«Ver es un privilegio y el privilegio mayor es ver cosas nunca vistas: obras de arte».
Octavio Paz, Los privilegios de la vista
¡Resulta sorprendente la magia que ocurre, a veces, tras un despiste de fechas! Me levanté el jueves veinticinco de septiembre, muy feliz, para asistir a la rueda de prensa en el Museo Jumex y salí corriendo para llegar a tiempo. ¡Oh, sorpresa! Me equivoqué de día. ¿En verdad? La rueda de prensa fue el miércoles, pero al llegar y encontrarme con el equipo del museo, recibí mi carpeta y subí al tercer piso para tomar mis fotografías. De repente, cuando ya nada debía suceder, empezó la aventura. Estaba, ya casi, por irme, cuando ocurrió lo extraordinario.
Saliendo del elevador, ahí estaban Gabriel de la Mora, en vivo, junto con el periodista, Víctor Gaspar, de Canal 22. ¡Uh, qué suerte! tuvimos el privilegio de recorrer la exposición en compañía del artista, quien nos fue narrando con detalle el sentido de las instalaciones, el performance y los núcleos de la exposición. Nos contaba la forma como los proyectos se entrelazan con su historia personal y sobre los telones de fondo conceptuales. Nos platicaba sobre los materiales y su procedencia, la forma de seleccionarlos y después trabajarlos. Durante el recorrido, sentí que entraba al universo del arte contemporáneo escuchando las anécdotas que el artista nos compartía.
En principio, De la Mora, nos platicó sobre la curaduría de Tobias Ostrander** y de Carolina Estrada García***. Ellos escriben dos ensayos, que vale la pena leer, en el Cuadernillo/ Booklet 33, que publica el Museo Jumex.
Tobías, nos dice, De la Mora, titula la exposición, «La pequeña muerte». Le ofrecí carta abierta para que él seleccionara lo que quisiera y le compartí un archivo para que eligiera con absoluta libertad. Él seleccionó ochenta y siete obras, de las cuales, muchas pertenecen a la colección Jumex, pero hay otras que se exhiben por primera vez.
Para De la Mora, el resultado de presentar obras nuevas es que algunas personas que han seguido su trabajo por muchos años, le digan:
«Yo creí que conocía todo tu trabajo, pero después de ver esta exposición realmente quedo sorprendido porque encuentro novedades».
Tobías Ostrander conecta el último núcleo de la exposición «El placer del deseo» con el título de la exposición porque «La Pequeña Muerte» generando un diálogo entre el trabajo inicial del artista con las obras más recientes. «La Petit Mort», es una exploración poética, señala Ostrander, que abarca dos décadas de trabajo del artista mexicano Gabriel de la Mora, (Ciudad de México, 1968), quien combina el placer físico y el estético». La muestra no es una retrospectiva del trabajo del artista, sino una revisión de carrera que cubre un período de 22 años, del 2003 al 2025.
De la Mora, ante la pregunta, ¿Cuándo comienza la carrera de un artista?, responde:
En mi caso, nos dice, llevo treinta años de carrera, estudié arquitectura y al inicio pretendí llevar el arte a la arquitectura, hasta que antedí que tenía que decidir entre ser arquitecto o artista. Opté por ser artista, por la libertad que me ofrece el arte, entre otras cosas porque el arte no es funcional como la arquitectura. «El arte para mí es universal, una obra pequeña tiene que tener la misma potencia que una obra inmensa». Nos cuenta una anécdota: Una maestra me decía: «no hay nada peor que una mala obra de arte; peor aún, si esta es inmensa». Entonces, dice, generalmente, me sesgo hacia lo opuesto, me encanta que en este entorno tan inmenso, de repente, nos topemos con una obra pequeña.
Miren, por ejemplo, el recorrido de los núcleos de la exposición: Cuerpos; Borradura; Calor; El filo del deseo; Tacto, y El placer del espectador, empieza hacia la derecha, pero considero, dice, De la Mora, que también es interesante iniciar por el final. Mi forma de mirar, la mayoría de las veces es dual. Me encantan los extremos: lo efímero con lo eterno, la izquierda con la derecha, el frente y lo reverso, lo de arriba y lo de abajo, y todas las obras en su mayoría se pueden presentar en sus cuatro posiciones.
Por otra parte, continúa De la Mora, mi forma de concebir la muerte puede relacionarse con el concepto de las alas de las mariposas que tienen un doble nacimiento y una doble muerte. Nacen de un huevo, que se transforma en una oruga, después se forma un capullo. Para mí, esa es la primera muerte, luego de ahí nace una mariposa, que después muere. Mi concepción sobre la muerte se relaciona con alguna de mis definiciones sobre el arte:
«Todo va a desaparecer y lo único que va a quedar es el arte cambiando contantemente hasta que desaparece o se transforma en algo más.»
Como señala Tobías Ostrander:
«Hay una pérdida implícita, una muerte simbólica o física que surge en la mayoría de las obras de De la Mora, que se manifiesta con frecuencia a través de los materiales que utiliza y la forma en que estos evidencian procesos de desgaste, recolección, manipulación y construcción obsesiva .»
