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Número cero/ EXCELSIOR

La política de migración está secuestrada en los extremos más radicales del conservadurismo republicano y las mafias del crimen que operan en la frontera, ante lo que el gobierno mexicano poco quiere o puede hacer. Una regulación imprecisa y llena de huecos es un hoyo negro para flujos de migrantes sin precedente hacia Estados Unidos, que no resuelve la crisis humanitaria. EU trata de ocultar a toda costa que necesitará stocks de mano de obra casi esclavizada, dado que no es compatible con el discurso nativista que tantos réditos políticos da a los republicanos y que ahora también atrae a Biden hacia su espectro por los costos electorales que le supondría no hacerlo. El gobierno mexicano ya hace mucho fue devorado por esa línea dura para pasar de la política de brazos abiertos al principio del sexenio a la contención y recepción de migrantes expulsados, con medidas de coacción, amenazas y ataques a su política de seguridad.

Ante el esperado final del Título 42 y la política migratoria trumpista, existía la esperanza de que Biden retomara los ideales del inicio de su gestión: la promesa de buscar un camino seguro y regulado para la migración. Pero esos sueños quedan enterrados bajo la lápida del Título 8, que vislumbra mayor caos, inhabilidad para la reunificación familiar y la solicitud de asilo. A pesar de que todos sabían que llegaría, nadie se preparó, como prueban las aglomeraciones de migrantes en la frontera. EU básicamente ha tratado de extender las restricciones al asilo con nuevos muros administrativos, mientras que México se ha visto incluso obligado a aceptar esa nueva doctrina, contraria a sus leyes de migración y refugio. Las autoridades de migración están desaparecidas en plena crisis, como el presidente del INM, Francisco Garduño, como un símbolo de la política hacia el tema.

El Título 8 propone centros regionales de procesamiento en Colombia y Guatemala, que aún están en desarrollo, y probablemente la más complicada de todas, la app CBP One, una aplicación que permite el registro de mil solicitantes diarios cuando el promedio es de cinco mil a siete mil citas, aunque muchos migrantes no cuentan con los recursos tecnológicos para acceder y hacer uso de la herramienta y otros, aunque se levanten al amanecer, no lograrán una cita. La regla es clara: si cruzas sin la autorización del tío Sam, tu posibilidad de llegar a los Estados Unidos quedará imposibilitada. EU espera que medidas como éstas sean lo suficientemente disuasorias para que no vayan, pero la realidad supera este mensaje, mientras la inseguridad, las crisis políticas, económicas y el cambio climático en los países de origen son tan profundas que la decisión de migrar está tomada.

Biden se encuentra manejando un avión que requiere de arreglos severos, a pesar de que todavía está en el aire. Vislumbrando los tiempos políticos, que vienen cargados de presión de sus opositores, como el gobernador de Texas o jueces en la Florida ordenando no liberar a migrantes y llevarlos directamente a tribunales migratorios, mientras en el Congreso republicanos y demócratas preparan proyectos de ley bipartidistas para expulsar a los migrantes de inmediato.

Su socio fronterizo (partner in crime) ha emitido un comunicado conjunto evitando una confrontación innecesaria reconociendo que continuará con la política de recibir deportados, perseguirá con mayor “ímpetu” a redes de trata del crimen organizado y la modernización de un cruce fronterizo por Mexicali. El comunicado omite hablar de que 1.6 millones de los 2,823,970 expulsados por Título 42 eran mexicanos o que autoridades estadunidenses han confirmado más apoyo militar por parte de México en la frontera sur. El único mensaje para los connacionales es la retórica de que habrá acciones de asistencia en siete de los consulados fronterizos, cuando el resto de la red consular se encuentra colapsada sin poder recuperarse para dar atención como lo hacía antes de la pandemia. Los héroes silenciosos, como han sido llamados por el Presidente, tendrán que esperar en la fila de los 660 mil migrantes que hoy estaban en la frontera. Mientras tanto, más van llegando en lo que el avión migratorio busca su reparación o, de perdida, logra una planeación evitando el mayor número de turbulencias, para poder aterrizar a los tiempos políticos del 2024 en ambos lados de la frontera.

El mensaje es claro y contundente: “La frontera NO está abierta”.