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el cristalazo.com

Por desgracia, su monumental obra literaria, así como su ejercicio crítico en favor de la libertad, tanto como su incursión en la política del Perú, quedarán hechos a un lado por dos frases cuyo contenido no refleja ni deja ver el resto de su fecunda vida.

Pero las cosas son así, y por años los ignorantes seguirán preguntándose en qué momento se jodió el Perú o cualquier cosa, como equivocadamente le atribuyen tan interrogativa desazón, cuando no fue sino una cita de Salazar Bondy, pero eso es ahora lo de menos como insignificante resulta también su explicación del pasado mexicano como la dictadura perfecta, cuando nunca fue ni lo uno ni lo otro.

Muchas cosas del México de aquellos tiempos le faltaron por comprender y de las actuales mejor ni asomarse a la especulación descorazonadora.

Pero por encima de estos dos lugares comunes, Vargas Llosa es por derecho propio –al menos a mi juicio–, el mejor escritor iberoamericano de la historia. La eterna comparación lo pondría en desventaja junto a García Márquez, pero el Nobel colombiano no era un escritor a secas; era un monstruo irrepetible. Era un altísimo creador de mundos a través de la palabra.

Mario era simplemente un gigantesco novelista, con personajes de carne y hueso incapaces de subir al cielo en un aleteo de sábanas blancas. Era un maestro sin par de la literatura. Para apoyar mi aserto; propongo el ensayo “GGM Historia de un deicidio”, en cuyas abundantes páginas de tesis doctoral, MVLL se hunde en el análisis literario de GGM, como este nunca lo hizo con el peruano, ni siquiera cuando eran amigos.

Esa fue una obra intelectual; Gabriel era un artista depurado, no un ensayista.

Obviamente, su vida también quedó injustamente marcada por un episodio del cual fue protagonista indirecto: se dio en una noche de premier cinematográfica, que yo había organizado con Álvaro Covacevich, con quien. Mario hizo una película sobre los comulgantes de Los Andes, aquellos muchachos caídos en un avión uruguayo sobre la cordillera.

Todo mundo conoce esa historia. Hoy, cuando ya ambos están muertos, le otorgo la razón a Mario por haberse enfurecido, pero no por haberle partido la jeta la Gabo, con veinte o treinta kilos de ventaja musculosa. Pinche descontón barriobajero.

En fin.

La campaña presidencial de Mario debe ser motivo de otras reflexiones.

Lo literario se explica por sí sólo. Su capacidad de narrador, su ironía, su espléndido humor (Pantaleón y las visitadoras, como ejemplo) no requieren sino lectura y gozo. Sus riesgos personales en la política son asunto aparte.

Y aunque él lo ha explicado (o lo ha intentado) en “El pez en el agua”, vale la pena extraer estas líneas para anular a quienes lo han tachado equivocadamente.

“…La reforma que yo proponía tenía como objeto remover todos los instrumentos de la discriminación y de la explotación de los pobres por un puñado de privilegiados, con lo cual la justicia vendría acompañada de la prosperidad. Ésta no nacía con la redistribución de la riqueza existente —eso significaba la diseminación de la pobreza— sino con un sistema en el que todos pudieran acceder al mercado, a la empresa y a la propiedad privada”.

Obviamente, a Vargas Llosa nunca le dieron una cucharada de su propio chocolate del Bienestar.

Con la noticia de su muerte vienen conmigo algunos recuerdos. Las comidas en grupo, las discusiones sobre cualquier cosa, la lectura del libro cinematográfico de Los Andes, los juegos de frontón en la casa de Carlos Ravelo en Cuernavaca, donde Mario rentó la casa de Lupe Marín para trabajar en la cinta ya dicha; su buena memoria para los boleros.

Y también una tarde chocante. Mario declaró: si yo fuera mexicano votaría por Vicente Fox.

–Después de esto, Mario — le dije– si yo fuera peruano votaría por Fujimori. Nos distanciamos.

Pero algo nos reconcilió y no cabe en estas páginas. Sólo queda su último recuerdo escrito:

“Para Rafael Cardona, con la antigua amistad de Mario”, firma en “La fiesta del chivo”.

Las opiniones expresadas por los columnistas son independientes y no reflejan necesariamente el punto de vista de LINEAPOLITICA

Fotos es de Revista Gentesur/Agencia Eikon