Primera afirmación:
A Alejandro Moreno, Alito, no puede hacérsele responsable único de la profunda crisis política y electoral del PRI.
Ha aportado mucho para ello desde el 19 de agosto de 2019, cuando decidió dejar la gubernatura de Campeche y apostar por su actual responsabilidad.
Tenía base geográfica, casi la mitad de la república, para detener la caída iniciada en 2013 e iniciar la reconstrucción de esa fuerza histórica.
Pero no ha sido así.
Ha perdido diez de los 14 estados a donde han sido llevados a juicio los mandatarios priistas y solamente ha podido hacerse de Durango.
Mérito de Esteban Villegas, quien supo reponerse de su derrota de hace seis años y capitalizar tanto la alianza de Va por Durango como el buen papel del expriista y neopanista José Rosas Aispuro.
Alito tampoco puede arrogarse, como lo ha hecho, la victoria de la panista Tere Jiménez en Aguascalientes, donde la marca triunfadora es Acción Nacional (PAN).
OLA DE ENOJO
La suerte de Alito parece echada.
Hay un creciente número de exdirigentes nacionales -Manlio Fabio Beltrones, Claudia Ruiz Massieu, Roberto Madrazo, Humberto Roque Villanueva y Beatriz Paredes son sólo algunos- dispuestos a exigir su renuncia.
Atrás de ellos hay un gran movimiento de ex gobernadores, ex diputados, exsenadores, exdirigentes de sectores en organización para demandar una Asamblea Nacional y algo llamado a refundación.
La solicitud del encuentro solicitado el domingo parece improvisada, si se considera la gran cantidad de militantes atrás del reclamo de parar una debacle y acaso la desaparición.
Todos conocen el principal escollo:
Alejandro Moreno ha dedicado casi tres años a fortalecerse a través del control absoluto de todos los órganos del partido: Comité Ejecutivo, Consejo Político, Comisión Política, etcétera.
A través de ellos ha controlado las postulaciones para beneficiar a sus allegados y de Rubén Moreira y Carolina Viggiano, incluidos los tres para diputados plurinominales y ella para candidata a gobernadora.
Fue humillada por Julio Menchaca.
Con ese poder interno, sólo la toma masiva del partido lograría bajarlo del poder.
CERO RENUNCIA
Hoy se decidirá parte de su destino.
Una versión entre expresidentes del PRI hablaba ayer sobre la disposición de Alejandro Moreno a renunciar mediante un proceso negociado y terso.
Él no lo asume así.
En víspera de las elecciones de 2021 nos narró a un grupo de reporteros su pretensión: quedarse por lo menos los cuatro años para los cuales fue electo.
-Y como yo manejaré las candidaturas para 2024, tengo el legítimo derecho de ser candidato a la presidencia o por lo menos otra vez senador de la república.
Hace unas semanas, en una comida en Polanco, repitió su pretensión de seguir al frente hasta el final de su mandato estatutario, convencido de hacer una suma de porcentajes suficientes para derrotar al candidato lopezobradorista.
Su matemática es simple: el PRI tiene 18 puntos, el PAN uno o dos más, el PRD unos 5 y con Movimiento Ciudadano el frente Va por México rondaría 50% de los sufragios.
Porcentaje imposible para Morena, desde su perspectiva.
Es su oferta y se aceptan apuestas.