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NÚMERO CERO/ EXCELSIOR

El camino zigzagueante de México en el mayor conflicto geopolítico de este tiempo en Ucrania coloca al país en situaciones delicadas. La onda expansiva de la invasión rusa hace casi imposible proyectar el rumbo que tomará una guerra militar y económica de alcance global. Por lo cual, una política exterior de doble papel puede llevar a quedar mal con todos, aunque lo que se busque sea preservar el margen de maniobra interno y no pelear con ninguna de las potencias involucradas en la conflagración en Europa.

La magnitud del conflicto no deja a nadie al margen y el precio de la neutralidad puede ser alto si se observa cómo no comprometerse con señales equívocas. Eso puede leerse en la crítica del embajador de EU, Ken Salazar, al gobierno mexicano por sus buenas relaciones con Rusia, cuando la solidaridad –espeta– “debe ser con Ucrania”, o en las del Comando Norte sobre la presencia de espías rusos en el país. Para el gobierno de Biden es prioridad aislar a Rusia y presionar a su aliado en la geopolítica mundial.

La declaración fue una reacción a otra del embajador ruso, Víktor Koronelli, quien destacó en el Congreso los vínculos con México en medio de la invasión, durante la instalación del Grupo de Amistad México-Rusia, convocado por el PT de la coalición del oficialismo. Salazar ha encajado varios reclamos de injerencismo de EU por la reforma energética y crímenes de periodistas, sin dejar de ponderar las buenas relaciones bilaterales. Esta vez, sin embargo, no se contuvo de señalar preocupación de que la neutralidad de su vecino se pudiera escorar por la guerra, a riesgo de parecer un procónsul colonial: “No puede pasar que México y Rusia sean cercanos”, apostilló para dejar claro que EU vigila sus riesgos políticos con México.

La política exterior mexicana tradicionalmente ha encontrado en la no injerencia y respeto a la soberanía un reducto de neutralidad frente a las potencias desde la Guerra Fría, además de algunos dividendos en la interlocución en conflictos como el de Cuba o Centroamérica. Hasta un espacio para el derecho de pataleo, pero, en este caso, una posición mediadora para evitar tomar partido del todo –como exige EU– puede tener mayores costos. López Obrador ha dicho varias veces que México no participará ni en favor, ni en contra, es una postura de neutralidad de la política exterior.

Ante la llamada de atención, el derecho al pataleo. Previsible, el Presidente respondió a Salazar que “México no es colonia ni de EU o Rusia” para ventilar su malestar, a la vez que desestimar la declaración del jefe del Comando Norte, Glen VanHerck sobre la presencia de más espías rusos en México que en todo el mundo. Una protesta del que se siente defraudado o para compensar los riesgos para la seguridad de su gobierno por fenómenos que la guerra puede agudizar, como el crimen o el terrorismo en su frontera.

Otro reclamo, esta vez militar, a la posición de México frente al conflicto, a lo que López Obrador respondió que no sabe si en el país hay agentes de la inteligencia rusa. Hay que recordar que en 2020 se aprobó una iniciativa presidencial para limitar la presencia de agentes extranjeros y obligar a todos a solicitar autorización para entrar en México, aunque dedicada a la DEA por su papel en el caso Cienfuegos.

Como integrante del Consejo de Seguridad, México inició con una posición titubeante en la condena a Rusia por la invasión, el tema no estaba en la agenda presidencial, concentrada en refutar las críticas de Washington por los crímenes de periodistas. Su posicionamiento fue errático hasta advertir el riesgo de no condenar la invasión para la integridad de sus propias fronteras y verse obligado a alinearse con EU y Europa. Después votó a favor de dos resoluciones para reprobarla, pero descartó sumarse a las sanciones comerciales. Ahora la presión de EU arrecia y puede impactar en áreas muy sensibles como la cooperación política y militar. La declaración de su cúpula militar refleja desconfianza y problemas de comunicación con su socio y aliado, a pesar de su acercamiento desde la Iniciativa Mérida. Con estas expresiones quiere dejar claro que tiene puesta su atención en los pasos de México en la geopolítica mundial y sopesa los peligros de su política de neutralidad para su seguridad interna.