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Los aires de una derrota cada vez son más claros en la persona de Andrés Manuel López Obrador, y así lo demuestran sus insistentes ataques, desde su tribuna de cada mañana que es pagada con los impuestos de todos los mexicanos, a quienes el considera adversarios, sean políticos o gente de la sociedad civil. Esto es uno de los elementos que utilizan los regimenes autoritarios, donde todos deben asumir la ideología del líder y nadie debe oponerse a su poder.

Y esto ultimo es precisamente lo que no quiere dejar el originario de Macuspana, porque sabe que de perder los comicios, donde no participa su candidata, si no el, su proyecto podría ser investigado y se encontrarían una serie de agujeros enormes en las finanzas publicas.

Porque el actual régimen se ha manejado con mayor opacidad con relación al manejo de los recursos públicos respecto a cómo y cuanto ha sido gastó del dinero en sus obras de mayor renombre.

A esto se suma que la corrupción dentro del gobierno se ha incrementado bajo el argumento de realizar un cambio en la forma de administrar los recursos públicos. Esto dio como consecuencia que muchos proyectos se dieran sin licitación y con ello, los sectores productivos de la iniciativa privada, sean desplazados por las fuerzas armadas.

La pobreza extrema se ha incrementado, esto a pesar de que existen una gran cantidad de programas sociales, que sirven para apoyar a sectores de la población en pobreza

Además, en materia de inseguridad, este sexenio se ha colocado con el mayor número de homicidios y aun cuando se creo la Guardia Nacional, la falta de coordinación entre los tres ordenes de gobierno, que en su mayoría son de morena, 23 estados, el crimen organizado se ha apoderado de una tercera parte del territorio nacional.

En cuanto el desarrollo democrático del país, López Obrador ha ido debilitando a los órganos autónomos, emanados de la sociedad civil que, en algunos años sirvieron de contra peso ante el excesivo poder que tenia el presidente, ahora, se regreso ese poder al ejecutivo y los resultados es que estamos en la línea delgada para pasar a un verdadero autoritarismo.

Así lo demuestra helecho de que existan secretarios de estado, estos simplemente son adornos, floreros, y simplemente se ciñen a las órdenes de su “jefe”, lo mismo pasa con los legisladores federales, diputados y senadores, locales y por supuesto gobernadores. Llegando al grado de la candidata Claudia Sheinbaum se ha ido mimetizando a López Obrador, que hasta los ademanes, gestos y forma de hablar imita.

Pero ante el empuje que ha tenido la oposición en el ánimo de los electores, el miedo florece en López Obrador y su gente, que de perder, los comicios, podrían enfrentarse a la ley por su mal manejo de recurso, el abuso de su poder y enriquecimiento, de muchos de ellos inexplicable.