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“En la medida en que más conozcamos nuestros orígenes y nuestros valores culturales, más sabios seremos, aunque también más peligrosos”, aseguraba el recordado actor y autor de “Por ti”, que hizo famosa “Macondo” y “La niña de Guatemala” al igual que infinidad de canciones de protesta como “La casita”, de los compositores Felipe Llera y Manuel José Othón.

Empírico y autodidacta, en una entrevista con La Revista de México/Gentesur realizada por el periodista Fernando Belmont, el Caifán mayor se asumía sólo como “un reintérprete” de nuestra historia musical, mientras descartaba ser una influencia para los nuevos trovadores.

“Si en algo he influido, es sólo en la necedad de hacer las cosas”, señalaba con modestia el cantautor quien proclamaba que sólo deseaba para el país que no hubiese hambre y hubiera más educación y salud. Lo demás se da solo —decía el artista, quien desde entonces aseguraba que aún cuando ya le cantaba a los nietos de sus primeros fans, nunca pensaba en dejar los escenarios. “Sé que el día que lo haga será porque mi voz ya no me lo permita…”


Disco Óscar Chavez España (Foto: Archivo Gentesur)

La propuesta para entrevistarlo partió del propio Fernando Belmont, en agosto de 2003, en la redacción de La Revista de México/Gentesur, en la avenida Ángel Urraza, de la colonia del Valle, en la Ciudad de México.

—¿No crees que podríamos dedicarle unas páginas de la revista al “Caifán mayor”? Vale la pena entrevistarlo. Somos muy amigos desde hace tiempo. Vamos, la hacemos juntos y de paso lo conoces. Es un tipazo, a toda madre —me propuso Fernando con entusiasmo

A sugerencia suya habíamos hecho ya algunas entrevistas juntos, generalmente a connotados personajes de la vida cultural y artística de México. Pero en esa oportunidad, me hizo hincapié de que Chávez era muy introvertido:

“La mayoría de las veces, cuando lo entrevistan, él se pone nervioso y algunas veces a la defensiva y entonces responde con monosílabos. Como periodista eso te produce cierta ansiedad cuando platicas formalmente con Óscar, pero es otro cuando apagas la grabadora; entonces se convierte en un personaje más accesible y transparente” —advirtió Belmont.

Y era verdad, con él, Óscar Chávez Fernández, el cantautor nacido en la colonia Portales de la Ciudad de México, el 20 de marzo de 1935, se abría desde el principio. Con su amigo periodista se comportaba de distinta manera, hubiese o no grabadora de por medio. El trato entre ellos era muy cordial. Sobre todo, existía cierta intimidad, una especial complicidad alentada por Martha de Zea, su representante.

Ella es la esposa de Modesto López, propietario de ediciones Pentagrama, la legendaria casa grabadora surgida en octubre de 1980, una compañía independiente que prohijó los inicios de decenas de glorias de la trova y la música tradicional mexicana y rescató los corridos de contenido político, además de publicar la obra de varios poetas y literatos.

“Modesto fue su amigo de toda la vida, casi su hermano” —me explicó Belmont, quien en una ocasión viajó con Óscar Chávez a Cuba, donde desafortunadamente, en Varadero, tuvo que informarle de la triste noticia del fallecimiento de su padre, cuando César, el hermano mayor del cantautor, pudo localizarlo.

“También fuimos juntos a Nicaragua y otros países de Centroamérica. Incluso lo invité a que inaugurara el Festival Internacional de Música en Coyoacán, organizado por Patricia Aguinaco, a lo cual Óscar accedió entusiasmado, acompañado siempre por el Trío Los Morales.

Óscar Chávez y el Trío Los Morales (Foto: Archivo Gentesur)

Al teléfono, Fernando me comenta que Óscar Chávez estuvo casado con la exbailarina y coreógrafa Raquel Vázquez y no tuvo hijos. Hace apenas cuatro años, en abril de 2016, él había recibido el doctorado Honoris Causa por parte de la Universidad Autónoma del Estado de México “en reconocimiento a su labor como intérprete, investigador, compositor y actor, cuya voz ha sido imprescindible para denunciar y participar en las grandes batallas del México contemporáneo”.

