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La candidata del partido oficialista, simplemente podrá responder, Yo solo soy la candidata, para en caso de ganar los comicios será Yo solo soy la presidenta y con esto dará a conocer que ella nunca a obtenido “el bastón de mando” y que la simulación que se hizo de la entrega solo fue eso una simulación.

Y es que al hacer propias la veintena de iniciativas de reformas enviadas por el inquilino de Palacio Nacional, solo nos muestra que no habrá un cambio para reorganizar el país y decidir como titular del Ejecutivo. Es poca palabras acepta que el camino que esta señalando el inquilino será el cual seguirá.

La candidata deberá asumir su responsabilidad, la que el inquilino nunca acepto, y llevar al país a la mejora en muchos de sus sectores que se han visto afectados por el recorte presupuestal que han vivido en los últimos años.

Si la candidata piensa que la popularidad del tabasqueño la ayudará, quizás tenga razón y ganará los comicios, pero el problema será después cuando quiera tomar una sana distancia y empezar a gobernar.

Se encontrará con un camino minado que en cualquier movimiento fuera de lo que hasta ahora hemos visto podría detonar una crisis financiera en el país y con ello regresar a esas épocas donde los mexicanos teníamos que luchar durante seis años para sobrevivir, dentro de un país sumamente endeudado.

El problema es que avalar las iniciativas que en realidad no tiene un futuro positivo y solo utilizarlas para denostar la postura de la oposición quizás será más negativo que positivo para la candidata.

Es por ello que la candidata deberá decidir el rumbo de su campaña, una bajo la sombra de su “jefe”, que de ganar esta sombra perdurará sobre ella en sus seis años de gobierno y en las decisiones que tome, o empezar su campaña con ideas propias alejadas de esas “licuras del emperador” que hacen mucho daño.

El punto es que al inicio de la próxima administración deberá analizarse a profundidad una reforma fiscal, para fortalecer las finanzas de la nación y evitar que estas finanzas sean tomadas como cheque en blanco de parte del Ejecutivo.

El panorama cercano para los mexicanos no es tan halagador porque las finazas están sumamente presionadas y para poder seguir otorgando los programas sociales se hace necesario realizar esa reforma fiscal, algunos piensan que el rubro más importante y donde todos pagamos impuestos es el IVA, es decir tendría que haber un incremento en este impuesto, y revisar algunos otros para hacerlos universales que permitan engrosar los ingresos a la nación.

Sin embargo, este impuesto golpearía de manera importante a las clases más vulnerables, pero beneficia en el corto plazo, el problema es como socializar esta necesidad del país.

Recordemos que no solo son los programas sociales, son las pensiones y jubilaciones en puesta de muchos trabajadores a esto debemos sumar que la obras “capricho” tendrían que seguir siendo subsidiadas, esto implica una gran cantidad de recursos que no se tiene en el momento

Es aquí donde entra en juego la otra parte, tener un Congreso de la Unión que no sea servil al ejecutivo, pero que trabaje en coordinación con este para analizar y reforma los suficiente para retomar el rumbo del crecimiento económico, crear riqueza para ir formando esos fondos que permitan cubrir los gastos que se avecinan.
Se necesita un poder Legislativo de dialogo interno y externo para llegar a conclusiones de beneficio para el país y sus pobladores.

Pero si repetimos un Congreso que solamente servirá de patiño al Ejecutivo, difícilmente veremos llegar los beneficios para los mexicanos.
Por tanto la decisión será del elector, si se quiere un triunfo de la oposición donde podría entrar el dialogo y los acuerdos a favor de los mexicanos o una continuidad donde nada cambie y se siga gastando mas de lo que se genera.

El presente lo vemos, un país sumamente endeudado, con poco margen de manejo, pero con la posibilidad de cambiar el rumbo, la decisión es el voto