hará México ante los riesgos de la fragilidad de la economía mundial que evidencio el shock financiero japonés y, particularmente, para sortear turbulencias por la inminente aprobación en septiembre de reformas de gran calado a la justicia; y más tarde, la calificación al plan contra el déficit fiscal del nuevo gobierno de Sheinbaum en el presupuesto para 2025. Pero la cuestión no se trata sólo de la dudosa capacidad para estabilizar la economía de ataques financieros, sino del juego político detrás de éstos. Para el gobierno, aguantar sus presiones si castigan sus reformas; mientras que sus detractores aguardan con la esperanza de que limiten su alcance si tienen la votación perdida en el Congreso. También medir qué tanto cambiarán las reglas del juego con el gobierno de Sheinbaum.

Desde que los inversionistas sacudieran los mercados por el triunfo arrollador de Morena en el Legislativo, López Obrador fijo postura declarando que “la justicia está por encima de los mercados”. En esa apuesta anticipaba ir con todo con su paquete de 18 reformas antes de entregar el poder a Sheinbaum en octubre; y ahora, tras el “lunes negro”, dobla la apuesta al decir que llegará a su último día en la Presidencia sin las temidas devaluaciones que antes dejaron crisis financieras al finalizar otros sexenios. Incluso, dijo, el país puede “aguantar un poco más” la caída del peso, en referencia a la inestabilidad financiera mundial y un eventual choque con sus reformas.

La victoria de Sheinbaum, anticipada en todas las encuestas, no sorprendió a los inversionistas. Pero castigaron su amplia mayoría en el Congreso por dejar vía libre a reformas constitucionales y el temor a desequilibrios en la balanza de poder a favor de la Presidencia. Su mensaje frente al castigo de los mercados fue procurarlos con señales de confianza, como la ratificación de Ramírez de la O en Hacienda y las promesas de reducir agresivamente el déficit fiscal desde 5.9% a 3.5% en 2025 para devolver la calma. Esas señales se leen como indicio de una actitud distinta a la de López Obrador, aunque los bancos y grandes empresas han tenido ganancias históricas en su sexenio. Y si bien parecieran indicar que mirará más a los mercados, también lo es que tiene menor margen de maniobra que el de López Obrador en su Presidencia. Eso podría llevar a pensar en nuevas reglas que reconozcan mayor fuerza a los inversionistas por no tener otra opción, además de un panorama económico más complicado por factores externos, como barruntos de recesión en EU, la crisis de Oriente Medio y la inestabilidad financiera global; también internos, por los síntomas de enfermedad crónica de la inflación, la deuda y el mayor desafío de la consolidación fiscal.

Por paradójico que parezca, esa lectura habría sido más certera si su triunfo no hubiese sido tan amplio y tuviese una oposición más fuerte. Si la mayoría en el Congreso significa más poder para la Presidencia, también representa menos espacio para manejar la resistencia en Morena y sus bases en que muchos grupos coinciden con López Obrador en no ceder el proyecto político a las exigencias del mercado. Sheinbaum ha enviado mensajes de calma a los mercados y evita atizarlos como López Obrador, incluso tiene mejor interlocución, pero los cambios en el discurso no necesariamente indican nuevas reglas de juego. Esa duda, en todo caso, comenzará a despejarse en la forma como libre la temporada de ciclones.