Quien asuma la presidencia para los próximos años, tendrá que rodearse con expertos y conocedores del tema que le corresponda como secretario, subsecretario o director del área que se le asigne con el objetivo de encontrar soluciones rápidas y eficaces para impedir que México presente una crisis económica que envuelva a los demás sectores productivos.
Deberemos recordar que el déficit fiscal que dejara esta administración será cercano al 6 por ciento con relación al PIB nacional, indicador que deberá, a lo largo del año, presentar una baja sin ser motivo de preocupación económica en el país.
Esto se traduce en convencer a los inversionistas nacionales y extranjeros que aplicar sus recursos económicos en México será una granita de dividendos favorables y que servirán para incrementar la infraestructura del país para aprovechar la oportunidad que sigue ofreciendo el nearshoring.
El convencimiento hacia los inversionistas deberá ser con la credibilidad de la próxima administración de manejar bien los presupuestos anuales para evitase desequilibrios enormes en los sectores productivos.
Y es que reducir el déficit que dejara la presente administración será el principal reto de quien asuma el poder Ejecutivo, porque México ya no cuenta con esos fondos y fideicomisos que por lo menos paliaban algunos problemas de los gobiernos estatales y municipales.
Esto tendrá que realizarse a través de establecer una verdadera política fiscal que permita mayor recaudación sin lastimar a los sectores productivos. Esta deberá estar principalmente en las adunas, donde por muchos años ha sido una enorme problema que presenta un hueco por donde se pierden muchos recursos económicos y financieros.
También deberán aplicarse políticas públicas que permitan el crecimiento de la economía sustentable y que sea mayor al 3 por ciento en los dos primeros años y después sea de 5 o 6 por ciento.
Claro todo esto bajo una disciplina financiera que no incremento en el nivel de inflación.