Establecer objetivos a corto, mediano y largo plazo debe ser una de las funciones que cualquier régimen político tiene que presentar a trabes de sus políticas públicas en cada una de las áreas productivas y sociales del país.
En el sexenio que esta por concluir, jamás se vieron dichos objetivos, porque quienes estaban al frente de las secretarias de estados, sabían que su papel era ser “floreros” del gabinete y esperar las ordenes del “jefe”.
Por tanto, en este sexenio no hubo un mecanismo de planeación que indicará el camino y objetivos a conseguir, por lo tanto, no se puede establecer si se alcanzaron dichos objetivos, lo que si se puede establecer que en muchas áreas los resultados fueron mínimos o presentaron grandes retrocesos, si se compara la situación actual de cada área con la que se tenia en 2018.
Una de estas áreas es el de infraestructura, quizás la más importante para generar crecimiento, estabilidad y redistribución del ingreso, y con ello poder conocer si se mejoro o no la calidad de vida de los pobladores.
La hoy virtual presidenta electa, ha manifestado que en infraestructura se dará continuidad a los proyectos como el Tren Maya, el AIFA y la refinería de Dos Bocas, pero no existe ,hasta el momento algún otro proyecto que este destinado a captar inversión privada y continuar con el desarrollo y crecimiento en infraestructura del país como son la contracción de carreteras, ferrocarriles, comunicaciones, servicios hidráulicos plantas generadoras de energía eléctrica, etc., que podrían sueldos y salarios permanentes y temporales a las familias.
También en el sexenio concluir, la prioridad fueron los “caprichos” dejando de lado la inversión en otros proyectos como son el funcionamiento óptimo al Sistema Eléctrico Nacional, el sistema nacional de ductos, la red federal carretera, el sistema ferroviario nacional, los puertos, los cruces fronterizos, el sistema hidrológico nacional, la infraestructura turística, las telecomunicaciones, etc.
Esto se convierte entonces en un reto para la nueva administración que deberá establecer esas políticas públicas para favorecer, el mantenimiento primero de lo existente en infraestructura y después la construcción y ampliación de las mismas.
Como sabemos los recursos siempre son insuficientes, por lo que se deberá dar mayor prioridad a aquello que ofrezca una rentabilidad social y económica para la población y no solo seguir inyectando recursos públicos a algo que ha salido muy caro y que no tiene una conclusión cercana.
El reto es enorme, si en verdad quiere pasar a la historia como la primera presidenta de México. Con resultados realmente positivos.