COMPARTIR

Loading

A más de mil quinientos kilómetros de distancia, desde su hogar en Managua, en el barrio de Montoya, hasta la Ciudad de México, Edén Pastora -el famoso “Comandante Cero”, el héroe nicaragüense quien en 1978 encabezó la toma de Palacio Nacional-, reitera los mensajes previos que a través de WhatsApp me ha enviado, para desmentir vía telefónica la supuesta muerte del presidente Daniel Ortega Saavedra.

Hasta la noche de este miércoles, el mandatario cumplía 25 días de su última aparición pública que tuvo lugar durante el encuentro virtual de mandatarios centroamericanos organizado por el Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), con motivo de la crisis generada por la pandemia del coronavirus.

En términos militares y mediáticos Edén Pastora fue uno de los principales artífices del derrocamiento de Anastasio Somoza Debayle, quien renunció y abandonó el país el 17 de julio de 1979; buscó refugio temporal en Miami antes de dirigirse a Guatemala y finalmente –con el apoyo del presidente paraguayo, general Alfredo Stroessner-, radicó en Asunción, donde fue asesinado el 17 de septiembre de 1980, a los 54 años. La emboscada la perpetró un comando sandinista que organizó la llamada Operación Reptil, en coordinación con integrantes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, de Chile.

Luego del triunfo sobre el somocismo, se produjo un profundo distanciamiento entre Pastora y el resto del grupo de los nueve comandantes que conformaron la dirección del FSLN encabezada por Daniel y su hermano Humberto Ortega, Tomás Borge, Carlos Núñez, Jaime Wheelock, Luis Carrión, Bayardo Arce, Henry Ruiz y Víctor Tirado López.

Fue marginado por su abierto desacuerdo a que sus excompañeros implantaran en Nicaragua un gobierno marxista-leninista, apartado del proyecto revolucionario original y rompió con ellos. Encabezó entonces la Alianza Revolucionaria Democrática (ARDE), que luchó desde la frontera con Costa Rica.

El FSLN puso precio a su cabeza y el 30 de mayo de 1984, en “La Penca” -su cuartel general, situado a orillas del río San Juan, al sur de Nicaragua-, fue objeto de un atentado con una bomba que hizo volar el lugar, mientras se llevaba a cabo una conferencia de prensa con corresponsales extranjeros. En el ataque murieron 3 periodistas: Jorge Quirós, Evelio Sequeira y Linda Frazer y 4 milicianos. También resultaron gravemente lesionados otros 15 comunicadores.

El “Comandante Cero” recibió serias heridas que lo mantuvieron hospitalizado secretamente durante varios meses en Venezuela, gracias al invaluable apoyo del presidente Carlos Andrés Pérez. Meses después, en 1985, como enviado especial del diario UnomásUno, tuve la oportunidad de obtener una primicia mundial, al entrevistarlo en su campamento base cuando retomó la lucha armada.

Por muchos años continuó anatemizado, fue el héroe proscrito de la revolución sandinista. Sin embargo, el paso del tiempo todo cambia y varios de sus antiguos críticos y enemigos del FSLN, reconocieron su aporte a la revolución sandinista, entre ellos Tomás Borge, fallecido el 30 de abril de 2012 y uno de sus más despiadados detractores.

Hoy, el “Comandante Cero” no oculta su gran empatía con Daniel Ortega, a quien “pese a que tal vez parezca un sacrilegio decirlo entre nosotros los sandinistas, porque tenemos por formación el ser anticaudillistas”, no duda en calificarlo como “un gran caudillo, porque goza de amplia popularidad y del inmenso cariño de la gente”.

“Entre nosotros, la palabra caudillo tiene una connotación negativa, porque el último caudillo fue Emiliano Chamorro Vargas, un presidente que luego firmó con los gringos el tratado Chamorro-Bryan, que les concedía el derecho a perpetuidad para construir un canal interoceánico a través de Nicaragua para comunicar el Mar Caribe con el Océano Pacífico. La palabra, sin embargo tiene la particularidad de definir a un hombre que trabaja para el pueblo y al cual el pueblo obedece -no por disciplina partidaria u obediencia ciega-, sino por amor. Por ello digo que -en el caso de Ortega-, esto pareciera un sacrilegio dentro del sandinismo”.

A nivel internacional existe cierta incertidumbre creada por su ausencia. ¿De verdad, Ortega no ha muerto o está enfermo de coronavirus o algún padecimiento grave?-le pregunto.

-No, hombre –me dice Pastora-. Hablé con él hace dos días y en ese momento me dijo que llevaba corriendo cinco kilómetros de los siete que ejecuta habitualmente. Mira: Daniel es un hombre muy poco comunicativo; tiene su equipo y gobierna y opera a través de su gente y de su equipo.

