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A medida que se acerca la fecha para celebrar los comicios, el próximo 2 de junio, se hace más imperante que el INE empiece a establecerse como un verdadero arbitro electoral y aplique las sanciones correspondientes para evitar que la injerencia que realiza, casi todos los días, el inquilino de Palacio Nacional, se convierta en un elemento para que los resultados se decidan en el Tribunal Electoral y se haga a un lado la democracia participativa.

México, para seguir el crecimiento de su democracia, necesita que se respete el voto del ciudadano, que el arbitro este atento a cada paso del proceso y calle las voces que nada tienen que hacer en el mismo.

Y es que desde la semana pasada, el inquilino de Palacio Nacional mostró indicios de hacia donde quiere que vayan los comicios, importantes para el país, y asegura que se esta fraguando un “Fraude Técnico”.

Es decir se adelanta para curarse en salud, porque si los resultados no favorecen a su candidata, saldrá a decir que él se anticipo ante el fraude que la oligarquía, los conservadores y quizás hasta Estados Unidos planearon para restaurar el neoliberalismo en el país. Pero si gana saldrá a decir que su movimiento se impuso a pesar de sus adversarios.

Pero para evitar todo ello, se hace necesario, primero, que todos los ciudadanos que tengan su credencial de lector salgan a emitir su voto, para que el sufragio sea el único elemento decisivo sobre quine tomará las riendas de México en los próximos seis años.

De esta forma, no habrá manera que nadie pueda llamarse defraudado y México podrá mostrar que cada vez los mexicanos tomamos muy en serio del valor del voto.

Porque la democracia se fortalece cuando hay aceptación de los resultados. Y mas allá de las encuestas que se presentan día con día, la encuesta real será el resultado del 2 de junio y esta derivada de la decisión de los ciudadanos.
Evitemos seguir escuchando a alguien que ya se va, y que lo único que quiere es mantener el poder a como de lugar, porque, a pesar de manifestar por varios años que la democracia debería ser respetada, el la violenta y quiere seguir siendo el protagonista.

La historia lo pondrá en el sitio que merece, pero él sigue insistiendo en quedar como el más detestable y desdeñable presidente que ha tenido México