NÚMERO CERO/ EXCELSIOR
Para decirlo en términos futbolísticos, el caso de Cuauhtémoc Blanco es un pase a gol en una portería largamente resguardada de denuncias por corrupción y, ahora, acusaciones por delitos sexuales. Este affaire en que también está enredado el exfiscal de Morelos, Uriel Carmona, es una oportunidad de matar a dos pájaros de un tiro para atacar un sistema de protecciones que erosiona la imagen de Morena y de la justicia.
Es una ocasión para convencer del compromiso de Sheinbaum de “no encubrir a nadie”, en medio de una polémica de alto impacto por la visibilidad mediática del exfutbolista metido a la política hace 10 años. Así tendría que ser en todos los casos de denuncias de autoridades y funcionarios del entorno del oficialismo, pero la mandataria, además, ha empeñado su palabra en ir a fondo en las investigaciones; aunque el exgobernador de Morelos y ahora diputado de Morena tenga fuero parlamentario.
El Congreso dio entrada a una solicitud para retirarle la inmunidad por el presunto delito de violación a su hermana; que presentó sorpresivamente el exfiscal de Morelos antes de que, a su vez, fuera desaforado y destituido por los diputados locales. Si la postura de Sheinbaum fuera una señal para sus legisladores en la comisión instructora del desafuero, la petición abriría la puerta para que Blanco llegue a los tribunales por ésta y otras acusaciones de corrupción; sería una muestra de que no tiene manto protector, a diferencia de otros gobernadores emproblemados y sujetos a severos escándalos, como el de Sinaloa o el de Tamaulipas, con la justificación de no abrir flancos a la oposición; aunque sí a la impunidad.
La mediatización del caso, que ocupa las primeras planas desde la semana anterior, es de esas coyunturas en las que los gobiernos dejan ver las costuras, especialmente de quien ha hecho de la regeneración de la vida pública y el combate a la corrupción sus principales banderas políticas. Y, si se puede decir, incluso aún más pertinente en un momento en que el país cae al peor lugar de su historia en percepción de corrupción y el poder impone razones políticas para tapar casos dentro de sus filas.
Las denuncias de corrupción y vínculos con el narco contra Blanco fueron desoídas desde el gobierno de López Obrador y tampoco contaron para Morena, imprimiendo un halo de interrogación a los motivos de esa cobertura. Ni siquiera han querido pronunciarse sobre la acusación de violación, aunque con la jugada del desafuero parecen desmarcarse contra la voluntad del viejo delantero, aunque entre algodones de no prejuzgar el caso.
Una jugada que marca el curso del partido, para seguir con el argot futbolero, fue la buena jugada de la gobernadora de Morelos, Margarita González, de denunciar a su antecesor por unos 40 millones de pesos en operaciones irregulares en su administración. La Fiscalía estatal ratificó también la solicitud de desafuero, aunque rechaza la movida de Carmona por considerarla chantaje. En cualquier caso, el affaire Blanco-Carmona es un saldo en las rebajas para sacudir los viejos reflejos de silenciar las faltas cuando son del equipo y pitar al adversario; aunque tampoco haya certeza de evitar la impunidad, como ocurrió con los implicados en Odebrecht o en la Estafa Maestra.
Eso es lo importante del caso que, además, implica delitos de alto impacto, como la acusación a Carmona de encubrir el feminicidio de Ariadna López y otros atropellos a la justicia durante sus siete años en la Fiscalía de Morelos; o la de violación contra Blanco, que niega y trata de burlar con una “cuauhtemiña” a la justicia al intentar victimizarse con la preparación de una ley que protege a los hombres de acusaciones infundadas de abusos sexuales para extorsionarlos como a él.
Al ídolo del futbol mexicano se le achica la cancha en el Congreso y acusa “guerra sucia” o “fuego amigo” en otra señal de distanciamiento de sus correligionarios. Lo dice porque un legislador “clave” que puede sacarlo del refugio de su curul es un antiguo adversario de la misma coalición de Morena, el diputado de Encuentro Social, Hugo Eric Flores, presidente de la Sección Instructora. Otro lesionado en su polémica historia que impulsó su candidatura a la gubernatura de Morelos en 2018 y distanciados desde 2023 por denuncias públicas de irregularidades en su gobierno.
El tiempo del partido se acaba para Blanco y las señales indican que está ante su última “cuauhtemiña” a la justicia.
Las opiniones expresadas por los columnistas son independientes y no reflejan necesariamente el punto de vista de LINEAPOLITICA