Belmont es un especialista en temas culturales y su trabajo ha quedado demostrado en su paso por varias de las redacciones más importantes del país, entre ellas Excélsior, Tiempo Libre y Unomasuno, donde nuestra amistad echó profundas raíces, que se mantienen firmes hasta hoy. Debido al aislamiento provocado por la emergencia sanitaria, sólo hemos tenido oportunidad de cruzar algunas llamadas telefónicas y otros mensajes vía Whatsapp. El más reciente, cuando se enteró de la muerte del actor y dirigente sindical Aarón Hernán, quien falleció el pasado domingo, a consecuencia de las complicaciones ocasionadas por una fractura de cadera, en la casa del Actor de la ANDA, donde residía desde hace pocos años.

Fernando me envió una foto en blanco y negro, captada en 1989, mientras lo entrevistaba. “Esta foto me trae muy buenos recuerdos de Aarón, un buen amigo y gran actor, muy completo, quien formara parte importante en la época del surgimiento de los nuevos realizadores del cine mexicano y de la televisión. Él fue además un gran actor de teatro. Ya quedan pocos de esa generación. Él me abrió las puertas y me dio su confianza para realizar algunos reportajes sobre la ANDA, cuando nuestro periódico, el Unomasuno estaba vetado en esa asociación. Adiós al amigo, quien tuvo confianza en mi trabajo informativo” —me escribió al pie de la imagen.

Óscar Chávez en la playa de Varadero, Cuba. Con traje de baño verde, el periodista Fernando Belmont (Foto colección personal Fernando Belmont).

Pero este jueves —luego de enterarse del fallecimiento de Óscar Chávez, a causa del coronavirus, en el Hospital 20 de Noviembre del ISSSTE, en la Ciudad de México—, cuando le llamo por teléfono, Fernando no escatima los comentarios sobre su amigo, quien recientemente había cumplido 85 años.

Le noto muy afligido por su muerte y entonces rememora conmigo el trabajo que hace 17 años publicamos en el número 92 de La Revista de México/Gentesur, encuentro en el cual Belmont estuvo acompañado por Gabriela Romero, autora de la mayoría de las imágenes que ilustraron esa inolvidable entrevista que mereció la portada y en la que también se contó con el apoyo del fotógrafo Bernardo Cid, de la agencia Eikon, que dirige Eloy Valtierra.


“A más de 3 décadas de haber iniciado su carrera, Oscar Chávez no ha perdido la sencillez y el trato cordial. Nobleza obliga: recibe a Gentesur con amabilidad en sus oficinas, donde reconoce que nunca decidió conscientemente qué estilo de música quería cantar” —escribió Belmont.

—Crecí escuchando canciones viejas en mi colonia. Me gustó desde muchacho y seguí haciéndolo, hasta la fecha —dice.
El compositor de Por ti —un verdadero clásico de la música romántica mexicana—, apela a su excelente memoria y afirma “sí, son ya 3 décadas pero creo que en lo fundamental mi música no ha cambiado, he seguido la misma línea, la de cantar música tradicional mexicana, latinoamericana, mejor dicho, iberoamericana. ¡Y qué bueno!, porque dentro de esa línea no he aflojado el paso en un camino prodigiosamente rico y en la que también se incluye la canción política.

“La labor más importante de esto, al menos en mi caso, es reinterpretar cosas hermosas que te encuentras por ahí. Es importante en todos sentidos, pues en la medida en que más conozcamos nuestros orígenes y nuestros valores culturales, más sabios seremos, aunque también más peligrosos”,

El cantante no es presa fácil de las trampas del halago. Por ello, con remarcada modestia afirma que por desgracia no se preparó como hubiera querido en esta carrera. “Me hubiera encantado estudiar música, pero no me fue posible”.

Vestido con camisa blanca y con el cabello entrecano atado en una coleta, que ya es parte de su atuendo, el cantante explica:

“Me dediqué líricamente a la música. Estudié teatro y una cosa te lleva a otra. La posibilidad de cantar nunca la perdí, ni la esperanza, porque afortunadamente desde muy chamaco canto”.

