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NÚMERO CERO/ EXCELSIOR

El retiro del apoyo del PRI a Beatriz Paredes y la desnaturalización de la consulta para elegir candidato presidencial es una decisión suicida del Frente opositor, que desnuda “la mano que mece la cuna” de una opción tomada de antemano. La alianza perfila el triunfo de Xóchitl Gálvez como candidata única, pero sale debilitada de un proceso con la legitimidad cuestionada por la manipulación de las dirigencias partidistas.

La precampaña que el Frente Amplio por México presentó como oportunidad democrática inédita para “cambiar el rumbo de México” y rescatar la democracia desemboca en un artificio en el que lo que menos cuenta es la ciudadanía. Envía el mensaje de que es más importante proteger compromisos de las cúpulas que el respeto al juego, candidatos y más de 2 millones de personas que participan en el ejercicio. Y, finalmente, lo que acaba por ser inédito es que, en la fase decisiva, sus liderazgos lo saboteen con un cierre de filas en torno a Xóchitl, que incluso daña las posibilidades futuras de su candidatura.

Las dirigencias del PAN, el PRI y el PRD son víctimas de sus errores de cálculo en el diseño de un método que no respetarían si llegara a poner en riesgo el pacto cupular que da al PAN mano para designar candidato presidencial. Ni el control de patrocinios o de la movilización evitaron la irrupción de una competidora que se resistió a bajarse de la contienda anticipadamente como los otros aspirantes, así si sólo fuera por elevar el costo de su factura.

¿Por qué Alito Moreno abandona a su correligionaria con un “madruguete” sin siquiera conocer el resultado de la encuesta con el que el Frente decidirá la candidatura? ¿A cambio de qué posiciones y candidaturas? ¿Por qué creen que una victoria de Xóchitl por aclamación fortalecerá su unidad, cuando había una carrera competida con Paredes? ¿Cuál es la razón para querer suspender la consulta tras venderla como ejemplo de método democrático para diferenciarse de Morena?

Las interrogantes sobre la terminación abrupta del proceso son muchas, pero ninguna respuesta sirve para rescatar la credibilidad de competencia genuina. Al menos no hasta que pusiera en duda los planes originales, incluso con el riesgo de echar por la borda el ejercicio como una simulación para inflar una operación mediática de posicionamiento electoral.

La maniobra evidencia, tanto un error de cálculo político en el diseño del método, como un control de daños autodestructivo de partidos, cuyos fallos con la ciudadanía ya antes los habían conducido a la derrota electoral en 2018. En cuanto al primero, el Frente no parece haber contemplado el escenario de un resultado ajustado que dejara dudas sobre el ganador. Tampoco el riesgo de una consulta que pudiera perder Xóchitl por la operación política de las estructuras del PRI o la escasa capacidad de movilización del PAN o el PRD.

El plan original era realizar dos encuestas y una consulta entre unos 2 millones de firmantes del proceso para obtener al ganador con el resultado de las dos mediciones. La favorita en las encuestas es Xóchitl, que irrumpió en la contienda como un fenómeno mediático inflado por la alianza, pero ni ella ni el PAN cuentan con estructuras de movilización política en los 300 distritos electorales donde se recogerán los votos. Ante ese problema, la alianza aduce temor a la injerencia externa o el boicot de Morena con actos de violencia en las urnas para justificar su manipulación.

Su segundo error fue adelantar el resultado del sondeo para proyectar la victoria de Xóchitl con una amplia ventaja de 15 puntos y dejar a Parades como “músico sin orquesta” en el camino a las urnas, como ella misma se describe. Esa estrategia para evitar los riesgos en las urnas es el mayor peligro para los aliancistas, dado que confirma una simulación del proceso que, entre otras consecuencias, dejará una mancha en el ganador y debilitará el respaldo de la base priista si creen que les han hecho trampa con una posible campaña de brazos caídos en 2024.

Si las fallas en el diseño abrieron riesgos que las dirigencias no pudieron prever, el error de cambio de planes en la fase final socava su principal capital: la unidad. La pérdida de legitimidad de su interna no sólo los debilita frente a Morena, sino que es un movimiento telúrico que desestabiliza los frágiles pilares sobre los que construyeron la alianza opositora.