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La distancia entre México y el punto occidental del Ecuador en el Pacífico, supera (relativamente) por poco el tramo Tijuana-Nuevo Laredo.
Son menos de 2 mil 200 millas náuticas y se pueden cubrir a bordo de alguno de nuestros destructores, como el “Nezahualcóyotl”, adquirido de segunda mano en 1982 o con los aviones de combate F-5 fabricados por Northrop Grumman y cuyas horas de vuelo acumuladas ya cuentan, ya cuentan.
Total, hasta don Alejandro de Humboldt pudo llegar de Guayaquil a Acapulco. Todo es posible.
Obviamente, el sonoro rugir del cañón no va con nuestra acendrada tradición de humanismo pacifista. Jamás hemos abusado de nuestro incalculable poderío militar. Ante esa potencia, sólo con nombrarla, nuestros posibles adversarios palidecen, se demudan y a veces hasta se desmayan.
Pero hay algunos necios capaces de jugar tironeando los bigotes del tigre. Y uno de esos insensatos es el señor Daniel Noboa, quien no contento con haber invadido nuestra embajada en su país, hace un año (abril 2024), para sacar al bandido Jorge Glas, ahí refugiado, ahora se inventa un complot dizque para asesinarlo (a él; no a Glas) y cuya ejecución le habría sido encomendada a sicarios mexicanos, de esos acusados por Estados Unidos de terrorismo y también por él (aprovechando el viaje).
Aparte de todo el señor Noboa es un chillón. En eso se parece a su archienemigo, Correa.
Su fantasiosa denuncia se produce en medio de un debate local a causa del fraude electoral por cuya maña llegó a la segunda presidencia del país. La mejor forma de distraer la atención de sus conciudadanos es inventarle intenciones criminales al gobierno mexicano el cual, con justa razón, podría preguntar públicamente: ¿Y yo por qué?
Además de todo, Noboa pone en duda la alta capacidad ejecutiva de los sicarios mexicanos. ¿A poco no habrían logrado éxito en su cometido, si en seis años aquí se cargaron a 200 mil compatriotas? Debería abstenerse de jugar con esas habilidades.
Pero fuera de ironía, México no debería caer en ninguna clase de discusión con Novoa. Ni en lo político ni en lo diplomático. Las relaciones con embajada y protocolo, no nos sirven para nada y en cuanto al comercio, pues es un chiste. Cifras de criada, pues.
Además, ya fue denunciado en la corte internacional. Punto.
Mejor prescindir de sus camarones, crustáceos tan iguales a los de nuestra costa del Pacífico, pero un poco más lejanos. Ya hasta la señora presidenta (con A), ha declarado su preferencia por los de Sinaloa. Los camarones, se entiende: no los sicarios.
Por lo pronto Noboa ha puesto a varias zonas de su país en estado de excepción, lo cual no lo protege a él de los fantasmales sicarios mexicanos; pero sí frena la protesta callejera y gana tiempo a su favor en el conflicto electoral.
Yo no sé si haya ganado la “correísta” Luisa González, pero es real la impugnación del proceso (quizá infundada como ocurre cuando llora la izquierda del voto por voto) y también es obvia la extraña casualidad del oportuno descubrimiento de un complot contra la vida del dudoso ganador.
Así, “El Gobierno de Ecuador ha declarado al país en “alerta máxima” luego de la filtración de un informe de inteligencia militar que revela un presunto complot para asesinar al presidente Daniel Noboa. La denuncia ha provocado una respuesta inmediata del Ejecutivo, que decretó un nuevo estado de excepción y toque de queda en varias zonas del país.
El reporte, fechado el pasado jueves y firmado por el coronel del Ejército Rolando Proaño, alerta sobre la llegada de sicarios desde México y otros países con el objetivo de perpetrar atentados terroristas contra Noboa y altos funcionarios de su gabinete. Según el documento, también se planifican actos de sabotaje contra infraestructura estratégica como vías, bancos e instituciones del Estado….
“…Las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional y los organismos de inteligencia están trabajando de forma articulada para neutralizar cualquier amenaza”.
¡Chale güey!
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