Dice usted que usted habló personalmente con él.

Sí, y está sano, aunque lo han dado por muerto más de 20 veces. Dicen que tiene lupus, que tiene problemas del corazón, que tiene esto o lo otro. Nosotros a Somoza, de lo único que no lo matamos fue de SIDA, porque no existía; pero de ahí, “lo matamos” de todas las enfermedades posibles –dice riendo.

“Te describo al Daniel que yo conozco, que es un hombre habitualmente encerrado en sí mismo; no es un personaje que guste de andar saliendo en público o se exhiba y vaya a restaurantes o hable, como lo hace por ejemplo Nayib Bukele, presidente de El Salvador, a quien que le gusta hablar más de la cuenta”.

Asegura que Daniel Ortega incluso “es capaz de pagar por no hablar o por no salir; él no es un hombre de grandes públicos, sino de trabajo y más trabajo”. Luego bromea sobre el calificativo de “dictador” que algunos medios internacionales o personajes de la oposición nicaragüense, le han impuesto al presidente centroamericano.

“Sí, Daniel es un dictador, porque sólo sabe dictar que se hagan más hospitales, escuelas, universidades, centros de salud o dicta que se hagan más carreteras; por eso le llaman dictador”.

Dígame usted ¿cómo percibe la gente a Daniel en las calles?, porque me viene a la cabeza la etapa que ustedes vivieron hace 2 años, con grandes manifestaciones, bloqueos callejeros y acciones de violencia en todo el país.

Quienes protestaban levantaron más de 200 barricadas y nos secuestraron a todos, porque no podíamos salir de la ciudad y ni siquiera de nuestras casas. Ellos trataron de imitar lo que nosotros hicimos contra Somoza, con la particularidad de que nosotros no construimos barricadas, sino trincheras y tampoco obstaculizamos el paso y menos de la gente civil.

Fíjate que a la manifestación más poderosa que hizo la oposición -en ese caso la madre de las manifestaciones-, asistieron unas 60 mil personas. Hablando de manera muy conservadora, carecían de discurso y no presentaron un solo planteamiento político ideológico y menos un plan de gobierno. Vaya, ni siquiera tenían una bandera partidista; utilizaron entonces la bandera nacional azul y blanca de la patria.

Cometieron muchas barbaridades, incendiaron estaciones de radio, quemaron casas de sandinistas, embajadas y almacenes. Con sus acciones, los manifestantes lo único que contribuyeron fue a fortalecer a las instituciones. El gobierno de Daniel finalmente salió ganador y encarceló a unos 170 delincuentes que cometieron esas grandes atrocidades e incluso torturaron, quemaron y asesinaron a civiles y a agentes de la policía.

Tú sabes lo que durante el somocismo nosotros tuvimos que hacer para liberar a nuestros presos; llevamos a cabo acciones de alto riesgo. Sin embargo, en este caso, a petición de la Iglesia católica, los detenidos fueron puestos en libertad. Lo que está muy claro, es que si el pueblo no hubiera apoyado a Daniel, él seguramente ya no estaría en el poder, pero lo apoyó la mayoría y por eso él continúa al frente del gobierno -explica Edén Pastora.

Desde hace algunos días, parte de la flota del gobierno de Estados Unidos se mantiene en la zona del Mar Caribe, supuestamente con vistas a combatir el narcotráfico, pero se dice que realmente es para intimidar al gobierno venezolano con una invasión para deponer a Nicolás Maduro. ¿Ustedes no temen que con estas incursiones la flota se vaya a apostar frente a las costas nicaragüenses para amenazar también al gobierno de Daniel Ortega?

Quienes realmente están contra el gobierno de Daniel Ortega, son los integrantes del congreso de EU, de origen cubano, que odian al sandinismo. Entre ellos se encuentran cinco republicanos y dos demócratas: los congresistas Ileana Ros-Lehtinen, Mario Díaz-Balart, Albio Sires y Carlos Curbelo y los senadores Bob Menéndez, Marco Rubio y Ted Cruz.

Estados Unidos sabe que el gobierno de Nicaragua es uno de los más democráticos de América Latina y constituye una barrera contra el tráfico de drogas hacia su territorio. Además, la administración de Daniel Ortega ha limitado la migración desordenada hacia el Norte y no ha dejado pasar a la mara salvatrucha hacia Costa Rica y al resto de Centroamérica.

A estos congresistas estadounidenses cubano-americanos, que sí nos odian de verdad, no les importan todos estos factores que te acabo de enumerar y se valieron de los regalapatrias y vendepatrias, como sus sirvientes nacionales, para expandir artificialmente ese movimiento de protestas que vivimos en el 2018 y echar abajo un acuerdo con EU, para que las elecciones generales del 2021 fueran de las más vigiladas de la historia y una garantía de pleno ejercicio democrático.

