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Los Premios Nobel tienen su origen en Suecia, cuando en 1895 el industrial Alfred Nobel, en su testamento, deja plasmado que es su voluntad reconocer a las personas o instituciones que hayan tenido, a nivel mundial, la aportación más destacada en materia de Física, Química, Fisiología o Medicina, Literatura y la Paz. Lo anterior, a través de un estímulo económico, para lo cual sería destinada su fortuna y de un premio o reconocimiento a quien lo recibiera.

Pero no solo eso, Nobel dejó también por escrito cuáles serían las instituciones encargadas de valorar y designar los premios, que hoy en día, son considerados los más prestigiados del mundo.

Se dice que lo anterior, fue debido a que el millonario industrial sueco vivió atormentado los últimos años de su vida por el uso que se dio a su invento más popular: la dinamita.

A partir de 1968 se estableció también el Premio Nobel de Economía del Banco de Suecia en Memoria de Alfred Nobel.
Al día de hoy se han otorgado un total 950 reconocimientos en la historia, 923 de ellos a personas y 27 más a organizaciones. De esos 950 reconocimientos tres han sido para mexicanos.

Alfonso García Robles, también conocido como “El Señor Desarme”, fue el primer mexicano en recibir este reconocimiento, al ser galardonado con el Premio Nobel de la Paz en 1982. Originario de Zamora Michoacán fue, por muchos años, un diplomático mexicano y un funcionario de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Su principal aportación, fue en las negociaciones para que Latinoamérica fuera una zona libre de armas nucleares, tema que fue de gran relevancia internacional a partir de la crisis de los misiles en Cuba de 1962. Su esfuerzo fue fundamental para la firma del Tratado de Tlatelolco de 1967 en donde quedó plasmado el acuerdo por la proscripción de armas nucleares en América Latina. En 1968 participó en la formulación de acuerdos para promover el desarme nuclear durante las sesiones especiales de la ONU. García Robles murió en 1991 en la Ciudad de México.

Ocho años después, en 1990, recibe el premio, en esta ocasión el Nobel de Literatura, quien posiblemente es el más popular de los tres mexicanos galardonados; Octavio Paz. El escritor nacido en la Ciudad de México, revolucionó la forma de escribir no solo en nuestro país, sino en todo el mundo; su estilo de escritura, descrito como difícil de encasillar por estar constantemente experimentado, llamó rápidamente la atención de los críticos internacionales con obras como Piedra de Sol, Libertad bajo palabra y por supuesto, El laberinto de la soledad. Paz además de Nobel fue reconocido con más de 43 premios y distinciones a nivel nacional e internacional; también fue embajador de México en la India. El poeta murió a los 84 años en su casa de Coyoacán en el año de 1998.

Molina fue apasionado defensor del medio ambiente y trabajó prácticamente toda su vida en los Estados Unidos donde también contaba con la ciudadanía de ese país. Además del Nobel, recibió el Premio Tyler para Logro Ambiental en 1983, la NASA Exceptional Scientific Achievement Medal en 1989, el Premio Sasakawa de 1999, la Medalla de la Libertad de la presidencia de los EUA en 2013 y el Premio Campeones de la Tierra 2014 de la ONU. Este 7 de octubre, en la CDMX, murió a los 77 años el último mexicano en recibir el mayor reconocimiento que se puede recibir a nivel internacional.

Y con Mario Molina esperamos no muera la esperanza de tener alguna vez otro mexicano siendo reconocido con este galardón. Esta misma semana también fuimos testigos de cómo cientos de artistas, científicos e investigadores mexicanos levantaron la voz y vieron con tristeza como el gobierno federal y la cámara de diputados desaparecieron de un plumazo los fondos a través de los cuales se financiaban su proyecto, obras y estudios. Muy seguramente los tres mexicanos que son orgullo mundial, estarían igual de tristes y preocupados por ellos.