COMPARTIR

Loading

NÚMERO CERO/ EXCELSIOR

El gobierno de López Obrador cruza su ecuador con las riendas del control político todavía en la mano, pero con el crecimiento como talón de Aquiles del proyecto de la 4T. En la segunda mitad del sexenio, la polarización del poder político y económico marca un punto de inflexión porque la desconfianza de las cúpulas empresariales sofoca la inversión y la incertidumbre de los grandes capitales golpea su principal apuesta económica con la marcha del T-MEC. La recuperación es su mayor desafío una vez despejadas las incógnitas electorales, aunque su poder limitado en el Congreso obligaría a un cambio en modo y tono de la negociación y comunicación política.

Por supuesto, persisten dudas sobre el rol clave del PRI en la aritmética de alianzas con su apoyo a la 4T o al bloque opositor, pero el foco está en la economía por la preocupación del voto de inconformidad de clases medias que golpeó a la CDMX y la escasez de recursos para programas sociales. López Obrador esquivó responsabilidad atribuyéndolo al avance del conservadurismo, pero lo cierto es que le será muy difícil el 2024 si el alejamiento de las ciudades se vuelve tendencia, como le ocurrió al PRI cuando perdió el poder. Con ese electorado no parece funcionar la polarización, sino los resultados, y esos pasan por la economía, el empleo digno y las oportunidades.

El resultado en la CDMX tomó por sorpresa y le enseñó que ningún partido tiene pleno contacto con lo que pasa en la calle y que hay una opinión pública más crítica con la 4T. Sus primeras decisiones tras los comicios precipitaron el relevo en la SCHP y transmitir a los empresarios un mensaje de distensión podría reflejar un cambio de prioridades para el segundo tiempo del sexenio. Con la designación de Ramírez de la O envía señales de certidumbre y ortodoxia en las finanzas públicas a los circuitos financieros internacionales, en los que éste se mueve como pez en el agua para atraer inversiones y tripular una reforma fiscal sin atemorizar a los empresarios ante la sequía de las arcas públicas.

Con el Consejo Mexicano de Negocios también hay un cambio de tono, de la polarización por mensajes tranquilizadores como no subir impuestos y, sobre todo, el reconocimiento de que “no se puede desarrollar el país sólo con la inversión pública”. El ambiente de confrontación quedó relegado al discurso electoral y en su lugar fluyen declaraciones de amistad y armonía para salir juntos de la crisis. Las palabras de sintonía muestran la necesidad de inversión, que se detuvo por el cambio de reglas de juego y el rescate de las empresas energéticas del Estado. Los cambios podrían anunciar una nueva etapa tras la lucha de López Obrador por separar el poder político y económico, aunque aún no se encuentran los términos de un nuevo entendimiento y sin que desaparezca el enfoque de privilegiar a Pemex y la CFE.

El resultado de las urnas abrió la puerta al optimismo sobre la recuperación económica, para la que es un peligro el choque con los empresarios. Conservar la mayoría en el Congreso para aprobar leyes y el presupuesto sirve al gobierno para aplacar el temor a la subordinación a los privados y aceptar que el Estado no puede sostener la reactivación por sí solo. Mientras, los empresarios creen que la oposición puso un alto a la 4T para hacer reformas constitucionales o que, en todo caso, necesitarán de alianza con viejos partidos, como el PRI, con los que tienen mayor conexión en el pasado. Además, confían en que EU tendrá un papel de vigilancia más activa de la marcha de la economía mexicana por su preocupación por el T-MEC y las controversias de sus empresas en el sector energético y el mundo laboral.

El acento en el crecimiento obedece a los riesgos políticos que reveló la elección para la sucesión presidencial. El país llegó a las urnas tras dos años sin crecer y las arcas públicas agotadas por la pandemia, lo que está detrás del voto de desencanto de clases medias, o si se quiere, del avance del conservadurismo como califica el presidente. Demostraron que la falta de reactivación o desequilibrio por falta de inversión puede ser catastrófico en las urnas en 2024.