El representante de México ante el Comité Internacional Permanente de la Nueva Canción habla pausado y reflexivo. Enciende su cigarro Raleigh mientras recuerda la forma en que desde niño se enamoró de la música tradicional, gracias a la voz de su papá, quien por simple gusto se sentaba a tocar la guitarra y a entonar letras de los más grandes trovadores que ha dado el país.

“He cantado siempre, desde que era un chamaco. No tuve el problema del cambio de voz de la adolescencia, así que lo hice hasta que llegó la oportunidad de grabar discos, por allá de 1963”.

Y es que, de acuerdo con Oscar Chávez, fue por los oscuros y tenebrosos avatares del destino que a él le tocó rescatar de la ignominia del olvido las canciones que ya nadie canta.

Los que le conocen afirman que es un hombre de pocas palabras, característica que él no desmiente porque sabe que para cantar “no necesita de rollos ni nada por el estilo”.

Sin embargo, paradójicamente, es por las pocas palabras que salen de la boca de Oscar Chávez que muchas generaciones se sienten identificadas con su música, sobre todo en sus canciones de protesta. A unos días de haberse presentado en el Auditorio Nacional, donde reunió a más de 10 mil personas que lo aplaudieron con delirio, el compositor dice desconocer a ciencia cierta a qué se debe el que a pesar de los años siga convocando a tantos jóvenes.

“Como te decía al principio, siempre he tratado de incorporar en mi repertorio música importante y hermosa de nuestra tradición, y eso el público lo agradece. Las cosas se reciclan y es de agradecerse que haya gente interesada en mi música. De hecho, estoy cantando a una tercera generación y a mis presentaciones acuden los nietos de quienes compraron mis primeros discos”.

“Esto ha sido un fenómeno muy agradable y afortunado no sólo para mí, sino para muchos de mis compañeros, como el trío Los Morales”, señala con entusiasmo.

Precisamente sobre el Auditorio Nacional afirma:

“Contando las veces que actué y las que he cantado, he pisado ese escenario entre 15 y 20 veces. Tengo muy buenos recuerdos de ese lugar: estudié teatro en la escuela que está atrás y mis primeros intentos de hacer teatro de masas fueron allí”.

A Oscar Chávez no le importa si llena un foro o no; lo único que busca es que el público entienda el mensaje de sus canciones, porque en casi 40 años de carrera se ha acostumbrado a que hay conciertos llenos y otros no.

Por eso, dice convencido que no ha pensado en el retiro.

“Nunca he pensado en dejar los escenarios, aunque sé que el día que lo haga será porque mi voz ya no me lo permita o porque me callen la boca. Pero mientras pueda, pienso seguir cantando”.

Creador de un estilo inigualable de interpretación, que confunde y teje voces nuevas y antiguas con la suya propia, Chávez asegura que cuando conoce algo del sitio donde canta, incluye piezas tradicionales.

Óscar Chávez durante la entrevista con Fernando Belmont (Fotos: Gabriela Romero y Bernardo Cid Revista Gentesur/Agencia Eikon)

“Pero debo señalar que en algunos casos no conozco material de tales regiones. El país y su música es tan grande y rico que no siempre se tienen todos los registros. Pero eso sí, en la mayoría de los escenarios tengo que cantar las que llamo obligadas y las que la gente pide, como por ejemplo “Por ti, Macondo, Mariana”…”

En su recorrido musical por los compositores mexicanos, como Jaime López, Marcial Alejandro, Gabino Palomares, Jorge Buenfil, Daniel Tuchman y Rafael Mendoza, el cantante defeño ha grabado más de 80 discos que van de la parodia política al tema amoroso, o del corrido al bolero tropical, pasando por el tango y la novísima canción. Asimismo, ha sido narrador de documentales que atañen a la historia de México.

Para Chávez, las canciones reunidas en el repertorio personal “son tantas que lo que cuesta más trabajo no es poner sino quitar. La idea es cantar un poco de todo. Depende mucho del ambiente del lugar y las personas. En ocasiones incorporo canciones políticas y de humor, y trato de meter cosas que están por salir”.

