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Número cero/ EXCELSIOR

El año llega como prueba de fuego para el presidente López Obrador, por la acumulación de trampas para la gobernanza. Este 2022 que comenzaría con el agravio simbólico por el derribo de una estatua recién erigida en su honor, pronto le mostró los dientes del mayor enemigo que tiene enfrente la 4T: la realidad económica. Los siguientes 12 meses tiene visos de ser decisivo para la confianza sobre su capacidad de controlar la inflación, destrabar el crecimiento y la inversión, contener la espiral de violencia y la salida de la crisis sanitaria.

En el centro de esta complicada agenda, la economía del país se parece a un cubo mágico como originalmente llamaron al de Rubik, en el que cualquier giro de una cara desajusta los otros lados sociales y políticos en el rompecabezas. El año por delante marcará el rumbo y límites del proyecto de la 4T por la mezcla de problemas que golpean a los mexicanos como la cuarta ola de covid, la violencia y la caída del PIB per cápita en el sexenio. Para armar este cubo el gobierno no cuenta con manual para resolverlo rápida y fácilmente, pero su tiempo corre entre el peligro de que el país recaiga en una recesión y la amenaza de una crisis financiera como ocurrió al cierre de los sexenios de Echeverría y López Portillo.

El Presidente le teme a la inflación mucho más que a sus adversarios políticos porque su aceleración reduce el impacto de los programas sociales y erosiona la credibilidad de su gobierno, como sucedió con el declive del viejo régimen priista. La carestía se disparó en 2021 a la mayor tasa en los últimos 21 años, con un incremento de casi 7.5% y sus efectos se sienten en los bolsillos con un impulso que podría ensombrecer el optimismo en las encuestas del triunfo de Morena en la mayoría de las cinco elecciones estatales de 2022. Si hasta ahora los programas sociales han protegido su popularidad, la escalada de precios debilita el poder adquisitivo de 26 millones de mexicanos y obliga a girar el cubo con el incremento de tasas de interés o la contratación de deuda sin verse aún el pico de inflación.

Aunque la mayoría de los votantes no recuerden la época de alta inflación de las últimas dos décadas del siglo XX, la 4T sabe que su potencial destructor del poder adquisitivo puede hacer retroceder algunos de sus logros como el incremento del salario mínimo, y convertirse en un impuesto regresivo para antiguos y nuevos pobres que dejó la pandemia. Y que los desequilibrios condicionen aún más al crecimiento, sin otra propuesta que declarar otra vez la muerte del neoliberalismo. Con la economía ha topado la 4T en este 2022 y sin contar con un plan claro para recuperar el equilibrio con un déficit fiscal récord de los últimos seis años, que recorta su margen de maniobra para los apoyos sociales sin caer en mayor endeudamiento del país.

Como reconocimiento de su preocupación, López Obrador anunció una sección de ¿quién es quién en los precios? En la conferencia mañanera como medida para evitar abusos, tratar de controlarlos y sobre todo manejar la narrativa económica. La presión, sin embargo, será difícil de contener con el discurso presidencial y más aún reducir con simplificaciones que resulten desastrosas como querer conjurarla con la herencia del pasado. La inflación y la caída de ingresos ya lo obligaron a romper la promesa de que los impuestos no subirían con el aumento de la gasolina los últimos días de 2021, pero podría no ser la única corrección a su política.

El impulso a la reforma energética como proyecto insignia de la 4T también está bajo fuego por el embate económico y sus efectos sobre la inversión, que urge para crecer. Sin inversión el sexenio está condenado a una economía anémica que no revive con anuncios de paquetes de inversión de los empresarios, pero si los desequilibrios se agudizan este año, la expectativa de conmoción financiera al cierre del sexenio será mayor.

La 4T se juega en 2022 mucho de lo que ha ganado en respaldo popular, aunque no se llegara a reflejar en la revocación de mandato. Porque lo que la economía pone a prueba este año es su capacidad política y viabilidad del proyecto.