Cuando escribí esta columna se anunció con bombo y platillo la conclusión de las negociaciones del Tratado de Libre Comercio entre México y Estados Unidos. En principio, parece ser que fue una buena negociación en donde ambas partes salen ganando. Sin embargo, personalmente tengo algunas dudas y suspicacias que me hacen poner en tela de juicio este aparente triunfo comercial mexicano. Antes quiero aclarar que ojalá y esté equivocado y que, conforme se vayan aclarando las cosas y se de a conocer claramente los términos de lo acordado se disipen para bien, estas suspicacias y preguntas.
Apunto algunas de estas dudas y suspicacias:
1. Estados Unidos tiene un sistema jurídico que permite a su Poder Ejecutivo, es decir, a su presidente, negociar un tratado libremente y el Congreso lo aprueba o desaprueba, pero no entra en detalles de las particularidades de este. A esta facultad se le conoce en la jerga legislativa como fast track, cuya traducción del inglés es algo así como “vía rápida”.
Esta facultad fue usada por Estados Unidos para aprobar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Sin embargo, ahora, Trump se desvió, hasta donde yo tengo entendido, de la facultad del fast track, ya que pretende hacer un tratado bilateral con México, inclusive le quiere quitar la denominación de NAFTA que son las siglas en inglés del Tratado de Libre Comercio de América del Norte o TLCAN.
Por lo anterior, teóricamente sería posible que el Congreso estadounidense pudiera objetar alguna de las disposiciones del acuerdo con México.
2. Otra situación que me provoca dudas es por qué Estados Unidos prefirió negociar solo con México el tratado, cuando el mismo fue diseñado para que operara considerando a la parte Norte del Continente Americano como una región comercial, y ahora pretende Trump tener dos tratados bilaterales, uno con México y otro con Canadá, y no uno trilateral como el TLCAN.
Me pregunto, ¿qué es lo que Trump desea evitar teniendo dos tratados bilaterales, qué ventaja ve para Estados Unidos con esto? Seguramente, las ventajas que obtenga Estados Unidos con este esquema serán, de una manera u otra, perjudiciales tanto para México como para Canadá.
¿Cuál es la razón por la que el gobierno de Peña Nieto quiso hacer este acuerdo por separado de Canadá y por qué no quiso esperarse a que entrara el nuevo gobierno, qué es lo que quiso lograr o evitar.
Eso, ¿será bueno para México o únicamente bueno para algunos intereses particulares de la gente que EPN quiere arropar?
3. Desaparece la cláusula de temporalidad del tratado, la llamada sun set clause, que se traduce como la cláusula de “puesta de Sol”, que es una expresión en inglés que emula el fin del día. Esto es un triunfo para México en su negociación.
Se aumenta en la industria automotriz la obligación de contenido regional a un porcentaje razonable. Esto beneficiará tanto a Estados Unidos como a México, induciendo a los fabricantes automotrices a llevar a cabo entre los dos países una mayor integración de los componentes de esta industria, ayudando a su mayor crecimiento en la región.
Pero aún no se sabe qué pasará con las demás áreas de la economía y si perdimos oportunidades en los capítulos de energía y los agrícolas de hacer palanca para obtener más beneficios en rubros en donde México tiene debilidades.
4. Finalmente me pregunto, ¿qué pierde México con Canadá al tenerla separada de la negociación, cuáles consecuencias derivarán de este divorcio, o bien, si es una estrategia diseñada con el consenso de Canadá para lograr el avance en el tratado y evitar las veleidades de Trump?
Estas y muchas otras preguntas me hago con esta situación. El gran problema que tenemos en México es que no existe confianza en nuestras autoridades que se han siempre visto más que solícitas con el gobierno de Trump, y nos generan dudas de si no estarán las autoridades haciendo una negociación que únicamente beneficiará a ciertos intereses particulares que estén perversamente interrelacionados con las redes gubernamentales.
No vaya a ser que el gobierno de Peña Nieto se despida de este nefasto régimen priista con una sorpresita para los mexicanos dejándonos una herencia que nos cueste por mucho tiempo.
Pero concluyo reiterando mi deseo de equivocarme y pedir de rodillas perdón por lo que estoy diciendo y dudando, y que todo sea para beneficio de nuestro país en su economía y perspectivas de crecimiento, que de a nuestra nación un futuro promisorio.