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NÚMERO CERO/ EXCELSIOR

La orden de detención contra Cabeza de Vaca podría verse como el enredo de una comedia si no fuera porque arrastra al federalismo, al Poder Judicial, la FGR y hasta al Senado. Como en las obras dramáticas, muestra lo ridículo, con elementos que preocupan y hacen reír, pero sin final feliz. El gobierno de López Obrador ha tenido su mayor dolor de cabeza en la procuración de justicia, con resultados magros en el combate al crimen y la corrupción. Pero ahora la trillada estrategia del escándalo político es una amenaza que socava al propio Poder Ejecutivo, y no porque el gobernador de Tamaulipas no tenga cuentas pendientes con la ley.

Los protagonistas de los mayores escándalos de corrupción yacen en carpetas de investigación sobreseídas sin poner fin a un proceso penal o sancionador. Las denuncias por delitos graves de corrupción o lavado de dinero, como las que existen contra Cabeza de Vaca y otros funcionarios de gobiernos anteriores, se hacen públicas con pompa y circunstancia, pero sólo llevan a encarecer la significación de nombres de adversarios políticos y hacen de la justicia una figura ridícula y de porte extravagante. López Obrador conoce el riesgo del extravío o el fingimiento de la justicia en acciones ineficaces. “No queremos ser el hazmerreír de nadie” “ni tapadera”, dijo, al difundir en la conferencia “mañanera” un oficio del Departamento de Estado de EU sobre el inicio de una investigación del FBI a Cabeza de Vaca, para rechazar que su gobierno lo persigue políticamente.

Pero la estrategia de hacer de la justicia un producto mediático es dramático desde cualquier flanco, si el voto firme, formal y grave, de ir contra el delito y la corrupción sólo conduce al escándalo de una comedia policiaca de una justicia en el limbo y sin eficacia. Las deficiencias de la FGR o los obstáculos judiciales, como el fuero para detener a un inculpado como Cabeza de Vaca, no pueden obviarse sin poner en entredicho la legalidad o abrir la duda de una operación política, aunque haya indicios fundados de corrupción. Porque eso requeriría, como en las comedias, de la farsa de los poderes involucrados y la Corte de dejarlo pasar; o de la omisión del poder judicial, como reclama el secretario de Marina a los jueces de parecer el “enemigo en casa” con la liberación de criminales, aunque ahora en sentido contrario, para detener al político con fuero.

La confrontación con Cabeza de Vaca se remonta a hace un año, cuando en un punto álgido de la crisis sanitaria promovió un bloque de gobernadores de oposición contra la estrategia anticovid del gobierno federal, pero escaló a su desafuero en el Congreso y orden de aprehensión en plena campaña electoral. La controversia sobre las facultades del Congreso local para mantener el fuero o de un juez federal y la FGR para aprehenderlo si mantiene la inmunidad han involucrado a la Corte, que en un fallo confuso desestimó el desafuero del Congreso, pero sin eximir de proceso a Cabeza de Vaca. Para el gobierno, la Corte dejó un “vacío interpretativo” que, en el extremo, podría llevar a Morena en el Senado a plantear una situación de emergencia como la desaparición de poderes en Tamaulipas, aunque la oposición paró la tentativa de acorralar al gobernador para que rinda cuentas sobre una red de lavado de dinero que salpica a su familia.

Si lo que el gobierno pretendía era dar un golpe de efecto de cara a los comicios, ahora podría enredarse en una telaraña jurídica sobre los límites de la soberanía entre federación y estados. Así como los roces con Cabeza de Vaca y los otros gobernadores de la iniciativa de “coordinación nordeste contra covid” derivaron en fortalecer a los gobernadores de la Alianza Federalista, ahora su tentativa de detención tampoco augura éxito al gobierno federal. El mensaje pone en alerta a los 15 gobernadores que saldrán de las urnas y los actuales de la oposición, y tampoco creo que el temor a la persecución ayude a los de Morena en las urnas. Pero sobre todo es una acción crítica para el gobierno porque, a diferencia de las comedias, no dejará un final feliz para la FGR como en casi todos los anteriores capítulos contra la corrupción.