Desde mi punto de vista, la obra de De la Mora remite al espectador a seguir una trayectoria estrechamente vinculada con su biografía.
«Cuerpos, incluye un retrato del padre del artista 1951-G.M-25-1993 (2007) realizado con hilos de cabello humano, un método que el artista utilizó ampliamente durante la primera parte de su carrera».
«Borradura, incluye obras de la extensa serie del artista titulada Originalmente Falso».
En «Borradura» destacan imágenes y materiales cuyo estado natural ha sido alterado ya sea por la intervención del artista o porque han sido deteriorados por el uso, el paso del tiempo o el desgaste. Por ejemplo, De la Mora, describe la forma como ha trabajado sobre falsos cuadros que a veces son vendidos como originales a los coleccionistas, sin que estos se den cuenta, aplicando toda una serie de técnicas complejas pasa de un moncromo a un cuadro original. Por ejemplo, en la exposición vemos un falso de Leonara Carrington con la firma de la artista que con la intervención de Gabriel de la Mora se transformo en un original y de esa manera, la obra se reinserta en el mercado del arte.
Por otra parte, como señala Carolina Estrada García: « El estudio de Gabriel de la Mora está conformado por varias habitaciones, muchas de ellas son bodegas y espacios mínimos; bastidores, cajas. Hay también personas sumergidas en sus propias formas de prestar atención a cada detalle (…) el estudio se convierte en un espacio onírico donde cada objeto parece hablar en un idioma secreto».
Considero que, De la Mora, nos coloca ante la expresión misma del arte contemporáneo. Es una artista conceptual multifacético. Detrás de cada uno de sus cuadros, se escuchan las voces de grandes teóricos del siglo XX. Ahí, lo irrepresentable nos remite a un núcleo de sentido imposible de descifrar que alude al concepto freudiano de «el ombligo del sueño». También está presente, Lo ominoso de Sigmund Freud, en todo aquello que representa lo familiar y al mismo tiempo lo desconocido. Es decir, lo vivo y lo muerto, por ejemplo, las alas de las mariposas que conservan sus colores después de muertas.

Pienso que en el taller del artista habitan fantasmas con ideas y propuestas que van a ir materializandose en su arte en los sonidos, colores, y exploraciones propias del arte contemporáneo.
«Como preludio de la exposición se encuentra la instalación de video de dos canales 39-G.M.C-23, en la cual el artista aparece como una copia de sí mismo en forma de piñata.»
Tras bambalinas se escuchan las propuestas de Jacques Lacan, sobre lo inconsciente; de Sigmund Freud, sobre el deseo insatisfecho por naturaleza; de Roland Bartres en El placer del texto.
«El título de la sección final, El placer del espectador, reconoce directamente la influencia del ensayo de Roland Barthes en toda la exposición».
La exposición de Gabriel de la Mora invita al espectador a dialogar y a inteactuar de forma diferente en cada uno de los núcleos que la conforman. Destacan los materiales que el artista utiliza, entre ellos, cáscaras de huevo de color verde azulado pálido o blanco puro; la obsidiana volcánica de donde provienen las alas de las mariposas. La referencia a la muerte en la instalación de las calaveras.
La exploración profunda que el artista ha llevado a cabo a lo largo de su trayectoria es muy amplia e interesante. La exposición nos va guiando por los caminos de los sentidos asociados con la pérdida y el abandono, los cuales recorren la práctica de De la Mora.
Para De la Mora, todo en este mundo cumple una función y un servicio y después se convierte en desecho. Todo es efímero, menos el arte.
«Para mi esto es el arte: todo va a desaparecer y lo único que va a quedar es el arte cambiando contantemente hasta que desaparece o se transforma en algo más» De la Mora.
* Zakie Smeke, doctora en Filosofía política, maestra en periodismo y psicoanalista.
https://www.instagram.com/zakiesmeke/ https://twitter.com/z_smeke?lang=es
** Es curador jefe y subdirector de asuntos de curaduría del Museo Pérez de Arte de Miami (PAMM) en Miami, FL desde 2011. De 2009 a 2011 fue director del Museo Experimental El Eco, un espacio de arte contemporáneo alternativo administrado por la Universidad Nacional Autónoma en Ciudad de México, México. De 2001 a 2009, Ostrander desarrolló un considerable programa de artistas internacionales en el Museo Tamayo en Ciudad de México, donde fungió como curador de Arte contemporáneo. Antes de su trabajo en Ciudad de México, él fungió como curador asociado de inSITE2000/01, un proyecto de arte diseñado específicamente para el sitio en San Diego y Tijuana, y tuvo puestos de curaduría en la XXIV Bienal de São Paulo, y varias instituciones en Nueva York, entre ellas el Museo del Barrio y el MoMA.
*** Es gestora cultural, curiosa y rastrera. Se dedica a cuidar y cultivar espacios para las escrituras colectivas en relación con procesos y sensibilidades vegetales para el aprendizaje acompañado. Basa su práctica en el diálogo entre arte, literatura y ecología. Actualmente es Asistente Curatorial en el Museo Jumex, en donde se desarrolla y acompaña distintos procesos de la institución museística y gestión de exposiciones de arte contemporáneo.