Daniel Ortega lleva en el poder desde el 2007. Su esposa, es la vicepresidenta Rosario Murillo, y al parecer ella no podrá aspirar a relevarlo. ¿Quién sería el candidato del Frente Sandinista que pudiera sustituir a Daniel Ortega, que este año cumplirá 75 años?

Te comento que para tratar de cerrarle el paso a la reelección de doña Violeta Chamorro -presidenta de 1990 a 1997-, quisieron enmendar un artículo constitucional, con una reforma mal hecha, que pusiera candados a la reelección. Hace 6 años se eliminó el artículo 147 que ya había sido declarado inconstitucional en 2010 por los magistrados de la Corte Suprema. De ahí se valió Daniel Ortega para que su partido lo postulara nuevamente como candidato a la presidencia y ganara las elecciones.

¿Podría Rosario Murillo, la esposa del presidente Ortega, obtener la candidatura?

No creo, porque ella fue incluida por los Estados Unidos en la lista Magnistsky, que impide el ingreso a territorio estadounidense a las personas enlistadas y además se exponen a que cualquier propiedad que posean en EU pueda ser embargada.

Entonces, ante esta disyuntiva, ¿quién pudiera suceder a Daniel Ortega como candidato a la presidencia de Nicaragua el año próximo?

Mira, no existe en el Frente Sandinista quien pueda sustituirlo, por esas características que posee y lo han convertido en un caudillo. Ya no es un líder político, sino un caudillo y como tal hoy es insustituible. A Daniel lo quiere el partido y lo quieren todos los sandinistas. Yo he visto a la gente perder el control y llorar con sólo verlo y eso solamente un caudillo lo puede lograr.

Hablar de Daniel es referirse a un hombre que lleva 50 años de lucha; es hablar de un hombre al que la constructora brasileña Odebrecht no pudo pervertir; es hablar de un hombre al que no pudieron corromper los Panama Papers; es un hombre que ni por asomo posee las empresas ganaderas, textileras, mineras, metalúrgicas, constructoras y bancos, que por ejemplo tuvo Anastasio Somoza. Ciertamente, Daniel es dueño cuatro emisoras de televisión, que utiliza más para hacer política que dinero.

Él es de aquellos revolucionarios de antaño a los que no les interesa el dinero y su causa es trabajar para el bien del pueblo. Fíjate, por ejemplo, que Evo Morales en Bolivia y Daniel Ortega en Nicaragua, fueron los únicos presidentes que sacaron a sus países del estercolero histórico en el que estaban sumidos, casi a la par de Haití.

Ortega ha desarrollado 40 proyectos sociales y por ejemplo se están construyendo 10 hospitales –antes se construía uno cada año-, y se ha electrificado el 97 por ciento del territorio nacional.

Hay un programa que se llama “Amor”, que forma parte del Sistema Nacional para el Bienestar Social y está dirigido a garantizar los derechos de los niños a vivir una niñez digna y feliz, mediante el cual el Estado les administra apoyos a 27 mil niños de la calle. Por eso es que en Managua no se ven niños en los altos de los semáforos; la educación también ha alcanzado muy buenos niveles y desde el punto de vista de salud, por ejemplo, no ha habido infesta o alarmantes contagios por coronavirus en Nicaragua.

Precisamente quiero preguntarle ¿cómo están enfrentando este problema de salud pública?

El Ministerio de salud está en las calles, en los hospitales y en todas partes, para ejercer control, punto a punto, a los que han llegado contaminados o contagiados. Y cuando se les detecta, se les introduce en unas cápsulas especiales para controlar la infección. Y se ha hecho a tal extremo, que se dice que en todo Centroamérica, sólo Nicaragua y Belice, son los países que registran menos casos de coronavirus. Por órdenes expresas de Daniel hemos controlado la infección con ayuda de especialistas cubanos, empleando todos los recursos del Estado para evitar la propagación de esta pandemia.

Al presente, hemos registrado seis infectados y de ellos sólo uno –que procedía de Colombia-, murió por complicaciones asociadas al SIDA; era un hombre que no tenía defensas y falleció casi de inmediato. O sea, en Nicaragua el coronavirus no se ha convertido en motivo de alarma ni ha tenido el impacto que ha registrado en China, Europa -en Italia, España y Francia-, o en Estados Unidos.

¿Cuáles son actualmente sus actividades? Ya sé que ha trabajado incluso como tiburonero, pero tengo entendido que el gobierno le había encargado un proyecto en el río San Juan, en la frontera con Costa Rica.

