COMPARTIR

Loading

Es probable que algunos estén festejando de sobremanera el resultado de un crecimiento del 3 por ciento de nuestra economía en el 2022, lo cual, si debe aceptarse, pero no más allá de lo que realmente representa.

Estos resultados son únicamente la última parte de la recuperación de nuestra economía después de la caída tremenda que sufrimos en el 2020, pero en el 2019 también presentamos una recesión ante las malas decisiones tomadas por este gobierno federal, por lo que aún no podemos estar en los mismos niveles que teníamos en la pasada administración.

Cuando logremos tener un crecimiento del 3 por ciento más allá de las últimas cifras del 2018, entonces si hablaremos de resultados importantes, pero para ello, México debe tener los motores internos suficientes para impulsar un crecimiento propio.

Sin embargo, como lo he señalado anteriormente, esta administración federal, no ha establecido esas políticas públicas que incentiven a la captación de mayor inversión y que esta sea sostenible, porque solo hemos visto que tanto la inversión pública como la privada, sigue en caída en varios sectores productivos.

Respecto a la inversión pública esta solo se ha beneficiado al Ejército a través de darle la construcción de las obras faraónicas de López Obrador, pero los resultados de estas obras quedaran en manos del propio Ejército porque las administraran y no serán para el beneficio de todos los mexicanos.

Si a esto sumamos que nuestro principal socio comercial, Estados Unidos, puede caer en recesión, es muy probable que nuestra económica tenga un impacto importante de ello, en términos negativos.

Eso implicaría un crecimiento prácticamente de cero para México, que nos dejaría todavía lejos del nivel de 2018.

Para 2023, el gobierno había hecho un presupuesto con base en un crecimiento de 3 por ciento y una inflación de 5 por ciento. Los expertos esperan menos de 1 por ciento de crecimiento, pero ya le decía que el cero es más probable. De la inflación, uno o dos puntos más no es impensable. Considerando los gastos que no pueden evitarse, como pensiones, o el costo financiero, o los salarios de millones de sindicalizados que no pueden despedirse, el déficit del gobierno para 2023 apunta a crecer en 50 por ciento contra el de 2022. Esto es 1.5 billones de pesos, 5.2 por ciento del PIB, frente al 3.4 por ciento de este año. No suena absurdo si consideramos que, en el presupuesto estimado con datos optimistas, el gobierno ya esperaba 4.3 por ciento del PIB de déficit.

Así que las posibilidades de expansión de la economía mexicana a una tasa superior a 1por ciento para este 2023, probablemente no se cumplan porque para ello es necesario que la economía estadounidense se mantenga lejos de una recesión para el cierre del año, que se mantenga el crecimiento en la tasa de consumo en aquel país y que no baje el entusiasmo de las empresas internacionales por el nearshoring.