—¿Son acaso estas combinaciones las que hacen que su estilo perdure?

Es lo que intento, pero esto no es fácil realizarlo plenamente. Hay que procurar que lo que haces tenga valor y, además, una dosis de sorpresa, de descubrimiento, de asombro; hay que asombrar pero de forma cabal y honesta, pero también sencilla y sin payasadas.

Hay que llegar al trasfondo de las cosas para que la canción tenga una razón de ser, ya sea amorosa o política. Si vas a mentar madres, miéntalas justificadamente, en contra de algo o de alguien y en el terreno en que andes.
En este sentido, el artista, reconoce que su canción Por ti —que para muchos es su mejor creación sentimental, no se la dedicó a alguna mujer en particular.

“Es una canción de amor sin destinataria, resultó razonablemente bien hecha, según me ilustra la gente. Uno intenta hacer cosas bien hechas y hay cosas hechas menos peor que otras” —dice.

Así, el cantautor, quien también se ha desempeñado como actor y director, señala sincero que las canciones románticas no han salido de recetas o fórmulas, sino de lo que ha contemplado, que no necesariamente es lo que ha vivido.

“Mucha gente piensa que las canciones azotadas que he escrito son todas experiencias personales, pero imagínate, ¡ya me habría suicidado! No, las canciones nacen de contemplar la vida, de lo que le pasa a otra persona, a veces hasta de escuchar una palabra”.

“En cambio, la canción política es muy difícil de hacer, pues al escribir sobre hechos determinados, cuesta trabajo darle al clavo porque los acontecimientos siempre nos rebasan. No acaba uno de hacer una canción de crítica, que así las llamo, cuando ya pasó otra cosa en el país y el tema realizado se vuelve sólo un testimonio”.

—¿Cree que se mantiene vigente todo el arsenal de su canción política?

Hay mucho trabajo atrás de estas canciones, aunque en su gran mayoría sean efímeras por su misma condición. Es decir, juzgas un hecho o criticas un personaje y, finalmente, los hechos te rebasan.

Por eso es ingrata la canción política, pero a mí me interesa hacerla porque es una manera de opinar y si eres lo suficientemente preciso y le das al clavo, que es lo difícil, a lo mejor en una canción logras manifestar lo que piensa el resto de la gente, y logras ser muy afortunado si el pueblo lo va a recordar.

Con ella no vas a resolver nada y de esto estoy consciente. Si acaso, una canción concientiza, y esto es una buena forma de opinar y participar.

Para deleite de sus múltiples seguidores, Oscar Chávez asegura que sigue componiendo.

“Tengo mucho material por grabar de canciones románticas, y no he dejado de hacer canciones de corte político, no con la frecuencia que mucha gente espera, porque no es nada fácil, pero sigo la misma línea de hace años”.

Óscar Chávez estudió en la Escuela Teatral del INBA, en la Academia de Teatro del maestro Seki Sano y en la UNAM. Su actuación en la película Los Caifanes, lo hizo muy famoso, sobre todo entre los jóvenes de la época y le valió 2 premios cinematográficos: la Diosa de Plata y El Heraldo.

—¿Qué significó para usted ser un Caifán?

La palabra “caifán” en ese tiempo representaba una actitud de vida de la juventud. Ahora hasta un grupo de rock se llama así. En su momento, ser caifán era sinónimo de pícaro, no era ser un malhechor o malviviente, como ahora, sino un pícaro de barriada. Los actores de la película —Eduardo López Rojas, Ernesto Gómez Cruz, Sergio Jiménez y yo— éramos caifanes. En mi caso, fui de clase media jodida, ni siquiera baja. Nací en la Portales. Ahí pasé toda mi niñez y adolescencia.

