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“La escritura llega como el viento, está desnuda, es la tinta, es lo escrito, y pasa como nada pasa en la vida, nada, excepto eso, la vida.” (Escribir, M. Duras, 1994).

El relato afronta los temas de los falsificadores y la falsificación con personajes reales que parecen de ficción. Somos testigos de la manipulación que ocurre entre los vendedores y los compradores que adquieren sus obras con base en la confianza otorgada a la perito, en el apasionante mundo del arte.

La novela está habitada, entre otros elementos, por la relación de amistad y complicidad de la crítica de arte y Enriqueta Macedo. La narradora, que oculta su identidad bajo el nombre falso de María Lydis, se registra en el Hotel Étoile en el que permanecerá confinada hasta “dejar salir lo que lleva dentro” para “empezar de cero”.

Enriqueta Macedo fuela tasadora número uno del país en el Banco Ciudad por cuyas manos pasaban las obras falsificadas que ella autentificaba. Reconocida por sus largos años de trabajo en el campo de la valoración. “Su despacho era sobrio, con sillones tapizados en cuero auténtico y reproducciones enmarcadas de William Blake”.

Para la relatora, Enriqueta no solo fue su jefa, sino que ocupó un rol esencial: fue la madre sustituta, la amiga ideal. De ahí que el lector comprende que el relato es una manera de elaboración del duelo por la muerte de esta mujer “reina de la fabulación”.

Por la amistad con Macedo: la crítica de arte conoció a la Negra, la mítica falsificadora de la obra de la pintora Mariette Lydis quien fue la retratista de la alta sociedad bonaerense. La talentosa falsificadora vivía en el Hotel Melancólico junto con los miembros de la banda de falsificadores. De un día para otro y tras el enojo de la Negra con un empresario sus pinturas dejaron de entrar y casi al mismo tiempo ella desapareció.

Tras la muerte de su tutora y la desaparición de la Negra, el mundo de la amiga incondicional se empobreció. Se sentía desolada y desamparada. La zozobra la invadía. Enriqueta fue la única persona que la apreció, la formó y le brindó confianza. En un mundo signado por la hostilidad y la competencia, la heroína sostiene. “A la gente que nos hace sentir así, uno le debe la vida”, afirma la narradora.

Debido al quebranto por el deceso de Enriqueta, a la disminución en que quedó su vida, al intento de recuperarse se presenta en ella la urgencia de recuperar la memoria, las imágenes, las conversaciones de sacar lo que vivió y entonces decide investigar la vida de la Negra para escribir su biografía. Para ello, lleva a cabo una pesquisa detectivesca que la conectaría con las historias de otros falsificadores.

“Cuando un ser querido muere, el acto reflejo es básico, e intuyo, universal: Uno vuelve mentalmente a esa persona, repasa los temas de conversación, rescata el viejo léxico de guiños y chistes internos, revisita los lugares comunes. (…) Creo que en el fondo me inventé este relato para seguir hablando con mi vieja amiga Enriqueta; dado que ya no podía acompañarla al sauna, ni sacarle las espinas a su pescado, dado que ya no podía alcanzarle la luz negra como una tea encendida, al menos podía aferrarme a ella mediante las palabras. Me inventé una conversación, le hablé de la Negra. Gainza, afirma: Una escribe para auscultarse, para entender qué tiene dentro”. (Capítulo: “Check Out”)

Queda como duda, ¿por qué decidió la relatora transcribir el juicio de Federico Manuel Vogelius completo? De entrada, nos advierte que leeremos una selección de citas, un resumen de la argumentación esencial de la sentencia.

De alguna forma, el capítulo se hace denso porquese conforma de varias declaraciones testimoniales, sentencias, pericias, permisos, restituciones y denuncias, entre otros elementos, que considero nos alejan de la trama central de la novela: La historia de la Negra.

“Lo que leerán, si tienen la paciencia necesaria, es una selección de citas, un resumen de la argumentación esencial del juicio a Federico Manuel Vogelius por el asunto de los Figaris falsos”.

En el capítulo, “La galería de mujeres iluminada” nos encontramos con un largo Catálogo de la “Subasta de Bienes de Mariette Lydis” y con la descripción detallada de cada uno de los lotes, como podrán darse cuenta.

“(Lote 12) Retrato de dama desconocida, óleo, circa 1920 Base US$ 1000.00, (seguido de su descripción)”.

La Luz Negra es una novela que se inscribe en la era de la posverdad. Hace referencia a la incertidumbre en que vivimos actualmente en relación con los conceptos de lo verdadero y lo falso. Erosiona el engaño propositivo y justificado por una “verdad de mercado”.

Por otra parte, la autora recupera algo genuino: la amistad y el efecto que tiene en el rumbo de nuestras vidas. Quizá nuestras relaciones detentan un carácter de verdad porque siempre nos definimos en la relación con los demás: amigos, enemigos, jefa o mentora.

La propuesta de la escritora al colocar en primer plano la duda, la sospecha, la aproximación, la ficción, me parece actual.
“Solo dejando salir lo que sé le podré dar vuelta a la página, empezar de cero y liberar a la “escritorzuela que todos llevamos dentro”, afirma, Gainza.

*María Gainza, La luz negra, Anagrama, edición digital, 2018.
*María Gainza es una escritora y crítica de arte argentina con experiencia en la corresponsalía de The New York Times en Buenos Aires. Ganadora de la edición 27 del Premio de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz por su segunda novela La Luz Negra, (Anagrama, 2018). Recibió el galardón en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) 2019. El homenaje reconoce la excelencia del trabajo literario de mujeres en el idioma español en América Latina y el Caribe. Escritoras mexicanas de la talla de Elena Garro, Angelina Múniz-Huberman, Cristina Rivera Garza y Margo Glantz, entre otras, han sido laureadas con esta distinción. El jurado estuvo integrado por Giovana Rivero, de Bolivia; Ana García Bergua y Rogelio Guedea de México.

*Doctora en Filosofía Política
Maestría en Periodismo Político
Psicoanalista
https://twitter.com/z_smeke?lang=es