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La relación que vivimos con la ciudad es cotidiana. En nuestro día a día solemos recorrer nuestras rutas preferidas con la expectativa de encontrarnos con nuestros familiares, amistades y relaciones laborales. Saludamos a los vecinos en los cafés, vamos al expendio de periódicos, a los salones de belleza, a los restaurantes. Visitamos y recorremos museos, exposiciones interesantes, salas de conciertos, cursos presenciales, paseos culturales. Fines de semana en la Cineteca, una compra repentina, un regalo de cumpleaños, vamos a los centros comerciales. Recordamos visitar a los enfermos.

La situación provocada por el coronavirus ha modificado nuestra vida presencial por la que hoy sentimos nostalgia. Se impone la vida virtual. Lo que para nosotros es familiar y conocido se ha transformado en amenazador y desconocido. Vemos calles vacías, los negocios están cerrados, eso sí, ver la puesta de sol es inigualable. Deambular libremente por la ciudad es algo que por ahora no está permitido. Nuestra experiencia colectiva y territorial con la que vamos conformando nuestra identidad citadina, la percepción histórica y temporal de la vida a través de transitar por los espacios públicos está fracturada por las limitaciones que impone la pandemia.

Hoy, a pesar de que vivimos en un sistema de interdependencias, salir a hacer las compras, se convierte en una situación compleja, casi traumática. Es necesario utilizar guantes, cubrirse la boca y mantener la sana distancia.

De tal forma, que, desde mi punto de vista, una forma de visitar la ciudad es a través de la poesía. Hagamos entonces un viaje virtual por la ciudad en estos momentos de cuarentena.
Dante Salgado en “La poética urbana de Jaime Sabines” (Sujeto y Ciudad, UABCS, 2008) trabaja la relación de Jaime Sabines con la ciudad, ensayo en que refiere dos etapas y poemas del paso del poeta por la ciudad.

De la primera época de la residencia en la ciudad de México, Delgado afirma que en el libro La Señal, (1951) ya aparece el tema urbano.

“La experiencia de vivir en la populosa Ciudad de México se entrevera en algunos de sus poemas dejando sentir su huella. Se trata de una poesía dolorosa y adolorida: Sabines no termina de adaptarse a la vida urbana, con sus costumbres civilizadas, pero sin la sencillez de la provincia:

¡Qué alegre el día, obscuro, lluvioso!
…
y los cláxones trepados uno encima de otro
…
¡Qué alegre el día de la ciudad idiota,
sin olor a tierra mojada, sin árboles liberados,
con el cemento cacarizo de viejas iglesias,
con sus gentes mojándose bajo los impermeables!
(“Qué alegre el día”, La Señal, p.55)

“Es enorme el contraste entre su lugar de origen y el que vive al momento de escribir, su escudo es la ironía, con ella se defiende de la soledad”.

En la segunda etapa, cuando regresó a la Ciudad de México, Sabines dice:
“Después de siete años de encierro en Tuxtla, regresé a la ciudad. Le escribí un canto, un enorme canto. Nada más que no es un canto explícito, no es un canto dedicado a la ciudad. Es un canto escrito en, por y para la ciudad. Diario semanario… Lo escribí en veinte días, en un mes a lo sumo. Por eso lo nombré diario:
De pronto descubro que soy una gente civilizada y que
me gusta la lluvia alrededor de mí, sin mojarme. Y no
siento nostalgia del niño que se desnudaba y salía a
brincar al patio bajo el aguacero. A los treinta y cuatro años
me resfrío con facilidad, y creo que mi alma también prefiere
los tragos calientes, la viejecita. (Diario…p.120)

“La ciudad de Sabines, quiero decir de Diario, semanario…, es también una forma de gratitud por permitirle ser testigo de los acontecimientos, tan triviales como la lluvia, que al ser descritos por el poeta cobran una dimensión estética”:

Me gustan los aletazos de la lluvia sobre los lomos de la
ciudad flotante.
Desciende el polvo. El aire queda limpio, atravesado de
hojas de olor, de pájaros, de frescura, de sueños. El cielo
recibe a la ciudad naciente.
Tranvías, autobuses, camiones, gentes en bicicleta y a
pie, carritos de colores, vendedores ambulantes, panaderos,
ollas de tamales, parrillas de plátanos horneados,
pelotas de un niño a otro: crecen las calles, se multiplican
los rumores en las últimas luces del día puesto a secar,
(Diario…p.128)

“En Sabines es imposible disociar el interior del exterior: la urbe es el escenario de las tribulaciones del poeta, de la lucha espiritual que libra cada día para entender(se) (…) La poética urbana de Sabines descansa en la inevitable necesidad de explorar la condición humana y de someterla a la mirada escrutadora del poeta que devuelve, sin piedad, imágenes, al mismo tiempo sublimes y desgarradoras”. (Dante Salgado, p.161).

¡La ciudad que conocemos! vivimos y queremos es una ciudad en movimiento, en la que la vida resurge después de la tormenta. Es una ciudad con una enorme tradición cultural, llena de poesía, de leyendas, de cuentos, de bailables, de música, de colores y sabores. Con la pandemia nuestra ciudad, sus calles, bares, centros nocturnos se han transformado en amenazantes, desconcertante. Vivimos una ciudad con incertidumbre.

De tal forma que lo planteado hasta aquí admite, desde luego, otra aproximación. Tal como Freud lo señaló en su trabajo sobre “Lo ominoso”, en lo doméstico y familiar, puede emerger lo siniestro, lo espantoso y lo angustioso. Recordamos un pasaje de Freud que refiere un episodio angustioso ocurrido mientras exploraba una ciudad italiana:

“Cierto día, al recorrer en una cálida tarde de verano las calles desiertas y desconocidas de una pequeña ciudad italiana, vine a dar a un barrio sobre cuyo carácter no pude quedar mucho tiempo en duda, pues asomadas a las ventanas de las pequeñas casas solo se veían mujeres pintarrajeadas, de modo que me apresuré a abandonar la callejuela tomando el primer atajo. Pero después de haber errado sin guía durante algún rato, me encontré de pronto en la misma calle, donde ya comenzaba a llamar la atención; mi apresurada retirada solo tuvo por consecuencia que, después de un nuevo rodeo, vine a dar allí por tercera vez. Más entonces se apoderó de mí un sentimiento que solo podría calificar de siniestro, me alegré cuando, renunciando a mis exploraciones, volví a encontrar la plaza de la que había partido”.

*Doctora en Filosofía Política
Maestría en Periodismo Político
Psicoanalista
https://twitter.com/z_smeke?lang=es