El actor, quien ha sido dirigido por Héctor Mendoza, Ludwig Margules, Juan José Gurrola y Juan Ibáñez, rememora mientras aspira una bocanada más de su cigarro y finalmente comenta:

“Esos años fueron maravillosos y, para mí, muy importantes. Si algo me ha permitido seguir cantando en espacios grandes es haber hecho cabaret-teatro: la mejor escuela que he tenido. Pero ahora sería muy difícil volverlo a hacer, puesto que la vida nocturna en México, como la concebimos, ya no existe, ya está muerta, paradójicamente en una ciudad de 20 millones de habitantes. Sólo hay vida nocturna de la peor estofa. Una cosa es vida nocturna y otra la prostitución”.

Para sus admiradores —que se cuentan por millones—, es difícil decir cuál arte hace el artista; no porque haya que decidir entre la actuación o la dirección teatral, la poesía, la composición o el arreglo musical, sino porque en todas estas actividades está presente el oficio y la dedicación paciente de Oscar Chávez.

—¿Seguramente muy pocos artistas tienen un ritmo de trabajo similar al suyo?

Claro que no. Lo que pasa es que es difícil ganar espacios para manifestarse, ya no digamos para el compositor, sino para los jóvenes. También hay otros que han seguido los caminos que yo he seguido, como Amparo Ochoa, Gabino Palomares, Marcial Alejandro, Jaime López, David Haro, entre otros, que pertenecen a generaciones posteriores a la mía y han trabajado fuerte por este pedregoso camino.

Cantantes y compositores hay muchos, pero lo que no hay son espacios en donde difundan nuestra música, salvo Radio UNAM o Radio Educación, que es donde con más frecuencia la programan.

—A 3 años de su gestión, ¿qué opina del presidente Fox y su proyecto de cambio?

Tengo una impresión muy fea. Esto es un caos. Precisamente se ha establecido el orden del caos, por lo que no hay un cambio. Es la misma gata nada más que revolcada. Pero el caos está muy bien protegido, no hay un orden cabal y no hay una voluntad de organizar realmente las cosas.

—¿De quién es la culpa?

De todos aquellos que votaron por Fox. Yo no voté por él, pero algo de culpa tenemos todos. Y es que no están las personas idóneas en los puestos de organización del país. Hay que buscar con una pinche linterna para saber dónde están. Tú me preguntas si hay una crisis de líderes. ¡Claro que la hay! Todo es de una mediocridad dolorosa. No se salva ninguno de los partidos políticos, puesto que son organismos hechos para proteger el bienestar de unos cuantos.

—¿Veremos ese México que queremos?

¡Hasta adivino quieres que sea! Lo que sucede es que no hay para dónde voltear. Lo más decoroso que sucede en este orden del caos, es el coraje de las organizaciones indígenas dentro de su lastimado mundo. Ellos son los que tienen, sin embargo, las posiciones, actitudes e intentos, más serios y respetables, dentro de la actividad política del país.

Como actor y director Óscar Chávez participó en la grabación de más de 200 programas de radio. Sus discos incluyen más de 20 títulos entre los que se encuentran 3 de la serie Voz viva de México. Sus presentaciones van desde recitales en el Festival de la OTI, hasta conciertos en el Palacio de Bellas Artes, en el Festival de la Canción de Protesta, el Festival de Varadero, Cuba; en la plaza Colón, de Madrid, y en el Auditorio Nacional.

—¿Cuáles son las cosas buenas que le ha dado México?

Nacer y vivir en una parte del mundo impresionantemente rica en cuanto a valores culturales y también históricos. Olvídate de cómo se llama; olvídate de banderas o de su situación geográfica. Hemos tenido la fortuna de nacer en una región del mundo prodigiosa, llena de maravillas de las que nunca acabaremos de sorprendernos.

—¿Y qué quisiera para el país?

Pues cosas muy sencillas: que no hubiese hambre y hubiera más educación y salud. Lo demás se da solo.

—¿Cuál cree que sea el futuro de la nación?

Por desgracia, no creo que nuestro país mejore a corto plazo, sobre todo porque estamos cerca de los gringos. Nuestra situación no es fácil para caminar al ritmo que el país merece.

(Fotos: Bernardo Cid / Agencia Eikon/Revista Gentesur)

Foto de portada de Aarón Sánchez (Óscar Chavez en el concierto en Coyoacán)