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Pasa el sexenio y la oposición no aprende.

Ni se une ni muestra liderazgos y ni siquiera perfila un candidato con posibilidades de contender por la Presidencia de la República.

En cambio, Palacio Nacional se adelanta no nada más con sus corcholatas Claudia Sheinbaum, Adán Augusto López y Marcelo Ebrard.

No mencionamos a Ricardo Monreal porque corre por cuenta propia en carril distinto y una bandera contraria a la gubernamental: la reconciliación, la unidad, la concordia.

Está lejos de los afectos del Ejecutivo federal, repitió ayer, y fustigó indirectamente el discurso de crítica, odio y polarización de todas las mañanas y todos discursos:

“Lo que el país necesita es mayor consenso, mayor acuerdo. Soy de los que piensa que podemos llegar a la misma meta (la candidatura), al mismo propósito, al mismo fin, con acuerdos”.

Su clamor cae en el desierto porque es blanco de ataques desde el poder, como lo mostró la semana pasada la francotiradora oficial Layda Sansores.

ALGUNOS ESCOGIDOS

En otras pistas hay otros corredores.

Por instrucciones superiores ya están formados los contendientes del 2023, Delfina Gómez en el Estado de México y Ricardo Mejía en Coahuila, cuya bendición la dio ayer López Obrador.

Al mismo tiempo, y al margen de la prematura promoción de corcholatas y quien al final resulte abanderado, se prepara a los candidatos a gobernadores para el 2024.

Pronto conoceremos todos los nombres, pero hoy adelantemos por lo menos quienes contenderán en cinco de los estados donde se renovarán gubernaturas:

Zoé Robledo, actual director del Seguro Social, en Chiapas.

Rocío Nahle, secretaria de Energía, en Veracruz con Cuitláhuac García como jefe de campaña.

Rabindranath Salazar ya anda en campaña con la bendición oficial en Morelos en calidad de coordinador de Política y Gobierno de la República.

Carlos Lomelí, empresario farmacéutico, enriquecido como proveedor de medicinas al sector salud y quien tiene el camino despejado en Jalisco tras el asesinato de su contendiente Salvador Llamas.

El expanista Ricardo Sheffield, titular de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), en Guanajuato.

Con ellos corren también ya los preseleccionados para senadores y algunos diputados.

GASTO, SIN CAMBIOS

La contrarreforma electoral es un distractor porque, salvo amenazas a opositores, no tiene ni tendrá los votos para cruzar el Poder Legislativo.

Atrás de esa polémica inducida está el propósito de hacer un presupuesto con alto costo para educación, salud, universidades y otros sectores e instituciones.

El 31 de octubre anunciamos el propósito de aprobar el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) en un fin de semana, 12 y 13 de octubre.

El plan sigue firme, con el fin de evitar la presencia de opositores, movilizaciones campesinas, estudiantiles y demás demandantes de mayores partidas.

El coordinador morenista Ignacio Mier cree tener todo enjuagado, lavado y planchado para aprobar el gasto como lo quiere su jefe, el Presidente.

Una sorpresa prevista es borrar, vía presupuestaria, al pomposamente llamado Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), pero absoluto fracaso liderado por Juan Ferrer.