NÚNERO CERO/ EXCELSIOR
La pregunta clave para México en la zozobra ante Trump es qué grado de incertidumbre podrá soportar Sheinbaum hasta calmar al dragón, o ceder. La perspectiva es resistir más de la mitad de su sexenio a un poder inquietante y resuelto a usar cualquier medio para frenar el declive de la potencia mundial y mantener viva la promesa electoral de devolverla a una “edad dorada”. Decía Einstein que la inteligencia se mide por el volumen de incertidumbre que se es capaz de soportar. La Presidenta se defiende con serenidad y paciencia –como recomendaba Kalimán– para sobrellevar y hasta tolerar amenazas y sacudidas en migración y fentanilo; pero no es claro si será suficiente cuando active el arma más dañina para la economía mexicana para forzar a contenerlos: los aranceles. Trump es la mayor prueba a la fortaleza y límites a su voluntad de diálogo y “cabeza fría”, aunque evitar el choque directo tampoco asegura escapar de la boca del león y del daño de sus zarpazos. Un dilema para un estadista…
Trump finalmente aprobó el duro golpe de imponer tarifas de 25% al comercio con México, Canadá y China, que justifica por migrantes y drogas, pero en clara violación al T-MEC. Se cierra un primer momento de angustia que inició con el aviso el primer día de su mandato, pero sólo para abrir otros nuevos tiempos de ansiedad y desasosiego, que también afectan a los consumidores estadunidenses con inflación y carestía. Pero tampoco le importa, porque no se trata de una lógica económica, sino de un thriller psicológico de miedo.
El mayor reto no es el caos de su “revolución económica”, sino la incertidumbre permanente de una estrategia que hace del miedo su mensaje para confundir y negociar desde posiciones de fuerza; que continuará con formas más o menos violentas, a veces amigables, con mejores y peores resultados, los próximos cuatro años. Pero el temple de Sheinbaum está a prueba por la acechanza de una guerra comercial que sirve para todo menos a la economía. Cuando apenas concluía las reformas heredadas de AMLO y empezaba a marcar el ritmo de su gobierno, debe concentrarse en una crisis migratoria que “abraza” sin chistar y en el impacto económico de tarifas que enfilan a una recesión. Pero ni así las interrogantes se despejan: los aranceles ¿serán permanentes o hasta ver resultados en migración y drogas?, ¿representan el fin del T-MEC o un cambio en el modelo de comercio en Norteamérica?, ¿hasta dónde el intervencionismo contra los cárteles o la vuelta obligada de México al nacionalismo?
En el lugar de la vulnerabilidad de la paciente espera, la Presidenta se pertrecha en la retaguardia de planes A, B y C para mitigar los peligros y tranquilizar al país; desde la posición de debilidad por la actuación impredecible de un personaje mercuriano como Trump, pero del que depende el curso de 80% de las exportaciones del país. ¿Qué terreno prepara? ¿Pueden planificarse respuestas de miles de manufacturas y servicios afectados, desde la industria automotriz, energía, y hasta aguacate? Paradójicamente, las políticas proteccionistas y nacionalistas de Trump no son novedad ni sorpresa, acaso la diferencia es el enorme poder para llevarlas a cabo y el aprendizaje de errores de su primer mandato. Si bien Ebrard califica sus medidas de “error estratégico”, casi ninguna acción del gobierno mexicano lo persuade de necesitar al país o del equivoco de su “revolución económica” conservadora de una rara mezcla de aislacionismo y expansionismo que pone un muro a la integración de Norteamérica.
En vez de eso, lo único claro con la incerteza de Trump es que, por un lado, siempre dedica toda su capacidad mental a encontrar culpables y exaltar, como un redentor, la “pureza” de motivos que lo impulsan al conflicto; ya sea por atacar una “alianza del crimen con el gobierno mexicano”, las drogas que “matan” a sus ciudadanos o la “basura” de la migración. Por otro, el populismo que reduce la solución de su déficit comercial o la rivalidad tecnológica con China a lograr que todos los demás paguen o se lleven su dinero y la producción a EU.
Este sólo ha sido un episodio de “Trumpeconomics”, pero la zaga de su agenda económica proteccionista y expansionista tiene muchos pies de película que contar con el poder de las mayores compañías de redes dentro de su gabinete. ¿Qué sigue en la serie de la zozobra de Trump?