Un día le dije Daniel: mira, yo te voy a acompañar y lo seguiré haciendo hasta cuando yo cumpla 80 años y hasta ahí voy a llegar. “No hombre –me dijo él-, tú aquí te quedas conmigo”. Y luego el gobierno me encargó la limpieza, el dragado del río San Juan, en el sector limítrofe de isla Calero.

El pasado 22 de enero cumplí 83 años, aunque Wikipedia equivocadamente menciona que nací el 15 de noviembre. Soy ya un viejito, pero todavía muy fuerte, y a estas alturas he podido cumplir dos de los tres sueños que he tenido a lo largo de mi vida.

El primero fue hacer la revolución, y el segundo limpiar el río San Juan. Mi tercer sueño es embarcarme en una nave y navegar por el mundo, pero ese, hasta hoy, lo veo muy difícil de realizar.

Lo que estoy haciendo ahorita -la última locura de mi vida-, es construir una marina, lo que ningún nicaragüense ha hecho no sólo en el Caribe -con 500 kilómetros de Costa- y tampoco en el Pacífico, con 400 kilómetros. Por ejemplo, Costa Rica tiene cuatro marinas; El Salvador y Guatemala tienen dos y Nicaragua no tiene ninguna. Nadie se atrevió a hacer una marina y a mí se me metió hacerla en Rivas, en el municipio de Tola, en el Pacífico, y en eso estoy.

Si usted busca en Google el astillero de Nicaragua, en Tola, yo estoy a 3 o 4 kilómetros haciendo esa marina, de tal forma que viajo de manera constante para allá tres veces por semana. Yolanda, mi esposa, se queda algunas veces en casa, pero no podemos vivir el uno sin el otro.

Ya tengo 55 años de vivir con la misma mujer -creo que soy el único comandante que nunca ha cambiado de mujer-, y le soy inmensamente leal, porque creo que la fidelidad está en el alma, no en lo material. Lo material se corrompe, se pudre, se muere; lo espiritual es incorrupto e inmortal. Ahí está la lealtad y ahí está la espiritualidad.

Comandante, le agradezco por permitirme abordar estos temas con usted, aclarar que Daniel Ortega no ha muerto y que pronto él mismo tendrá oportunidad de disipar estas versiones, que incluso han manejado periódicos como el New York Times.

Vea como le he descrito a Daniel; él es así y no podemos pedirle que ande hablando y saliendo como lo hacen otros presidentes. Ya le expuse el caso del dirigente de El Salvador, quien por eso se mete en muchos problemas. Claro, la oposición aprovecha esto para decir muchas babosadas y tonteras y practicar una política de muy bajo nivel, porque dicen mentiras y engañan a la humanidad, afirmando que Ortega está gravemente enfermo o se murió no sé cuándo.

No obstante, me extraña mucho, y me sorprende más, que se dejen engañar por lo que dicen personajes trastornados como Boris Leets, un nicaragüense que vive en Estados Unidos; su familia fue antisomocista y él fue el único somocista. Está desequilibrado. Se ha encadenado, y una vez llegó a crucificarse frente a la embajada de Estados Unidos para protestar contra el gobierno del expresidente Arnoldo Alemán. Ahora ha realizado toda suerte de disparates para llamar la atención, como por ejemplo tomar un micrófono y decir que Daniel Ortega ya ha muerto.

Pero lo que más me asombra es que a este hombre –que ya es un anciano, más anciano que yo-, el mundo le haya dado tanta cancha y se haya dejado embaucar.

Sí, pero no olvide que también contribuyó a ello el hecho de que el presidente Ortega no ha aparecido en público, e incluso recientemente le criticaron no haber asistido a la ceremonia de homenaje que en el Congreso nicaragüense se le hizo al diputado sandinista Jacinto Suárez Espinoza, fallecido el pasado jueves 2 de abril.

Mi hermano: los nicaragüenses conocemos a Daniel y sabemos que él es así. No le gusta salir a exhibirse, no es un hombre que cultive la oratoria, ni le agrada salir mucho en público.

Si lees los comentarios de algunas personalidades como el filósofo Alejandro Serrano Caldera o el mismo Carlos Tünnermann Bernheim, podrás comprobar que dicen que Ortega es el presidente que más escucha a sus interlocutores.

Daniel escucha, Daniel platica, Daniel negocia, Daniel ordena, así es Daniel. Ya aparecerá a su debido momento, asegura convencido de sus propias palabras -a más de mil quinientos kilómetros de distancia, desde su hogar en Managua-, Edén Pastora, el legendario “Comandante Cero”.

Fuente: Agencia Quadratín

Fotos Alberto Carbot