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Las negociaciones se dan en todo sentido.

Unas veces como intercambio de opiniones.

Otro con preguntas sobre proyectos específicos, diferentes o sucesorios a los de Arturo Zaldívar, para el ejercicio 2023-2027.

Diferentes porque el ala independiente de la Corte clama por recuperación de la independencia.

Sucesorios porque desde Palacio Nacional pretenden un Poder Judicial a modo para no volver a emitir críticas mañaneras aun para quienes salieron de ahí en la aurora del sexenio.

Son conocidos y, se supondría, incondicionales del Poder Ejecutivo: Juan Luis González Alcántara, Yasmín Esquivel Mossa, Ana Margarita Ríos Farjat y Loretta Ortiz.

Pero no todos han sido sumisos y el Presidente se siente agraviado con sus votos e interpretación soberana de la Constitución y las leyes, como dijo el 3 de septiembre:

-Me equivoqué porque hice propuestas, pero ya una vez que propuse, ya por el cargo o porque cambiaron de parecer, ya no están pensando en el proyecto de transformación y en hacer justicia. Ya actúan más en función de mecanismos jurídicos.

DIÁLOGO SIN SUMISIÓN

Como sea, él tiene su candidata.

Y no es Loretta Ortiz Ahlf, cercanísima por su relación personal, política y profesional con José Agustín Ortiz Pinchetti, su secretario de Gobierno en el Distrito Federal y quien como fiscal de delitos electorales exoneró a Pío López Obrador.

Es otra ministra.

Ella es cortejada por muchos.

Pero también tiene disidentes y estos cruzan opiniones con perspectiva de votos con los otros cuatro aspirantes: Norma Lucía Piña Hernández, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, Javier Laynez Potisek y Alberto Pérez Dayán.

Poco a poco se forman los polos.

De un lado, Yasmín Esquivel Mossa suma apoyos y dialoga con todos, en especial con quienes tienen ascendencia en la Corte como el ex presidente Luis María Aguilar.

Todavía no es posible prever el resultado de la elección del 2 de enero.

Pero estos datos dan idea de cómo se mece el Poder Judicial mexicano entre quienes tratan de continuar por la ruta trazada por Arturo Zaldívar -¿o alguien de más arriba?- y quienes buscan entendimiento pero no sumisión al Poder Ejecutivo.

INDIGNACIÓN JESUITA

Seis meses del triple asesinato en Cerocahui y nada.

Dos de ellos, sacerdotes jesuitas con años de ministerio en Urique, eran Javier Campos Morales y Joaquín César Mora.

Con esta ocasión dice la comunidad de la Sociedad de Jesús:

“Son dos asesinatos que se unen a tantos más que ocurren diariamente en el país, ahí está la sangre que se convierte en un llamado a construir la paz, la justicia y la seguridad…

“…Dios está haciendo justicia suscitando la indignación y la fuerza para emprender caminos de paz desde lo local, suscitando voluntades para avanzar en la construcción de condiciones de seguridad, y nosotros seguimos pidiendo que este asesinato no quede impune…

“…que se revise el sistema de justicia que favorece la estrategia de seguridad nacional que favorece el control territorial de los grupos armados y se deje de fomentar el odio y la polarización que alimenta la violencia…”.