Hasta donde recuerdo, nunca, en la época moderna del país, un sexenio había terminado en solo tres años, y lo digo no porque Andrés Manuel López Obrador decida dejar el puesto que le otorgo la ciudadanía y que, lamentablemente, no ha logrado cubrir con resultados positivos, ni siquiera en el papel ha podido plasmar el rumbo concreto que el país debe seguir para combatir la inseguridad, tener crecimiento económico y reducir la pobreza, sino porque ahora solo ha navegado por aguas tranquilas repitiendo una y otra vez que ya cumplió con sus cien promesas, como si esto fuera suficiente para dejar a la deriva al país.
Ejemplo claro de ello es que desde el momento en el cual se le ocurrió, a López Obrador, destapar sus “corcholatas” para la sucesión de su gobierno, realmente ya no ha hecho nada para dar solución a los problemas prevalecientes dentro del país.
Desde el segundo año de su administración y ahora en su tercer informe de actividades ha repetido que ya cumplió con las cien promesas que al asumir su gobierno declaro daría solución, algo que en realidad no ha pasado.
Al contrario de ello, el país ha retrocedido en lo poco que habíamos alcanzado tratando establecer instituciones que permitieran la rendición de cuentas sobre el uso adecuado de los recursos de todos los mexicanos.
Se crearon institutos conformados por gente de la sociedad civil que, al menos garantizarían que su labor no dependiera de un poder o partido político, cuando llego Andrés Manuel y con un discurso contra la corrupción solo ha logrado enredar más las cosas bajo el discurso de un nacionalismo con seguridad nacional.
Ahora ha enfilado al poder ejecutivo a una presidencia fortalecida y centralista, donde la decisión que se tome desde ahí deberá ser acatada y no discutida, y esto nos está llevando a la destrucción de estas instituciones autónomas que ahora actúan, cuando lo hacen tardíamente ante una imposición presidencial.
Esto nos lleva a preguntarnos si López Obrador quiere en verdad erradicar la corrupción o solo controlarla, regularla en su beneficio para afianzar su poder y dar vida a un proyecto político ulterior. Porque no hay otra manera de entender que límite, intimide a instituciones que deberían ser instrumentos para su causa. Sus principales aliados.
Ha buscado la forma de “domesticar” a estas instituciones y ha logrado su cometido, como es el caso de la Auditoria Superior de la Federación, que intento presentar sus cálculos sobre el costo de la cancelación del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México y ante las declaraciones de López Obrador a través de su mañanera, el auditor tuvo que salir a señalar que hubo un error de cálculo y los legisladores, que en su mayoría son del parido Morena o aliados aplaudieron la acción, como si con eso se recuperarían los cientos de miles de millones de pesos del costo de esta ocurrencia presidencial.
Se aplicará la inscripción de los jóvenes de 18 años al Registro Federal de Contribuyentes, algo que es invasivo de los datos personales, pero la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) y el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), no se ha pronunciado al respecto y no hicieron nada para revertir esta “ocurrencia”.
La Comisión Federal de Competencia Económica, se mantiene a la expectativa respecto a la reforma de ley en materia eléctrica que se discutirá en el Congreso de la Unión, y hasta el momento no se habla de la posibilidad de monopolizar un sector tan importante para el desarrollo de una nación como es el eléctrico al Banco de México, López Obrador ha estado enviando gente totalmente fiel a su proyecto y con ello podrá buscar entre la leyes y reglas que norman al Banco Central la posibilidad de manejar de una manera adecuada al gobierno, la política monetaria.
En la Fiscalía General de la República (FGR), la autonomía ha sido vulnerada y se mantiene como un apéndice del gobierno y no como una institución que combate a la corrupción.
La FGR con verdadera autonomía debe ser la instancia encargada de llevar casos bien sustentados a tribunales, para que los infractores, que tenían por costumbre quedar impunes, sufrieran una consecuencia. Pero esto no ha ocurrido hasta el momento.
Si a esto sumamos la reacción que ha causado el destape de la “corcholotas” en el ámbito político, y la mayoría de los mexicanos empiecen a hablar y señalar posibles candidatos a la presidencia y se discutan si un funcionario tiene posibilidades de llegar a esa nominación o que en la oposición empiecen a destrizarse entre ellos, nos da como resultado que ya termino el sexenio y que de aquí en adelante será más importante encartar y descartar candidatos que combatir a la corrupción y mirar el rumbo de crecimiento económico y bienestar de la población para sacar a los millones de mexicanos que están en una situación difícil y que cada día se suman más.