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Número CERO/ EXCELSIOR

La película del Frente Amplio por México para elegir a su candidato presidencial ha resultado un mal guion, de los que se conoce el final de la historia desde el primer capítulo. Es una cinta sin suspenso ni incertidumbre sobre el resultado, indispensable en la trama democrática. Un libreto a la vieja usanza de las cúpulas partidistas escrito como una gesta épica y que termina como comedia rosa.

El primer acto de la interna opositora concluyó sin sorpresas con el pase a la final de los panistas que van arriba en sus encuestas, Xóchitl y Creel, y los priistas Paredes y De la Madrid. Salvo para el PRD, con el descarte de sus precandidatos por incumplir con 150 mil firmas en 17 estados, imprescindibles para seguir en la carrera. Los perredistas pusieron en pausa su participación en el proceso, pero ni siquiera su amenaza de ruptura elevó el tono dramático de la obra. La izquierda en el bloque de derecha antiobradorista confirmó que es un actor secundario en el reparto de papeles, pero se quedará porque no tiene a dónde ir.

Esta primera criba estaba diseñada para el avance de los personajes principales del PRI y el PAN, con una prueba que refute la idea de que la definición de la candidatura siempre ha sido de sus dirigencias. No hay nada paradójico en un relato que se ajusta a un acuerdo previo, que da mano a los panistas en la designación a cambio de que los priistas eligieron en Edomex y Coahuila. Pero tenían que construir una narrativa democrática para distinguirse de Morena y diluir la etiqueta del PRIAN con la que los descalifica López Obrador.

El libreto estuvo hecho para aventajar a los aspirantes ligados a las estructuras de los partidos más grandes, con capacidad de movilización para juntar las firmas; y funcionar como filtro para eliminar a los que no contaran con implantación territorial para recabarlas en 17 estados, aun si alcanzaran el número de registros. Pero no pasó sin mácula por denuncias de irregularidades en los registros y el fantasma de trampa agitado por los descartados, el panista Jorge Luis Preciado y los perredistas Silvano Aureoles y Miguel Ángel Mancera.

Su mayor fallo es la marginación del PRD, que reduce la amplitud de la alianza y sobre todo cobra fuerza la percepción del control cupular de un proceso revestido de competencia interna. Expresa que la dirigencia panista no lo dejará en manos de organizaciones civiles, ni regalará la candidatura aun cuando se le haya impuesto una outsider como Xóchitl sobre su favorito, Creel. O que, en todo caso, la senadora tendrá que someterse a sus reglas para la campaña.

Xóchitl se ha afianzado en las encuestas, que la presentan como la carta más fuerte para enfrentar a Morena y arrastrar el voto para el Congreso. Pero su primer triunfo no fue abrumador sobre Creel, a quien los panistas dieron mayor respaldo de firmas. Esta circunstancia expresa que necesitará a la dirigencia panista para bajar al terreno de la campaña, aunque quiera mantener un “perfil ciudadano” sin militancia panista; y que sus oportunidades no estarán sólo en voto extra partidista, indecisos y desencantados de Morena, a riesgo de desinflarse como fenómeno mediático.

Así, lo más importante de la prueba no es que reafirme las posturas a favor de Xóchitl, que como Preciado dan como la candidata, sino las condiciones para competir sin ser rehén de las cúpulas partidistas. La circunstancia reforzará la crítica presidencial de que Xóchitl será impuesta y responderá a los intereses del PRIAN, de la que ella ha querido deslindarse con una trayectoria independiente, propia y lejana de las oligarquías partidistas.

Queda la fase final de la interna con foros en estados, encuestas y una consulta antes de anunciar a su candidato el 3 de septiembre. Su prioridad será evitar rupturas en foros que no serán debates para no atentar contra la frágil cohesión de la alianza, al costo de la tensión dramática del guion. Y su estrategia fundamental será tratar de enganchar a López Obrador en el debate para visibilizar sus críticas frente al aparato mediático de Morena.

Pero, por lo pronto, la oposición se ha colocado donde el Presidente quería ponerla: en el punto donde se revela con mayor claridad la alianza PRI-PAN y el resultado sólo confirme sus críticas sobre la simulación del proceso.